Si en el último año teníamos grandes motivos para festejar en Ediciones Cabrer –medio siglo de publicación ininterrumpida es toda una proeza–, con este número seguimos de celebración, pues el ejemplar que en este mismo instante usted está sosteniendo en sus manos, corresponde a la edición 200 de nuestra revista.

Y ese número tan significativo nos invita a indagar qué hay detrás de él en la historia y en lo cotidiano. A modo personal, lo primero que se me ocurre es el título de uno de mis libros favoritos, El año 200, de Agustín de Rojas, un clásico de la ciencia ficción cubana y del mundo. Su lectura, a mis 20 años, me hizo apasionarme aún más a ese género literario.

¿Pero qué pasó en la vida real en el año 200? Según los archivos de historia, a partir del 200 a. C. comienza a desarrollarse la cultura nazca en la costa sur del actual Perú. En el 200 d. C. inician los asentamientos de la cultura Hohokam, los indios norteamericanos prehistóricos que vivieron hasta el 1400 en la región semiárida del centro y sur del actual estado de Arizona.

Entre los récords más espectaculares del mundo del deporte están los del jamaicano Usain Bolt, “el rey Midas del atletismo moderno”, quien en los 200 metros planos detuvo el cronómetro en 19,19 segundos, un tiempo que logró en el campeonato mundial de Berlín en 2009 y que nadie, ni él mismo antes de retirarse, ha logrado pulverizar. El récord olímpico también lleva su nombre y lo estableció en la final de Pekín en 2008, con un tiempo de 19,30 segundos.

Mención aparte merece otro que se ha bañado en oro, el nadador estadounidense Michael Phelps, quien con el triunfo obtenido en los 200 metros estilos en las Olimpiadas de Río 2016 se convertía en la mayor leyenda de la historia olímpica, al romper un récord de 2.168 años de antigüedad. Con ese triunfo “el tiburón de Baltimore”, como también le llaman, acumulaba 13 títulos individuales para superar a la única persona que en la historia de las olimpiadas antiguas y modernas había acumulado 12: el atleta griego Leónidas de Rodas, en el 152 a. C.

Hablando de hazañas, la del francés Alexis Lemaire es descomunal. Esta “calculadora humana” fue capaz, en 2007 –a sus 27 años–, de romper su propio récord al resolver en apenas 70,2 segundos la raíz decimotercera de un número de 200 dígitos (seleccionado aleatoriamente por computadora). El hecho ocurrió en el Museo de Ciencias de Londres y para llegar al resultado Lemaire no usó ni lápiz ni ordenador, solo el poder de su cerebro.

A los mayas les debemos mucho. Su sistema de numeración es vigesimal, es decir, su base es 20, y de raíz mixta, similar al de otras civilizaciones mesoamericanas. Pero fueron ellos los primeros del planeta en concebir un simple e ingenioso sistema de numeración; inventaron el cero y el principio de posición, que facilitan los cálculos aritméticos. El sistema decimal, desarrollado por los indostanos e introducido en Europa por los árabes, se calcula que se inventó al menos tres siglos después que el sistema vigesimal maya.

¿Y dónde más aparece el 200? En los caballos de fuerza de la motocicleta que Confederate Motors presentó en 2015 (G2 P51 Combat Fighter); en el bicentenario de la independencia de Argentina, celebrado en 2016; en el cuento El hombre bicentenario (The Bicentennial Man), del escritor de origen ruso nacionalizado estadounidense Isaac Asimov, y que Hollywood llevó al cine en 1999 con Robin Williams como protagonista; y en los más de 200 asentamientos indígenas descubiertos en 2016 en el norte y noroeste de República Dominicana, a partir de un estudio internacional que sigue la ruta que originalmente recorrió Colón en 1494.

Metafísicamente hablando, el 200 es considerado por los entendidos como un número portal que funciona con los pensamientos de quienes trabajen junto a él. Así me lo explica la uruguaya Eliana Guerra, especialista e intérprete de numerología. “Los números nos encuentran a nosotros y no al revés. Esa fuerza cuántica es la posibilidad de materializar aquello que pensamos y sentimos a una velocidad récord. El 200 es un excelente número para desear bienestar a grandes escalas (humanidad, naturaleza, países, océanos), pues consta de dos ceros y a los mismos se les conoce por multiplicar por 10 cada pensamiento que depositemos en él”, señala la estudiosa.

Concuerdo con Eliana cuando dice que llegar al número 200 de algo habla de gran constancia, dedicación y profunda mentalidad hacia el objetivo que se ha querido cumplir. “Este número llega cuando quienes recorren un camino de propósitos y esmero han logrado atravesar y comprender muchos de los estados que un ser humano puede atravesar individualmente. Es un número que nos habla de un amor incondicional por lo que se realiza y una mentalidad con mucha fortaleza y fe, de tal manera que el equipo podrá elevarse ante las dificultades. Son tiempos en los que se retribuirá el trabajo realizado de manera positiva”.

Constancia y dedicación nos sobra, así que hay Bohío para rato. La industria turística dominicana seguirá siendo la locomotora de la economía nacional, y ahí estará nuestra revista como una plataforma de difusión acompañando a los protagonistas y reseñando los atractivos que nos convierten en el principal destino del Caribe.

Adrian R.Morales
Editor de contenido