El artista chileno Mario Irarrázabal dejó su huella indeleble en las arenas de Punta del Este con una escultura que desde hace décadas es el símbolo por excelencia de esta ciudad balneario uruguaya. Su nombre original es “Hombre emergiendo a la vida” y se inauguró en 1982 durante el Primer Encuentro Internacional de Escultura Moderna al Aire Libre de Punta del Este. Pero la norma popular se impuso y desde hace años se le llama “Los Dedos” o “La Mano” y es donde visitantes y turistas se toman la foto más emblemática.

Los Dedos se encuentran en la Playa Brava, a la altura de la Parada 4. A su alrededor siempre hay movimiento, no importa que no sea temporada alta, hasta en invierno vemos desfilar por aquí a turistas que bajan de sus vehículos para no irse de este destino sin retratarse en el ícono de la ciudad, como si de veras entendieran que la gigantesca mano abierta de Irarrázabal representa el encuentro entre los pueblos.  

El alcance de la escultura llegó por un momento hasta el Festival Internacional de Cine de Punta del Este, que en 2004 adquirió carácter competitivo e incorporó los premios Mano de Oro y Mano de Plata. La cita del séptimo arte es la más antigua de Latinoamérica; la fundó el argentino Mauricio Litman en 1951 y le otorgó mayor notoriedad al balneario, al recibir la visita de ilustres personalidades del cine como Gérard Philipe, Yves Montand, Silvana Mangano y Joan Fontaine. Luego de dos ediciones iniciales, el festival dejó de realizarse, salvo por algunas muestras esporádicas, hasta que las  actividades se reanudaron en 1998.

Kilómetros de playas

Si algo no falta son playas. Y no es para menos, la zona costera de Uruguay tiene aproximadamente 672 km de largo, de los cuales 452 km corresponden al Río de la Plata y 220 km al océano Atlántico. Localizada a 140 km al este de Montevideo y perteneciente al Departamento de Maldonado, la península de Punta del Este es el destino de playa más importante del país y uno de los más conocidos de América. 

Las más famosas son la Mansa y la Brava, y se llaman así porque una es de aguas tranquilas y la otra de aguas más feroces, cuyo oleaje en invierno hace la delicia de los amantes de deportes acuáticos. Las familias con niños y deseosas de tomar un relajante baño de mar o reunirse a compartir un mate bajo el sol por lo general acuden a Playa Mansa.

Pero si lo que buscas es alejarte de los centros más concurridos, otras playas proporcionan un poco más de privacidad, y algunas hasta tienen un aire místico y hacen que contemplar el amanecer o el atardecer sea una experiencia casi religiosa. Una de ellas es Pinares, al oeste de la Mansa, con su mar sereno y sus aguas profundas. Y para los amantes del naturismo está Chihuahua, famosa por ser la primera playa nudista oficialmente autorizada en Uruguay, situada sobre la bahía de Portezuelo y rodeada de exuberante naturaleza.

Solanas, localizada entre Portezuelo y Punta Ballena, con su carácter familiar y sus vistas del cerro Pan de Azúcar, es muy querida por los esteños. En enero fue noticia con la inauguración de Solanas Crystal Lagoon, una laguna artificial de más de cinco hectáreas perteneciente al complejo hotelero Solanas Vacation Club. Los que no deseen o no puedan trasladarse al Caribe tienen aquí las palmeras, el agua cristalina, la arena blanca y el inconfundible color turquesa de cualquier playa de República Dominicana, Cuba o Jamaica.

Dos islas muy particulares

Muy cerca de Punta del Este se encuentran la Isla de Lobos y la Isla Gorriti. La primera, a ocho kilómetros de la costa, sobre el Atlántico, alberga una considerable colonia de leones y lobos marinos. A partir de 1990 pasó a ser una reserva natural para preservar esas poblaciones y garantizar la permanencia de una manada estable en la isla. Desde el puerto de Punta del Este salen tours privados todos los días en verano y el recorrido incluye un baño junto a estos encantadores animales. El faro de la isla, construido en 1906, es uno de los más altos del mundo con sus 59 metros.

Cuentan que la Isla Gorriti, frente al puerto, debe su nombre al hecho de que a mediados del siglo XVIII fuera enviado allí como prisionero el capitán Francisco Gorriti luego de un altercado con el primer gobernador de Montevideo Joaquín de Viana. En verano más de 500 personas llegan diariamente en embarcaciones a disfrutar durante unas horas de sus dos magníficas playas, Puerto Jardín y Playa Honda.

Visita imperdible

Podría seguir hablando de playas y actividades náuticas, pero Punta del Este es mucho más. El Arboretum Antonio Lussich, un bosque en el que da gusto caminar o andar en bicicleta, es una impresionante reserva forestal, considerada entre las mejores del mundo por su variedad. Se encuentra en Punta Ballena, a pocos minutos por carretera, y alberga la mayor colección de especies de eucalipto del país. En la antigua casa de Antonio Lussich, su fundador, funcionan los museos del Azulejo y el de Artes Plásticas.

Vibrante urbe turística 

Con más de cien años de historia Punta del Este se ha convertido en la “Joya del  Atlántico Sur”. En enero de 1906 el balneario tenía una población de 492 habitantes, 111 casas y unas 20 casas en construcción. Hoy colman la península lujosos hoteles, condominios y residencias, distinguidos restaurantes, parrandas hasta el amanecer y eventos que congregan al jet set internacional. Incluso el año pasado se inauguró un imponente centro de convenciones, el más moderno del cono sur. En la activa Avenida Gorlero o en la rambla es casi imposible transitar en verano a las 2:30 de la madrugada, ya sea a pie, en bicicleta o automóvil.

No es de extrañar que Donald Trump, el flamante presidente de Estados Unidos, haya apostado por la belleza oceánica y el glamor de este balneario para construir una Trump Tower, una de sus pocas torres en Latinoamérica pero que ya se anuncia como la más moderna de la ciudad. Se levanta en la Parada 9½ de la Playa Brava y su inauguración está prevista para 2018. El apartamento más barato, de 100 m2, cuesta 510 mil dólares.

Descanso y paladar

Punta del Este puede ser un lugar sofisticado para vacacionar, pero también es bohemio y seductor. Los hoteles cubren rangos de precios para todo los bolsillos, desde los cinco estrellas como el emblemático Conrad Punta del Este Resort & Casino y el exclusivo L’Auberge, hasta otros más asequibles como el Joan Miró Hotel y el Alhambra. 

En cuanto al paladar, en el área de la península tienes a Olivia, con sus irresistibles crepes de salmón ahumado, su chivito Wilson y su limonada con jengibre. A 15 minutos por carretera, en el centro de Maldonado, capital departamental, se encuentran varios pubs si te animas a unos tragos; Patricia y Norteña son dos cervezas uruguayas que no puedes dejar de probar y nada mejor que hacerlo en The Bar, Cuba Libre y Tío Jack. Sobre la Ruta 10 de La Barra, donde las noches son movidas, abundan boliches, bares y restaurantes; aquí están El Chancho y la Coneja, Mahalo, Borneo Coffee, Teque Crunch, San Jorge y muchos más.

Cierro el capítulo con Casapueblo, un hotel ubicado entre Punta Negra y Punta Ballena que tomó 36 años en completarse. Construido por el artista uruguayo Carlos Páez Vilaró, además de alojamiento incluye museo, galería de arte, taller y restaurante. Es una escultura viviente que se asemeja a las edificaciones de la isla griega de Santorini. Aquí las puestas de sol no pueden ser más emocionantes, pues mientras cae el ocaso se escucha de fondo el poema “Oda al Sol” recitado por el mismo Vilaró: “¡Adiós, Sol! Mañana te espero otra vez. Casapueblo es tu casa, por eso todos la llaman la casa del sol. El sol de mi vida de artista. El sol de mi soledad. Es que me siento millonario en soles, que guardo en la alcancía del horizonte”. Y todos aplaudimos.

AdrianMoralesPor Adrian Morales
Editor de Contenido Bohio
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