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Hoy en día, el espionaje no es sólo de políticos y terroristas; James Bond vive en cada negocio e industria y los jefes no sólo acechan a sus empleados para garantizar mayor efectividad en la compañía sino que las empresas se espían entre ellas

La competencia es una característica básica de la especie. Competimos en casi todo, no sólo en deportes y juegos sino que se contiende por salarios, reputación, amor, negocios y cotidianidades varias. La competencia es la madre de estrategias básicas para ganar. Espiar es una de ellas. Así es, el espionaje no es sólo cosa de James Bond, la CIA o la política en general. Donde hay competitividad, esta astucia surge como un atajo para ganar, ofreciendo formas de obtener información de otras agencias y hasta de los mismos trabajadores. Porque los negocios no sólo espían a otros negocios sino que también lo hacen con sus empleados, especialmente ahora que el mundo está disponible en una computadora. En Estados Unidos, por ejemplo, los eventos populares como campeonatos de básquetbol o béisbol, son monitoreados para detener cualquier tipo de descarga en la computadora. Gran Hermano no se pierde y no sólo etiqueta esas fotos que subes a las redes sociales sino que tiene formas de obtener información de los celulares, desde un listado de números hasta la posición geográfica de tus pasos fuera de la oficina.

espia01Pero el espionaje empresarial anda en busca de productivos secretos. De hecho, tenemos la inteligencia competitiva que describe una actividad legal y ética que sistemáticamente acumula, analiza y maneja información de competidores industriales. Las raíces de esta actividad se encuentran en la investigación de mercadeo y se diferencia del espionaje industrial porque informa dónde debemos de trazar la línea entre lo legal y lo que no lo es. Espiar a otras compañías, sin embargo, incluye la adquisición de recetas, fórmulas, secretos y el secuestro de información sobre el propietario y la operación misma. Las personas utilizan desde el soborno hasta la vigilancia tecnológica. Y ya existen muchos negocios produciendo el juguete más inteligente para espiar la competencia.

Ocultar cámaras y micrófonos es muy común y su evolución brinda aparatos cada vez más pequeños. Ese costoso reloj, la corbata del joven, el aromatizador sobre el escritorio o la tarjeta SIM que le instalaste al teléfono pueden tener micrófonos ocultos. De hecho, por 1.300 dólares puedes comprar una tarjeta para el iPhone que permite que otra persona escuche todas las conversaciones; también puedes adquirir una versión que te llama cuando detecta voces en la habitación. De hecho, un individuo puede entrar a conversar contigo y su teléfono bloquea el tuyo con un ‘jammer’ escondido en una caja de cigarrillos. MobiStealth ofrece aplicaciones para Blackberry y Android para leer textos y escuchar mensajes y conversaciones y hasta saber dónde está la persona en cualquier momento.

espia02Las cámaras para espiar hace mucho que son famosas y los precios varían desde los 30 a los 400 dólares. De hecho, no sólo tu corbata puede alojar una sofisticada cámara con sonido sino que los botones de tu camisa también. Key Ring Spy Camera y Tie Camera ofrecen aparatos preparados para descargar información desde el botón de tu saco hacia tu computadora favorita.

«Hay situaciones de todo tipo entre negocios y empresas; la gente no se imagina. Hay contratos que muchos no desean que se cierren, hay llamadas que no quieren que se hagan. Por ejemplo, están los bloqueadores de celulares que fueron desarrollados con metas legales para proteger lugares donde la posición geográfica de la persona no debe enseñarse, ni su número. Pero estos aparatos pueden ser usados para impedir que cualquier llamada salga de algún lugar y los demás ni siquiera se dan cuenta que una persona tiene un ‘jammer’ y está haciendo la jugada de bloquear sus llamadas para beneficio de su compañía», explica Nick Bilton, periodista tecnológico del periódico The New York Times.

Contra la paranoia del espía

Hay un aparato que lee cada tecla que presionas, dispositivos para seguir la actividad en tu teléfono, monedas para asegurar el chip con la información obtenida, lapiceros que escanean cualquier documento, rastreadores de GPS y hasta pequeñas naves robots, como The Bat o Spy Kite, que espían desde el aire, tomando fotos y con sensores que detectan gases venenosos. Toda esa realidad puede volver paranoico al espía más frío y para eso inventaron el protector antiespionaje. Estos aparatos, como el KB-DD800, son portátiles y detectan micrófonos, cámaras ocultas y demás en un diámetro de espacio determinado por el que te vayas moviendo.

Glenys-AlvarezPor Glenys Álvarez
Psicóloga y periodista científica
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