Hablar de reputación en el siglo XXI es referirse al principal recurso estratégico para cualquier organización, ciudad o país. Es el activo intangible que sintetiza el comportamiento histórico y la capacidad de generar valor para sus stakeholders. Cuando aplicamos este axioma al sector turístico, entramos en un terreno de una complejidad y relevancia mayúscula. La reputación turística, lejos de ser un mero barniz comunicacional o una puntuación en un portal de viajes, es el resultado directo y medible de una realidad favorable y del cumplimiento sistemático de las expectativas en los planos multisectorial y multistakeholder.

Cuando un destino logra alinear la promesa con la realidad, y cuando todos los sectores trabajan de manera coordinada, los resultados trascienden los indicadores económicos tradicionales. Por eso, la región de La Romana-Bayahíbe se ha consolidado como uno de los destinos turísticos más importantes del Caribe. La visión estratégica de sus actores clave y la inversión sostenida en infraestructura aeroportuaria y portuaria transformaron esta zona de la costa sureste del país en un hub de conectividad internacional de primer nivel, que sustenta 5,800 habitaciones hoteleras con una ocupación promedio superior al 80 % en 2025; recibe más de 1.5 millones de visitantes anuales, incluidos más de 400,000 cruceristas; maneja un flujo aéreo internacional en crecimiento de más de 500,000 pasajeros, y genera más de 43,000 empleos directos e indirectos.

El Aeropuerto Internacional de La Romana (LRM) representa una historia de éxito en la evolución de la aviación comercial dominicana, no solo por su geolocalización estratégica en el centro del sudeste del país, sino por su flexibilidad a la hora de desarrollar una amplia variedad de operaciones con aeronaves de diferente envergadura. Por una parte, Boeing 777 y 787, Airbus 330, utilizadas por aerolíneas internacionales para vuelos chárter y regulares, por otra, aeronaves regionales Airbus A320 que conectan con destinos caribeños. También, aeronaves de carga Boeing 767F y Airbus A330F para operaciones logísticas especializadas y, por último, jets ejecutivos Bombardier Global Express, Gulfstream G650, Falcon 7X y Citation series, que posicionan a LRM como el de mayor tráfico de vuelos privados de República Dominicana. De hecho, procesa unos 550,000 pasajeros anualmente, con un crecimiento proyectado del 12 % para 2025.  

Desde cruceros de lujo con embarcaciones de hasta 340 metros de eslora, incluidos los modernos Celebrity Edge Class y Royal Caribbean Voyager Class, y navíos de carga especializada para el abastecimiento de los complejos hoteleros y desarrollo inmobiliario, el puerto de La Romana, que mueve más de 400,000 cruceristas al año y consolida a La Romana como el homeport (puerto madre) preferido en el Caribe, ha experimentado una transformación significativa que ha venido acompañada del desarrollado de las comunidades aledañas.

La alianza con el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP) ha incidido en que 2,300 jóvenes se preparen en servicios aeroportuarios, hospitalidad, gastronomía y mantenimiento técnico. Además, el programa de encadenamiento productivo ha integrado a 127 micro, pequeñas y medianas empresas locales como proveedores certificados, con un efecto multiplicador en la economía regional. En adición, se ha invertido RD$145 millones en tecnologías limpias y programas de conservación, entre ellos el primer sistema de gestión de aguas residuales con tecnología de membranas en un aeropuerto dominicano.

Con una sólida colaboración público-privada entre la Asociación de Hoteles y Clúster de La Romana-Bayahíbe, el Ministerio de Turismo, la Dirección General de Aeronáutica Civil, las autoridades portuarias y los gobiernos locales, aún quedan retos pendientes. Uno de ellos consiste en ampliar la carretera Bayahíbe-Dominicus a cuatro carriles para optimizar la experiencia del visitante. Estas mejoras resultan imprescindibles para que la conectividad aérea y marítima siga siendo el motor del desarrollo sostenible de la región. Porque hablar de reputación turística es, en definitiva, hablar de la gestión excelente de una realidad compleja; es hablar de la orquestación de múltiples actores y sectores bajo una promesa de valor coherente y, sobre todo, cumplida.

La Romana-Bayahíbe ha demostrado que su reputación turística depende de la sincronía entre infraestructura y experiencia. Aeropuertos, puertos y carreteras diseñados para cumplir la promesa de calidad refuerzan la confianza del visitante. La alianza entre los sectores público y privado canaliza inversiones con impacto tangible en comunidades y turistas. Así, la región se consolida como un destino sostenible y competitivo en el Caribe.

Elena Crespo
Periodista y abogada

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