Por Adrian R. Morales

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Francesca Rainieri no habla desde la comodidad de una tradición fácil; lo hace desde la responsabilidad de quien recibió un proyecto familiar y decidió convertirlo en un laboratorio de ideas para el futuro. Directora financiera de Grupo Puntacana y primera mujer en presidir la Cámara Americana de Comercio de la República Dominicana (AMCHAMDR) en sus 101 años, Francesca combina respeto por el pasado con una visión de diversificar la economía del este del país. Su liderazgo, forjado bajo el ejemplo de sus padres, Frank y Haydée Rainieri, guía las decisiones corporativas que ahora toma junto a sus hermanos.
«El verdadero liderazgo comienza con el ejemplo», afirma en entrevista exclusiva con Bohío.

Su discurso evita la retórica hueca. Para ella, la sostenibilidad no es un eslogan. Grupo Puntacana, asegura, aplicó criterios ambientales desde antes de que existiera esa palabra en la agenda corporativa. Proyectos como la Reserva Ecológica Ojos Indígenas y las iniciativas de conservación marina no son meros adornos; son el núcleo de un modelo operativo que busca equilibrar actividad económica, cuidado del entorno y desarrollo social. La ejecutiva resalta que esas políticas nacieron de decisiones prácticas y análisis técnicos, no de modas pasajeras.

Lujo responsable y prioridad por las personas

Francesca describe el lujo del siglo XXI como algo que trasciende el confort: «Se trata de coherencia con valores, experiencias auténticas y responsabilidad social». En ese paquete caben energías renovables, gestión de residuos, agricultura local y un modelo culinario que privilegia el producto de la tierra. «El lujo hoy se mide por la coherencia con valores que importan al viajero», asevera. El Centro de Innovación Marina, proyecto que impulsa la regeneración de arrecifes mediante tecnología avanzada, figura como ejemplo de esa coherencia aplicada a conservación y conocimiento.

Pero la ejecutiva retoma con fuerza un elemento que, según ella, distingue a Grupo Puntacana:
las personas. Para Francesca, el activo más valioso no es la infraestructura ni un sello internacional; es el empleado que siente orgullo por su trabajo: «La sonrisa y el compromiso de un colaborador que se siente parte de Grupo Puntacana es nuestro mayor atributo». Esa convicción explica programas de formación, vías de promoción interna y políticas laborales que apuntan a ofrecer estabilidad y oportunidades reales de desarrollo.

La expansión que hoy impulsa la empresa en Uvero Alto y Punta Cana mantiene ese prisma. La directora financiera rechaza el crecimiento por crecer. Cada proyecto pasa por estudios ambientales, planes de integración comunitaria y procesos de consulta. El argumento central es que el desarrollo debe generar valor económico y social sin sacrificar el entorno natural. Según Francesca, los proyectos han creado miles de empleos directos e indirectos y han abierto rutas de formación para la población local. Esos empleos, añade, sustituyen la dependencia exclusiva del turismo por una estructura de oportunidades más amplia.

Herramientas, diversificación y educación como palancas

Como responsable de las finanzas, Francesca subraya el impacto de decisiones tecnológicas en
la gestión empresarial. La adopción de SAP (sigla en inglés para Sistemas, Aplicaciones y Productos en Procesamiento de Datos) integró doce líneas de negocio —desde el Aeropuerto Internacional de Punta Cana hasta la Fundación Puntacana— bajo una sola plataforma informativa. La medida mejoró la trazabilidad financiera y la calidad de la información usada en la toma de decisiones. «SAP nos dio visibilidad y control. La modernización exigió formación y ajustes culturales, pero sus beneficios justifican el esfuerzo: mayor transparencia, procesos más claros y capacidad para proyectar el crecimiento de forma ordenada», añade.

La Zona Franca de Punta Cana aparece como pieza clave de la estrategia de diversificación. Francesca Rainieri sostiene que la región no puede depender únicamente del turismo: «Necesita industrias que ofrezcan empleos de mayor especialidad y resiliencia ante choques externos. La zona franca ha atraído logística, servicios tecnológicos, manufactura ligera y proyectos MRO (maintenance, repair and operations). Esas actividades enriquecen el tejido productivo, retienen talento y generan exportaciones». En la visión de Francesca, una economía más diversa favorece a las nuevas generaciones y reduce vulnerabilidades.

La ejecutiva insiste en que el turismo actúa como «motor» transversal de la economía: impacta la banca, la construcción, la agroindustria, el transporte y la artesanía. Para potenciar esas sinergias, reclama inversión en tecnología, en formación técnica y en logística capaz de elevar estándares. Su trabajo como asesora en el Puntacana International School, en INTEC y en EDUCA busca cerrar la brecha entre la academia y la demanda laboral. Francesca propone currículos que incluyan habilidades técnicas, pensamiento crítico y dominio de idiomas, con el fin de preparar profesionales capaces de asumir los roles que exige el futuro.

Gobernanza, transparencia y responsabilidad social

La presidencia de AMCHAMDR abre para Francesca la posibilidad de fortalecer la relación comercial con Estados Unidos y de posicionar al país como hub logístico regional. «Somos mucho más que un destino turístico; nos hemos convertido en una plataforma de exportación», afirma. En su agenda figura el nearshoring, la mejora de procesos y la atracción de inversiones que complementen al turismo: tecnología, servicios y logística. «El objetivo es que la región se consolide como un polo que combine turismo, comercio y servicios especializados», agrega.

La gobernanza aparece en su discurso como condición necesaria para el desarrollo. Francesca propone
la publicación periódica de indicadores sobre empleo, inversión social, consumo de recursos y resultados ambientales. Esos datos deben servir para medir el impacto real de los proyectos y para exigir rendición de cuentas. La ejecutiva defiende alianzas público-privadas con reglas claras y objetivos de largo plazo. La sostenibilidad, dice, no se alcanza con acciones aisladas, «requiere planes estructurados que produzcan beneficios tangibles para la comunidad».

En la práctica, esa visión se materializa en proyectos concretos. El Centro de Innovación Marina busca regenerar arrecifes y generar conocimiento aplicable a la conservación. Los programas farm-to-table (del huerto a la mesa) fortalecen la autosuficiencia alimentaria y conectan a productores locales con la oferta gastronómica. Las iniciativas de formación técnica pretenden crear trayectorias profesionales en oficios, gestión hotelera y logística. La apuesta por la zona franca y los MRO añade una capa industrial que procura estabilidad frente a los ciclos del turismo.

Un liderazgo con matiz humano

Francesca Rainieri asume su nuevo rol en AMCHAMDR con conciencia del peso simbólico que representa ser la primera mujer en ese puesto en más de un siglo. Para ella, la elección no es
un título decorativo; es una responsabilidad con impacto real: promover la equidad, abrir espacios paramujeres y jóvenes y construir un liderazgo más diverso. «La inclusión es clave para el crecimiento social y económico», expone. La ejecutiva anuncia alianzas con universidades para programas técnicos y de formación profesional que apunten a resultados sostenibles.

El relato que propone Francesca combina la mirada larga del que administra un legado con la voluntad de transformar ese legado para los desafíos actuales. Evita fórmulas fáciles y apuesta por decisiones que generen empleo digno, mejoren la educación y protejan el entorno. En sus palabras se percibe una convicción: «El desarrollo sostenible es posible cuando la empresa actúa con responsabilidad y cuando la comunidad participa de los beneficios».

Bohío concluye esta conversación con Francesca Rainieri como quien escucha a
una gestora que reivindica la memoria familiar sin renunciar a la innovación.
Su gestión pretende mantener la identidad del destino y elevar la calidad de vida de su gente. Si las decisiones que impulsa logran equilibrar tradición y renovación, el legado que heredó podría convertirse en una plataforma de prosperidad compartida, capaz de ofrecer al Caribe un modelo replicable de desarrollo con rostro humano.

 

DE CERCA

Para Francesca Rainieri, ser madre y ejecutiva es una de las decisiones más importantes
de su vida, una experiencia que fortalece su liderazgo con resiliencia, empatía y organización. Señala que la clave está en integrar su vida personal y profesional, mientras aplica en la empresa lo aprendido en casa y viceversa. Expresa que Punta Cana ocupa un lugar especial en su corazón por ser su hogar y el sueño compartido de su familia, pero invita a recorrer toda República Dominicana por su riqueza natural y cultural, un país que, asegura, «lo tiene todo» y sorprende en cada visita.