El pasado 11 de julio, España se quitó de encima un montón de prejuicios y complejos futbolísticos al ganar su primera copa del mundo.

“España es un conjunto de grandes jugadores que no juega como un equipo. España nunca pasa de cuartos de final en un gran torneo”. Dos argumentos que pesaban una tonelada. En 2008 llegó la primera suelta de lastre: un gol de Fernando Torres tumbó a la poderosa Alemania en la final de la Eurocopa de Naciones. La versión española de la maldición del Bambino tocaba a su fin, como ocurriera con los Red Sox de Pedro Martínez en 2004… pero faltaba una prueba suprema: el Mundial. Argentina, Brasil, los africanos: el reto iba un poco más allá de la vieja Europa y colosos como Alemania, Inglaterra, Italia (campeona en 2006), Holanda o Francia. Con Vicente del Bosque como técnico y la mejor generación de jugadores en el ‘roster’ de 23 elegidos, a España le tocaba demostrar en el campo lo que decían voces autorizadas de todos los rincones del planeta: 2010 era su año, y Sudáfrica el escenario adecuado para alzar finalmente la copa del campeón.

El torneo comenzó con revés para las aspiraciones de ‘la Roja’, sobrenombre de la formación española. Suiza, un equipo humilde, avergonzó a los favoritos con un esquema defensivo serio y una efectividad letal en una de sus dos aproximaciones a la meta guardada por Iker Casillas, el sobresaliente arquero del Real Madrid. 0-1 y desesperación generalizada. Solamente un hombre mantenía la calma: Del Bosque. El técnico aseguró que España se levantaría del suelo, y así fue. Gracias a los goles de David Villa, que acabaría siendo uno de los máximos anotadores del Mundial, se le ganó a Honduras. Con el apoyo de Iniesta, ocurrió lo mismo con Chile. Y de nuevo Villa fue el encargado de mover el marcador en la primera ronda del ‘play off’, en octavos de final, ante Portugal.

En los demás grupos asustaba el juego de Holanda (que ganaría todos los partidos, menos el último) y el de Alemania, siempre eficaz, pero que en este campeonato brillaba bajo la batuta del joven Mesut Ozil, el líder turco de un equipo mestizo como pocos en la historia teutona. Argentina, con el polémico y genial Maradona en la banca, gozaba por primera vez de una explosión de talento de Leo Messi, el mejor jugador del mundo, delantero del Futbol Club Barcelona, a quien se achacaba siempre su bajo rendimiento con la casaca de la selección. Italia y Francia quedaban fuera entre escándalos (del lado galo) y mal juego, mientras que Inglaterra lograba clasificarse a pesar de su flojo desempeño y el mal campeonato de su estrella, Wayne Rooney. Brasil, con menos brillo del habitual, hacía su tarea sin sobresaltos, con el defensor Maicon como hombre más destacado. Tras vencer a Portugal y desquiciar al estelar Cristiano Ronaldo, España libró una durísima batalla con Paraguay. Casillas, bastante gris hasta entonces, detuvo un penal y propició la reacción de sus compañeros. A pesar de que Xabi Alonso erró otro máximo castigo (Villa también había fallado uno ante Honduras) el equipo sacó fuerzas de flaqueza y gracias a un acierto del pequeño asturiano, venció a los guaraníes.

Holanda, entretanto se cargaba a Brasil y Alemania le daba una paliza a Argentina por 4-0. Uruguay, con un final increíble desde los penales ante Ghana, completaba la ronda semifinal, con Diego Forlán como estrella. En el partido ante Alemania, España jugó su mejor fútbol del torneo. Un golazo del defensa Puyol con la cabeza los clasificó para el juego decisivo, al que llegó Holanda tras un partido complicadísimo frente a Uruguay. Y en el día D, España no falló… pese a la brutalidad del juego holandés y al lamentable arbitraje del inglés Webb. Dos grandes atajadas de Casillas a tiros del gran Robben y un gol de Iniesta en el tiempo añadido, a pase de Cesc, abrieron el Olimpo para España.

Eso sí, el protagonista mediático del mundial no fue español. Ese honor corresponde a un británico residente en Oberhausen (Alemania), de nombre Paul. Sus ocho patas de pitoniso infalible son populares en todo el mundo. Este pulpo acertó con el triunfo español en el mundial, abrazando repetidamente su bandera en el acuario partido tras partido. El zoo de Madrid efectúa actualmente las gestiones para recibir en España a tan ilustre personaje. No es para menos…