Siendo el evento deportivo que reúne a la mayor congregación de países en el mundo, los Juegos Olímpicos son superlativos en todos los sentidos, desde sus emociones hasta el dinero envuelto en su organización y promoción. Pero, en relación al turismo, ¿Qué significa, para nuestra industria un evento de esa magnitud?
Por primera vez en la historia, los Juegos Olímpicos serán realizados en América del Sur. Si tomamos en cuenta toda América Latina, será sólo la segunda vez. La sede Latinoamericana debutante fue la Ciudad de México, en 1968. El flujo de turistas en Rio de Janeiro será alto, aunque no llegará al nivel observado en Londres hace cuatro años, por ser éste uno de los centros del turismo mundial.
Hasta ahora, más de 1 millón de entradas fueron vendidas para extranjeros, de acuerdo a la organización de los Juegos. Ese número seguirá aumentando, dado que existen entradas disponibles tanto en internet, como en las boleterías para los eventos menos concurridos, generalmente en las fases eliminatorias de los deportes menos buscados.
Claro que esa no es la cantidad de extranjeros esperada que llegará a Rio, ya que las personas pueden comprar más de una entrada, pero ciertamente el número superará la centena de millones. La expectativa de la organización es de poco más de 500 mil personas.
Si los pronósticos son confirmados, eso significa la mitad de los turistas que vinieron al país en la Copa del Mundo. Sin embargo, el poder centralizador de las Olimpiadas es mayor, ya que en el Mundial de fútbol los hinchas se dispersaron por 12 sedes, mientras que en los Juegos Olímpicos estarán principalmente en una única ciudad.
Eso representa grandes oportunidades para que las agencias de viajes vendan paquetes con paseos no sólo en los alrededores de Rio de Janeiro y dentro de la ciudad, sino también en otras partes de Brasil y hasta en los países vecinos sudamericanos.
Las Olimpiadas son especialmente apasionantes por reunir prácticamente a todas las naciones del mundo en un solo lugar. Hasta países pequeños y alejadosconsiguen llevar deportistas por el criterio de la universalidad del COI (Comité Olímpico Internacional), lo que hace la confluencia de razas e idiomas, algo no visto en ningún otro evento, de cualquier sector.
Esta característica por sí sola ya es algo fenomenal. ¿Y si las agencias reunieran a sus clientes de varias partes del mundo en un evento multicultural que incluyera a islandeses y botsuanos?. Habría mucho más que explorar comercialmente además de pasajes de avión, paseos y hoteles.
En muchos casos, algunos atletas (que, recordemos, también son viajeros) abrazan el espíritu olímpico y se mezclan con los turistas en el parque olímpico, en los restaurantes y en las atracciones turísticas locales. Obvio que debe esperar esto de deportistas menos conocidos y solamente después de sus competencias. La oportunidad de un turista de encontrarse a Neymar, Michael Phelps y a Usain Bolt en el Cristo Redentor es la misma que tiene Brasil de terminar los Juegos liderando el cuadro de medallas.
El clima inigualable de las Olimpiadas tiende a hacer que la cantidad de turistas que viajan a la ciudad-sede continúe creciendo en los años siguientes. Para tener una idea, en 2014, Londres recibió 17,4 millones de viajeros, un record. Ese número superó otro record, de 16,8 millones en 2013, que asu vez ya había sido mejor que el del año olímpico de 2012 (15,5 millones).
Los números cariocas son mucho más modestos. En 2015, fueron poco menos de 1,4 millones de turistas, pero los 500 mil esperados para los Juegos deben colocar a la cuidad en otro plano e impulsar también el turismo a ciudades turísticas próximas, tal como Angra dos Reis, Paraty y Búzios.