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Si le dieran a elegir su monumento favorito, Esteban Prieto, director de la Oficina de la Obra y Museos de la Catedral de Santo Domingo, no tendría dificultad para decidirse por uno. Después de 27 años de arduo trabajo en la Catedral, y conociéndole hasta sus entrañas, no puede preferir otro que el primer templo de América. “Mientras más la conozco, más la amo, más la admiro”, confiesa. Además de su arquitectura esencialmente gótica tardía, su rica fachada renacentista y sus retablos barrocos, ella encierra muchas historias. Son varios los personajes vinculados a ella, como el obispo Alejandro Geraldini, el travieso Luis Colón y Toledo –como lo llamó S. S. Juan Pablo II–, el virrey Diego Colón y su influyente esposa María de Toledo, el temible corsario Francis Drake, el padre Billini, y otros ilustres arzobispos que pasaron por ella. “Por eso no es de sorprender que para resumir su larga historia nos tomara más de 600 páginas, las del libro que S. E. R. Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez puso a circular en los actos de celebración de los 500 años de la creación de la diócesis de Santo Domingo”, señala el arquitecto. 

 

Cuando se habla de monumentos, el dominicano tiende a hacer una asociación con grandes obras arquitectónicas como la Catedral. ¿Qué tiene el patrimonio arquitectónico de Santo Domingo que mostrarle al visitante?

Santo Domingo, y no sólo la ciudad intramuros, tiene un vasto y rico patrimonio arquitectónico que representa las diferentes épocas y estilos a partir de su fundación. Además de los antiguos conventos, iglesias, fuertes y palacios, la Ciudad Colonial posee un conjunto de casas de los períodos coloniales español y francés, con ricos interiores pocas veces vistos. Se destaca, además, esa arquitectura popular, con algunos ejemplos de madera dignos de conservar. La ciudad intramuros tiene buenos ejemplos de edificios Art Deco y estilo moderno, obras de prestigiosos arquitectos dominicanos y extranjeros. Hay que caminar por El Conde para ver muchos de esos magníficos ejemplares que conforman el patrimonio arquitectónico santodominguense. Hay que mencionar la rica y variada arquitectura del “gran Gazcue” y los conjuntos de arquitectura moderna de la Ciudad Universitaria y de la Feria o Centro de los Héroes.

¿Cómo contribuye la Marca Ciudad a que el habitante de la capital se sienta en la obligación de conservar el rico patrimonio arquitectónico de Santo Domingo?

La marca ciudad no es más que la imagen de la ciudad o aquello que la diferencia de las demás ciudades. Son esas características que hacen ver que uno está en Santo Domingo y no en otro lugar. Por eso es importante conservar la autenticidad de las cosas, tanto la arquitectura, como el ambiente, las costumbres y tradiciones… Hay que trabajar con la comunidad, lograr que se sientan orgullosos de su ciudad, la valoren y aprendan a conservarla. Para ello es decisivo el apoyo del Estado dominicano y de la clase empresarial.

¿Qué añora del viejo Santo Domingo que pudiera rescatarse con el lanzamiento de la Marca Ciudad?

Aunque esa es una pregunta para hacérsela a los viejos, me atrevería a decir que algunas cosas que añoro de mis años de juventud en la capital es la seguridad con que se vivía, la escala humana de la ciudad, los paseos por la calle El Conde viendo sus vitrinas, principalmente en Navidad para ver el Santa Claus de la Margarita y los regalos que esperaba recibir, los cines de la Ciudad Colonial, las tardes de domingo en el malecón…