Nuestra Bohío, el buque insignia de Ediciones Cabrer, pronto estará de aniversario. Cincuenta años, que es fácil de pronunciar, pero la cifra es para respetar. ¿Qué revista puede darse el lujo de celebrar medio siglo de publicación ininterrumpida? Seguro te preguntarás la relación entre las cinco décadas que vamos a festejar a lo largo de 2016 y esta crónica de mi primer viaje a Miami. Sencillo, desde hace 33 años la revista se imprime en esa ciudad, por lo que los lazos con quienes lo hacen posible se han fraguado con el tiempo. La celebración que se avecina no podía ser mejor motivo para ir a conocer a los involucrados en el proceso de impresión y, de paso, la ciudad más importante del estado de la Florida.

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Emblemática imprenta

No es difícil percatarse de la calidad de impresión de Bohío y de otros productos icónicos de Ediciones Cabrer, como la Guía Nacional de Turismo La Cotica y los mapas regionales Find Your Self. La responsable que el resultado final sea impecable es la imprenta Franklin Dood Communications, una empresa con los últimos adelantos tecnológicos y, a la vez, con un servicio personalizado a la vieja usanza que le permite al cliente sentirse como un rey.

Visitar los distintos departamentos y recorrer sus pasillos me hicieron remontarme a cuando tenía cinco años y mi abuela me llevaba a su trabajo, una fábrica de tabacos en El Cotorro, municipio de las afueras de La Habana, donde además de hacer travesuras –yo, no mi abuela–, me encantaba escuchar al lector de noticias y de novelas. Pensarán que me estoy yendo del tema otra vez, y tratarán de buscar la relación entre El Cotorro y mi viaje a Miami. Fácil, como no es secreto que el mundo es un pañuelo, en la imprenta conocí a Mónica, un amor de persona, encargada de del Fullfilment. Pues ella es de El Cotorro, vivía cerca de mi casa, y su abuelo era gerente de la fábrica textil Facute; y justo detrás vivían mis tías.

Y así es Miami para un cubano que va de visita. En cualquier lado te puedes encontrar a un conocido, un vecino de la infancia o al más “comprometido” del barrio, aquel que más consignas pregonaba en las marchas revolucionarias y terminó yéndose “pa’l yuma” en una balsa. El sur de la Florida es una de las zonas donde más español se habla en Estados Unidos. Según datos recientes, en Miami los latinos son casi el 80% y en ciudades vecinas como Doral es casi el 90% y en Hialeah el 95%.

El incomparable Jerry

Fue un privilegio ir al encuentro de Jerry Álvarez, un cubano de pura cepa, “reyoyo”. Mucho había escuchado del co-chairman de Franklin-Dodd Communications. Si existen candidatos a enciclopedias vivientes, él está entre ellos. ¡Cuántas historias y anécdotas, cuántos chistes inteligentes y picarescos!… Y más si son contados en esa gracia cubana que ha mantenido intacta desde que salió de la isla hace más de 55 años. Con Jerry y su esposa, la encantadora Cary –cubana también–, almorzamos en Salmon & Salmon, en Coral Gables, al que muchos consideran el mejor restaurante de comida peruana de Miami. Y no es para menos, sus ceviches y mariscos son inmejorables, y el ambiente acogedor y familiar te hace sentir como en casa. Te lo recomiendo, y si eres amante de la cerveza, la Cusqueña no te decepcionará.

Principal urbe

Contrario a lo que muchos creen, Tallahassee es la capital de la Florida, Miami es la capital del condado Miami-Dade. La importancia como eje financiero y económico ubica a la ciudad del sol como la principal urbe de la península y uno de los grandes puntos turísticos de Estados Unidos. Incluso se le conoce como la capital de cruceros del mundo, ya que es el primer puerto de pasajeros de cruceros en el planeta. Cuando pensamos en Miami, nos imaginamos en la playa trago en mano, recorriendo sus malls y bulevares o deleitándonos con su arquitectura Art-Decó. Eso y más es Miami.

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Un paseo por Lincoln Road

Uno de los paseos que más disfruté fue Lincoln Road, en South Beach. El colorido bulevar tiene mucho que ofrecer, desde tiendas, galerías, librerías, cines y teatros hasta restaurantes, cafés, bares y discotecas. La calle peatonal, ubicada entre Alton Road y Washington Avenue, es tranquila y a la vez vibrante. En ella habitan llamativas vidrieras, artistas callejeros que convencen con su talento y opciones culinarias al aire libre que te permiten disfrutar la vista mientras degustas la especialidad de la casa o un exótico coctel.

 

Mi recorrido incluyó la galería de Romero Britto, el famoso pintor y escultor brasileño; la galería de Peter Lik, con impresionantes fotografías de paisajes a gran escala; la librería Books & Books y su café; la tienda Apple, muy concurrida, por cierto; y otros lugares en los que me detuve a mirar desde fuera, como el moderno 1111 Building, diseñado por la firma Herzog & de Meuron, y el Colony Theater, de estilo Art Decó, antigua casa de Paramount Pictures.

Ya había anochecido y era el momento de recargar energías. Lincoln Road es un paraíso a la hora de elegir dónde comer. Con Reynaldo, director ejecutivo de Ediciones Cabrer y autor intelectual y material de este viaje, me reuní en Sushi Samba, un restaurante –y dos bares– que combina lo mejor de las culturas brasileña, japonesa y peruana, tanto en la concepción del menú como en la ambientación. Un grafiti de Aaron de la Cruz, artista callejero radicado en California, adorna el interior.

La cubanía de Calle Ocho

¿Cómo no darme una vuelta por la mítica Calle Ocho? Esta arteria es de visita obligada para cualquier latino, aunque no sea cubano. Claro, si eres cubano, como yo, el recorrido adquiere mayor sentido, pues sentirás cómo tu cultura y tus costumbres han sobrevivido gracias a la comunidad cubana que en ella se asentó. La Calle Ocho es la vía principal que cruza el histórico vecindario de la “Pequeña Habana”, y reúne una variedad de restaurantes, tiendas, galerías, teatros, barberías y lugares nocturnos.

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En el Parque Máximo Gómez, más conocido como “Parque del Dominó”, verás a jugadores de la vieja guardia, en su mayoría cubanos, poniéndole sabor a cada mano de este popular juego. La presencia de la isla es también palpable en el monumento homenaje al prócer de la independencia nacional José Martí. Si de arte se trata, la galería de Luis Molina te permite acercarte al folclor afrocubano con cuadros de orishas y deidades que se transculturaron. Si tu visita a Miami es en marzo, no puedes perderte el célebre Carnaval de Calle Ocho.

Coladitas y cervezas

No me voy a detener en los clásicos recorridos por Bayside Marketplace (centro comercial y de ocio en el paseo marítimo de la Bahía Vizcaína), Ocean Drive (la calle más animada de Miami), Coconut Grove (un barrio bohemio con un encanto especial) o Kendall (concurrida área suburbana con entretenimiento para todos). Por supuesto, son visitas placenteras que no defraudan y te muestran parte de la vida local, pero prefiero terminar esta crónica con algunas sugerencias más personales.

Cafetero al fin, al igual que nuestro director ejecutivo, no hubo un día en que no tomáramos varias coladitas, la forma más popular del café para el cubano de Miami. A media mañana, en la tarde o pasada la medianoche, ese aromático brebaje estaba presente, ya fuera en la Calle Ocho, en el Fontainebleau Boulevard o después de haber probado el pato pekinés en el mejor restaurante chino de Miami (el Tropical Chinese, una institución culinaria).

Este viaje me acercó como nunca al mundo de la cerveza. Y el punto de partida fue BJ’s Restaurant & Brewhouse, en el Miami International Mall, el primer lugar al que fuimos apenas aterrizar. Además de tener la mejor sopa de tomate del mundo –eso lo dice Reynaldo, y yo lo pude constatar–, su menú de cervezas artesanales y de estación fue un pequeño “santo grial” para un servidor. No en vano varias de sus cervezas resultaron premiadas este año en los North American Craft Beer Awards y en el Great American Beer Festival. ¿Mis favoritas? Jeremiah Red y Brewhouse Blonde.

Sabores exquisitos

En Miller’s Doral Ale House, una mezcla de taberna con bar de deportes, degusté platos exquisitos a base de langosta (“1¼ lb. Live Maine Lobster” y “Twin Lobster Tails”). Próximo al acceso tres de Dolphin Mall –espectacular sitio para ir de compras por la variedad de tiendas de marca–, se encuentra el restaurante Acqua Nell Mare, una marisquería con multitud de opciones; una de ellas es “All you can eat” (todo lo que puedas comer) de “Alaskan King Crab Legs”, una experiencia de otro mundo.

Y no podía irme de Miami sin probar la vaca frita de la que tanto había oído hablar. Uno de los mejores sitios para comerla es el restaurante La Carreta, en el Miami International Mall, en cuyo menú me topé también con apreciadas croquetas que llegaron a desaparecer del contexto nacional cuando la crisis económica de los 90 azotó la isla. ¿Y qué decir de la cerveza Hatuey, que dispara sentimientos de nostalgia entre los cubanos? La original, fundada en Santiago de Cuba en 1927, llegó a estar entre las favoritas de Hemingway, quien la menciona en una de sus obras.

Se me quedan en el tintero otras anécdotas, como la visita al Parque Amelia Earhart, en el norte de Hialeah; y un paseo por Design District, pequeño barrio a tres kilómetros del centro donde abundan galerías de arte, centros de exposición sobre interiorismo y decoración, y modernos restaurantes. Mi primer viaje a Miami me demostró que esta es una ciudad para vivirla en todos los sentidos…, dejarse envolver en sus animados ambientes y mezclarse con gente proveniente de múltiples latitudes, gente desenfadada, que vive su vida y no la del otro. No se hable más, hay que volver.

Por Adrian Rafael Morales
Editor de Contenido de Bohío
adrian.editor@gmail.com