La evolución de La Romana como destino turístico se asienta en un diseño institucional que data del año 2000. La Asociación de Hoteles La Romana–Bayahíbe (AHRB) nació cuando un grupo de empresarios decidió anclar el desarrollo local en criterios de sostenibilidad, conservación del entorno y beneficio compartido. Al advertir que esos objetivos exigían el involucramiento de toda la cadena de valor, se creó el Clúster Turístico La Romana–Bayahíbe (CTRB) como una organización sin fines de lucro. Desde entonces, la coordinación de más de cien actores —hoteles, turoperadores, ONG, instituciones académicas y autoridades— ha impulsado un modelo de gobernanza participativa que, según Ana García-Sotoca, «ofrece una hoja de ruta clara y un compromiso colectivo por transformar la economía y el tejido social del destino».

Para la directora ejecutiva de la Asociación y del Clúster, ese enfoque ha permitido trasladar planes estratégicos a resultados tangibles. En su opinión, la combinación entre visión empresarial y cooperación multisectorial «ha sido replicada en otros polos turísticos del país por su capacidad para alinear agendas y generar legitimidad».

Sostenibilidad costera y gobernanza integrada

Una de las iniciativas más emblemáticas es el Programa Bandera Azul. García-Sotoca rememora que playa Dominicus izó la primera Bandera Azul del territorio americano en 2004 y que hoy siete playas de La Romana poseen esa certificación. «La AHRB se encarga de su ejecución, lo que asegura la alineación de estándares y la mejora continua», precisa en entrevista exclusiva con Bohío. Gracias a ese esquema se ha logrado establecer protocolos de calidad del agua, capacitar al personal de playa y reforzar la señalización ambiental.

Muchos de los hoteles del polo avanzan también en certificaciones propias, como Green Key, Green Globe, EarthCheck, Preferred by Nature, Rainforest Alliance Certified™, Qualitur (otorgada por el Ministerio de Turismo), o reconocimientos como Great Place to Work®. «Estas certificaciones exigen altos niveles de cumplimiento en sostenibilidad, bienestar laboral y gestión operativa, al tiempo que reflejan una cultura de mejora continua, innovación y liderazgo sectorial», explica García-Sotoca.

«Además, hemos integrado con firmeza el Código de Conducta para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes contra la Explotación Sexual en el Turismo (The Code). Todos los hoteles miembros lo han firmado e implementado, incluidos protocolos internos, talleres de sensibilización y medidas preventivas que refuerzan el mensaje de que La Romana es un destino seguro, consciente y alineado con los principios de un turismo ético», añade la directora ejecutiva.

Otro reto de amplio alcance atañe al acuífero de Padre Nuestro, cuyo deterioro compromete tanto a la población como a la industria. AHRB y CTRB elaboran estudios de capacidad de carga y organizan espacios de diálogo técnico con las autoridades para trazar soluciones de fondo. De acuerdo con la ejecutiva, garantizar el acceso al agua «constituye un requisito esencial para el crecimiento ordenado y responsable del destino».

El Acuerdo de Comanejo del Santuario Marino Arrecifes del Sureste ejemplifica cómo armonizar turismo y conservación. Esa alianza público-privada incluye a FUNDEMAR, agencias estatales y comunidades locales. El programa de restauración de corales que nació de esta cooperación representa un antes y un después en la protección de ecosistemas costero-marinos. «Cuando se elaboran reglas claras y se construyen espacios de corresponsabilidad, los resultados crecen en proporción», afirma García-Sotoca.

Estrategia de promoción y proyección internacional

La campaña «Explore La Romana» ha redefinido la presencia del destino en el mercado estadounidense. La estrategia combinó el desarrollo de contenidos experienciales con un roadshow en la costa este de Estados Unidos, donde participaron más de 400 agentes de viaje. Para medir el éxito, la AHRB se fija en tres indicadores: alcance digital, donde el engagement en redes sociales duplicó su alcance; interacción comercial con oficinas de promoción turística en Miami, Nueva York y Orlando; y resultados operativos, entre ellos el establecimiento de la ruta directa Miami–La Romana de American Airlines.

Desde 2021 el mercado estadounidense supera a emisores tradicionales como Italia y Francia. En ese sentido, García-Sotoca destacó que la estrategia B2B «reforzó la conectividad aérea y mostró que el contacto directo con profesionales del sector sigue siendo la vía más eficaz para posicionar un destino especializado».

El crecimiento exige responder a desafíos de infraestructura. Entre ellos figura la ampliación de la carretera Bayahíbe–Dominicus a cuatro carriles, la construcción de una rotonda estratégica y la mejora de señalización y aceras. En materia hídrica, la prioridad consiste en ampliar plantas de tratamiento, conectar edificaciones al sistema sanitario y elevar la eficiencia del uso del recurso. A eso se suma el Plan de Reordenamiento de Bayahíbe, que contempla estacionamientos, plaza artesanal y nuevo embarcadero.

La inclusión de PYMES y comunidades en la cadena de valor se gestiona mediante programas de digitalización, visibilidad comercial y alianzas formativas con INFOTEP y Barna Management School. El proyecto «Buscando a los Futuros Líderes del Turismo de La Romana» apoya a jóvenes locales con becas, mentoría y acceso a oportunidades laborales. Para García-Sotoca, ese tipo de iniciativas «convierte el auge turístico en oportunidades reales para el tejido productivo local».

La formación de capital humano se basa en tres ejes: diagnóstico de brechas y diseño de cursos técnicos; inversión en talento joven mediante programas de relevo generacional; y capacitación continua dentro de los hoteles. En la visión de Ana García-Sotoca, un destino competitivo requiere personal capacitado, motivado y alineado con tendencias globales.

2030: crecimiento con sentido

Frente al desafío de equilibrar desarrollo y conservación hacia 2030, la directora ejecutiva de AHRB y CTRB proyecta un crecimiento organizado. Plantea planificación urbana rigurosa, regulación efectiva de zonas costeras, gestión adecuada de residuos y uso eficiente del agua. Asimismo, propone intensificar la educación ambiental y expandir alianzas público-privadas con comunidades locales. Para ella, el objetivo consiste en reforzar la reputación internacional de La Romana como destino justo, resiliente y respetuoso de su entorno.

DE CERCA

Al evocar sus inicios en Mallorca, España, Ana García-Sotoca explica que su trayectoria refleja la convicción de que el turismo genera empleo y cohesión social cuando cuenta con dirección clara y valores de cooperación. Cuando llegó a La Romana, se encontró con una narrativa muy marcada: «Los hoteleros solo buscan su beneficio». Aunque sabía que no era cierto, entendió que existía una gran tarea pendiente: comunicar mejor el valor del turismo, su impacto real y su enorme potencial como herramienta de transformación social. «Hoy, gracias al trabajo articulado de las asociaciones del país, lideradas por la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (Asonahores), esa narrativa está cambiando. Ahora se habla del turismo como generador de empleo, como motor económico y como uno de los sectores que más ha contribuido al desarrollo de infraestructuras, programas sociales y mejoras en la calidad de vida de las comunidades. La formación de Ana García-Sotoca en Dirección Turística y Asuntos Públicos le brindó herramientas para articular sectores diversos y edificar un destino con rostro humano. «El turismo bien gestionado, bien comunicado e inclusivo puede cambiar destinos y cambiar vidas», asegura.

Por Adrian R. Morales

Editor de Contenido BOHÍO

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@adrian_r_morales