Para escribir monólogos humorísticos lo mejor es nutrirse de la psicología de un habitante como el de Santo Domingo, que es ocurrente, espontáneo, carismático. Esa práctica la lleva Carlos Sánchez, uno de los grandes humoristas que ha dado la capital dominicana. Según el hijo de Doña Yolanda, como también le llaman, el buen humor del capitaleño tiene mucho que ver con el sol y el calor, porque “dan energía, soltura, ganas de hacer las cosas más rápido, y eso va creando un perfil de ciudadano”. Por eso el extranjero se enamora de esta ciudad, dice. “Cuando vienen aquí y ven a la gente hablando duro, bailando sin necesidad de fiesta o música, viviendo el día a día y siempre riendo, piensan que llegaron al paraíso. Y los entiendo”.
¿De niño cuál era tu lugar favorito de la ciudad y por qué?
Gazcue, donde nací y me crié. Allí tuve amigos por todos lados. Yo soy de la México con Rosa Duarte y por ahí hice un grupo de amigos. Luego tuve otro grupo de la Caonabo, que fue donde llevé mi fiebre del béisbol y el ciclismo. Luego tuve amigos por la Santiago e Independencia, el grupo de los músicos y otros del colegio. O sea que yo anduve Gazcue entero y gocé muchísimo todos esos años. Ahora vivo lejos de Gazcue y por momentos… ¡me hace una falta!… Me encanta pasar y ver todavía muchas de las clásicas casas con esos hermosos jardines, algunos de ellos donde jugábamos a “La jugada del día”, que era tirarle a alguien una pelota difícil de agarrar, para uno tener que lanzarse de barriga en la grama, como si uno fuera de las grandes ligas, para atrapar un “fly”.
¿Qué añoras del viejo Santo Domingo que pudiera rescatarse ahora con el lanzamiento de la Marca Ciudad?
Más espacio. Ahora todo está ocupado por edificios y vehículos estacionados en la calle. Tenemos que incentivar la construcción de edificios de estacionamientos públicos en zonas muy congestionadas. Respetar también las zonas de “no estacione” y respetar el “una vía”. Si se solucionan esas dos cosas, la ciudad fluirá mucho mejor. Además de eso, creo que deben mantenerse las casas clásicas e históricas, y convertirlas en museo para incentivar su visita y así sea rentable su mantenimiento.
¿Con tu humor característico, por qué “Santo Domingo es alegría”?
Porque el dominicano desarrolló una coraza contra las penurias, léase la pobreza y la corrupción política, y esa coraza es la alegría. Salir a beberse un pote o una cerveza, con una buena bachata y con un buen espacio para bailar, hablar duro y reírse, son la mejor manera de obviar esos problemas y mantener la alegría por encima de todas las cosas.