Uno de los aspectos en los que se basan los viajeros para evaluar la experiencia de vuelo es el relacionado con los alimentos y las bebidas. De ahí que el catering aéreo sea tan importante como la seguridad y la asistencia en tierra. ¿Pero nos hemos detenido a pensar cómo funciona este sensible punto?

Tal vez no lo tenemos muy en cuenta cuando hacemos un viaje relativamente corto, por ejemplo, a San Juan (Puerto Rico) o la Florida (Estados Unidos), en ciertas aerolíneas que solo ofrecen refrescos, jugos, café y agua a bordo. Ya en vuelos de larga duración sí que hace falta ese refrigerio, almuerzo o cena, que nos proveen de energía para resistir tantas horas en un avión.

Seguramente no sabías que a todos los alimentos, ya sean de un menú frío o caliente, se les debe bajar la temperatura unos cuatro grados centígrados cuatro horas antes de que sean embarcados. Incluso, es una norma mundial que toda la comida sobrante tiene que ser incinerada al concluir el vuelo. Otra de las curiosidades del mundo aeronáutico tiene que ver con lo que comen el piloto y el copiloto, quienes por cuestiones de seguridad aérea ingieren un menú diferente entre ellos y a la vez distinto al del pasajero.

En el aire la comida no es más sabrosa

No es lo mismo preparar un plato que va a ser ingerido en tierra y uno pensado para su consumo en el aire. A veces nos preguntamos por qué son tan insípidos esos alimentos que aeromozas y sobrecargos nos ofrecen en pleno vuelo. La reputación de la comida de los aviones tiene que ver con la presión y la humedad. A 11.000 metros de altura y dentro de la cabina presurizada nuestros sentidos se ven disminuidos, por lo que la comida pierde gran parte de su sabor y olor.

Según estudios científicos, algunos alimentos como la sal o el azúcar pierden hasta un 30% de su sabor original cuando se degustan en un avión. Hasta las bebidas se ven afectadas por los problemas de altitud y presión. No todas las variedades de vino funcionan de igual manera, los de sabor afrutado se vuelven más ácidos, de ahí que las aerolíneas busquen variedades suaves y poco amargas.

En la actualidad un solo centro que se dedique a preparar este tipo de comidas puede producir unos 45.000 menús en apenas un día. Los menús suelen ser variados en dependencia de la aerolínea y de la ruta. En ocasiones se tiene en cuenta el factor cultural y se ofrecen comidas típicas, pero también se le da a elegir al pasajero en base a sus creencias religiosas, éticas, nutricionales o ciertas condiciones médicas. Por eso no es extraño que te den a escoger entre comidas vegetarianas, para diabéticos, sin gluten, comidas halal, kosher…

Preparar un menú de avión no es muy distinto del de una boda, por ejemplo. Los chefs y representantes de la aerolínea se reúnen para ver, degustar y discutir los cambios de menú. Se analiza también el espacio de la aeronave, el tipo de platos y recipientes y su distribución más adecuada en la bandeja a la hora de ser servidos. Las bandejas con comida se introducen en carritos cerrados que se mantienen en una habitación refrigerada y separados según el número de vuelo.