República Dominicana abrió un nuevo capítulo en su infraestructura aeroportuaria cuando el presidente Luis Abinader presidió el acto inaugural de la construcción de la nueva terminal de pasajeros del Aeropuerto Internacional Las Américas, José Francisco Peña Gómez (AILA).
La obra, proyectada con una inversión de 250 millones de dólares, aspira a transformar la capacidad operativa del principal aeropuerto de la zona metropolitana de Santo Domingo y a reforzar la posición del país en las redes
de conectividad regional.
La directora general de Aerodom, Mónika Infante, calificó el proyecto como un hito y ubicó la iniciativa dentro de la estrategia conjunta con VINCI Airports para consolidar a República Dominicana como un hub aéreo de referencia. «Esta inversión histórica, la primera nueva terminal construida en el AILA desde su inauguración en 1956, responde a una visión de largo plazo: fortalecer la conectividad y proyectar al país como centro neurálgico de transferencia aérea en los próximos diez o veinte años», declaró Infante a Bohío.

Infraestructura y experiencia del pasajero
El nuevo edificio, diseñado en tres niveles, contará con una superficie de entre 33,000 y 35,000 metros cuadrados y añadirá capacidad para hasta cuatro millones de pasajeros anuales. La plataforma de maniobras ofrecerá espacio para operar hasta trece aeronaves en forma simultánea y el complejo incluirá un estacionamiento con 900 plazas. En materia operativa, las terminales de llegadas y salidas incorporarán tecnología de control de equipaje con cuatro cintas transportadoras, 38 mostradores de check-in, cuatro filtros de seguridad y diez posiciones de embarque. El proyecto contempla, además, áreas ampliadas de espera y una oferta comercial y gastronómica renovada.

Infante subrayó el carácter integral de la intervención. «No se trata solo de ampliar metros cuadrados; se trata de elevar estándares de servicio, reducir fricciones en los procesos de viaje y ofrecer una experiencia coherente con la ambición turística del país», afirmó. Para la ejecutiva, la suma de infraestructura, tecnología y procesos permitirá atraer nuevas rutas y aerolíneas de Europa, Norteamérica y el Caribe, y favorecerá la vinculación con cadenas logísticas más complejas.
El proyecto incorpora medidas de sostenibilidad que, según Aerodom, responden a estándares internacionales.
La terminal dispondrá de un Energy Center que generará la totalidad del frío con energía solar y almacenamiento térmico, además de sistemas para reutilizar aguas residuales tratadas en la climatización. «Nuestra meta
es operar, en el mediano plazo, con un balance neutro de carbono; este diseño busca asegurar eficiencia energética y gestión racional del recurso hídrico», señaló Infante. Aerodom estableció como objetivo alcanzar la neutralidad de emisiones para 2050 y exigió que los indicadores de avance queden explícitos en los informes de obra.
Empleo, rutas y dinamismo económico
La ejecución del proyecto se apoya en una alianza entre Aerodom y el Gobierno dominicano, con la participación del Gabinete de Turismo, la Comisión Aeroportuaria y otras entidades públicas. Las autoridades atribuyeron la factibilidad de la obra a la renegociación del contrato de concesión en 2023, que permitió comprometer inversiones sin afectar la operación diaria del aeropuerto. El ministro de Obras Públicas, Eduardo Estrella, resaltó que la terminal agilizará los procesos de entrada y salida de viajeros, mientras que el ministro de Turismo, David Collado, recordó que el AILA no había recibido una intervención de esta magnitud desde su inauguración.

En términos de empleo, las autoridades esperan la creación de centenas de puestos directos e indirectos durante la etapa de construcción y la generación de empleos permanentes asociados a la operación y servicios del nuevo edificio. A juicio de la dirección de Aerodom, la capacidad adicional y la modernización de la oferta comercial deberán traducirse en mayores frecuencias, nuevas rutas de largo alcance y un incremento de la conectividad regional.

La magnitud del proyecto convoca, no obstante, preguntas relevantes para el seguimiento público. La coexistencia de cifras técnicas dispares —33,000 frente a 35,000 metros cuadrados— requiere precisión en la documentación oficial que acompañe cada fase. Las declaraciones sobre sostenibilidad y neutralidad precisan convertirse en metas cuantificables:potencia instalada para generación solar, volumen de agua reutilizada y reducción anual de emisiones constituyen parámetros verificables que la sociedad civil y los entes reguladores podrán exigir.
Asimismo, convertir al AILA en un hub regional exige políticas complementarias: incentivos comerciales, acuerdos de desarrollo de rutas aéreas, eficiencia en slots y coordinación logística con puertos y carreteras. La infraestructura constituye condición necesaria, pero no suficiente; la atracción de nuevas rutas dependerá también de la articulación entre operadores, reguladores y la oferta turística y logística del país.

En el horizonte de la obra converge una expectativa colectiva: esta iniciativa puede consolidar una plataforma de desarrollo y abrir oportunidades para la región; al mismo tiempo, impondrá la obligación de traducir promesas en resultados concretos, con transparencia en contratos, cronogramas y cumplimiento de metas ambientales. En palabras de Infante, «invertir en infraestructura aeroportuaria es invertir en la proyección internacional del país; ahora corresponde ejecutar con rigor y rendir cuentas sobre cada etapa de la obra».
El desafío consiste en mantener la coherencia entre la visión anunciada y la gestión cotidiana del proyecto. Si la ejecución respeta plazos, estándares y métricas verificables, el AILA podrá dejar de ser un aeropuerto con operaciones centenarias para convertirse en un nodo logístico y turístico que aporte con solidez al crecimiento nacional.
La ceremonia contó con la presencia de autoridades civiles y militares, representantes del sector aeroportuario y delegaciones diplomáticas. El presidente Abinader aprovechó el acto para vincular la obra a una agenda más amplia de recuperación y mejora de atractivos turísticos: en paralelo, el Gobierno anunció la pronta entrega del parque submarino La Caleta, rehabilitado tras décadas de abandono.
Anita González Sigler
Redactora
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