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SEGUNDA PARTE

Las principales virtudes cívicas, que todos deben conocer y practicar, indispensables para llegar a ser un buen ciudadano, son las siguientes:

2—El culto al hogar.—

Debemos tener amor al hogar y a todo lo que forma parte de él, sean personas o cosas. Amor a nuestros padres y a nuestros hermanos. Lo que hay en el hogar es de todos y para uso de todos los que forman parte de él. Debemos llevar al hogar todo lo que podamos obtener con nuestro trabajo. No discutir, ni mostrar egoísmo con las demás personas de nuestra familia. El hogar es sagrado y debemos respetarlo y hacerlo respetar. Lo que es de uno de los miembros del hogar es de todos los demás que lo componen, pero para que haya orden y organización hay que utilizarlo cuando no esté siendo utilizado por otro, participando que lo vamos a utilizar nosotros cuando lo necesitamos. En el hogar hay que respetar las órdenes y disposiciones del padre y de la madre, y en ausencia de éstos, la del hermano o hermana mayor, tratándose todos con cortesía y cariño. El hogar es un remanso de paz, donde transcurre la mayor parte de nuestra vida. Hagámoslo acogedor y fuente de alegría y bienestar. Los padres deben ser un ejemplo vivo para sus hijos; de una conducta honesta y respetuosa, porque el ser humano aprende más con el ejemplo que con los libros. Estos son una fuente de sabiduría, pero tienen que corresponder a realidades que el discípulo o persona estudiosa vea y palpe a su rededor. Si los padres son buenos, sólo por excepción pueden salir los hijos malos. Por eso se dice: «De tal palo tal astilla». El hogar es la primera escuela que enseña a las personas a ser buenos ciudadanos, y los primeros maestros son nuestros padres.

 El hogar y la familia constituyen el primer eslabón de la cadena que forma la nación que es nuestra patria.