La ley de cine es atractiva y funciona. Al conversar con ellis pérez, al frente de la dirección general de cine (dgcine), podemos constatar que su contagioso entusiasmo tiene fundamentos muy sólidos. El destacado ejecutivo posee más de 50 años de experiencia en los medios de comunicación y ha laborado en turismo, televisión, radio y publicidad.
Desde que asumió su actual posición, hace casi dos años, ha recorrido el gran circuito mundial de eventos cinematográficos, entre ellos el Festival de Cannes, la Berlinale, el Festival Internacional de Cine de Guadalajara y el American Film Market de Santa Mónica, en California. En todos ellos él y su equipo enarbolaron la bandera de la nueva era del cine dominicano y atrajeron las miradas hacia esta media isla del Caribe que construye los cimientos de su identidad cinematográfica. La Ley de cine no podía llegar en mejor momento. En 2012 la DGCine otorgó 23 permisos de rodaje, y este año todo apunta a que la cifra será mayor.
¿Cómo beneficia la joven Ley de cine a la industria cinematográfica dominicana?
Es un sueño que cualquiera quisiera realizar como productor o director de cine en el país. Es sumamente generosa, hay pocas leyes de incentivo como ésta en otros países. Tiene la virtud de que prácticamente elimina el riesgo de inversión en las películas dominicanas, pues establece, en su artículo 34, que los empresarios dominicanos pueden retener hasta el 25% de los impuestos que tienen que pagarle al Estado, si lo invierten en películas. Y cuando lo invierten, si esa película recupera su inversión, aunque no dé beneficios, ya esa inversión queda en los bolsillos del inversionista. Ellos entran dinero del Estado y recobran dinero para sí. La ley es muy atractiva porque pone en manos de los productores y directores de cine dominicanos, un fondo financiero extraordinario, que les permite financiar sus largometrajes.
Entonces, en materia de producciones cinematográficas, ¿habrá mayor variedad de géneros, más cine conceptual y de reflexión y tal vez menos comedias?
Una de las derivaciones de esa Ley es que permite a los directores dominicanos incursionar en géneros que les eran prácticamente prohibidos. Estaba demostrado que sólo las comedias recuperaban inversión y tenían el potencial de producir beneficios. Ahora ya se está incursionando en otros géneros: histórico, social, de horror, que antes no se abordaban porque había una certeza de que el dinero invertido no iba a ser recuperable. Ya ese temor no existe. El cine dominicano está expandiéndose y enriqueciéndose con temas que antes eran desestimados por una razón estrictamente financiera. Las comedias seguirán teniendo su nicho.
¿Mejorará la calidad de nuestro cine?
Habrá más calidad porque hay un enriquecimiento del cine a través de la diversidad de géneros. Eso de por sí es una ganancia importante. Ahora, ¿qué está pasando también? Al no tener la presión de la inversión riesgosa, los productores y directores dominicanos tienen la facilidad de ampliar sus presupuestos en cuanto a la calidad de soporte humano y técnico. Entonces todo esto deviene en la adquisición de un grado más alto de calidad en la realización de la fílmica dominicana.
¿Qué planes tiene la DGCine para Cannes este año?
El Festival de cine de Cannes es el más fastuoso, relevante y glorificado de todos los festivales de cine del mundo, y lo pude comprobar personalmente el año pasado cuando asistí por primera vez. Nos hemos preparado para tener una participación relevante. República Dominicana compartió un pabellón la edición pasada, con los auspicios de la Asociación Internacional de Oficinas de Cine, con otros países. En esta ocasión tenemos ya asegurado un pabellón propio que dirá: República Dominicana o la “République Dominicaine”, porque estaremos en Francia. Ahí pretendemos contar la historia de nuestro cine, mostrarle al mundo cinematográfico el significado que ha tenido la Ley para el nuevo cine dominicano, y está la intención de que al menos una de las películas de las que se están terminando ahora, pueda calificar para Cannes y entrar en competencia. Me refiero a “Cristo Rey”, que está en posproducción. El dueño de la película, confía en que Leticia Tonos le entregue una producción con suficiente calidad, mínima para que pueda ser calificada.
La Ley de cine trae consigo la necesidad de asistir a talleres, cursos, conferencias, mayor capacitación e innovación… ¿Habrá en nuestro país en un futuro una escuela de cine a la altura de la de San Antonio de los Baños?
Eso es mucho decir. Esa es una escuela de mucha reputación, donde ha ejercido un profesorado de grandes luminarias del cine y ha contado con el apadrinamiento de una figura mundial como Gabriel García Márquez, donde Coppola ha ido a impartir charlas y conferencias. Yo no la pondría en ese nivel. En el caso nuestro, de la DGCine, nos preocupa el presente, hacer los talleres que llenen los huecos del momento. Hemos dado un salto de hacer al año tres o cuatro películas a hacer más de 20. Como ahora hay una mayor demanda de recurso técnico humano, le estamos dando mucha importancia a la capacitación en las áreas más débiles.
Tenemos entendido que desde principios de año existe un programa de capacitación…
Sí. Mediante ese programa hemos traído a técnicos europeos, norteamericanos, cubanos y sudamericanos, que han impartido talleres, especialmente a los que constituyen la base de una filmación, como los técnicos de electricidad, de piso, los “grip” y a la asistencia de dirección. Los cursos han sido muy útiles a esos técnicos dominicanos que esta ban en nivel inicial o casi medio. Ese trabajo lo hemos estado realizando conscientes de la necesidad que tenemos.
¿Qué características tienen los estudios Indomina que Pinewood Shepperton construye en Juan Dolio?
La apertura de los nuevos estudios de Indomina en Juan Dolio, programada para fines de mayo, será un acontecimiento. El nuevo tanque de agua, que yo lo he visto y sé que está prácticamente listo, será el más grande del mundo y contará con tecnología de punta. Todo es nuevecito ahí. Ellos tienen estudios en Asia, sus viejos estudios en Londres, Canadá y en Los Ángeles, en Hollywood. Por si algún lector no lo sabe, los estudios ingleses de Pinewood han realizado todas las películas de James Bond y la saga de “El Señor de los Anillos”. Con la capacidad, el conocimiento, la experiencia y las relaciones que tiene Pinewood en el ámbito cinematográfico mundial, y lógicamente el empuje y el respaldo del grupo Vicini aquí en el país, no hay duda de que esa nueva instalación será muy exitosa. Y dará luz a un crecimiento y enriquecimiento, no solo del cine local y extranjero –que preferirán utilizarnos por razones de bajo costo–, sino también en la realización de series de televisión.
¿Hay planes para que la DGCine tenga más presencia en ferias de turismo como un producto propio?
El sitio donde tenemos la obligación de estar es en los festivales y mercados de cine. Tienes el caso de Cannes, el gran festival y a la vez uno de los más importantes. Tienes el American Film Market, que se lleva a cabo en noviembre en Santa Mónica, Los Ángeles, Estados Unidos, que no es un festival pero es, tal vez, el mercado más grande del mundo, al cual asistimos el año pasado con un pabellón propio y ya tenemos nuestro puesto asegurado para noviembre de este año. Luego tienes otros festivales como el de Toronto, el de Berlín, etcétera.
Pero usted es un hombre de turismo. Incluso llegó a ser secretario de Estado de esa cartera.
Toda la vida he sido un hombre de turismo. Siempre he estado muy vinculado al sector. Incluso soy asesor de ASONAHORES. Sin embargo, no hemos sido invitados a las ferias como producto. Hubiera sido interesante que nos invitaran a la ITB de Berlín, que es la feria más grande de su tipo. Existe una sinergia obligada entre el cine y el turismo, sobre todo para nosotros, que somos el principal destino turístico del Caribe y de los más importantes de América Latina. Esa conjunción no se ha dado todavía, pero les tengo una noticia, ya he confirmado a una Viceministro de Turismo que puede tener “un rinconcito” en nuestro pabellón en el Festival de Cine de Cannes.
Usted ha representado al país en el Festival de cine de Guadalajara. Y si damos una ojeada a la historia, vemos que hace más de 50 años el cine contribuyó a proyectar a México como destino. ¿Podría República Dominicana seguir esos pasos?
Fui a Guadalajara por primera vez el año pasado, porque me dijeron que no debía dejar de ir. Ese festival está considerado como el principal de Latinoamérica y he podido comprobarlo. Volvimos este año, hemos tenido nuestro propio espacio, de los más atractivos y exitosos. Cada vez que les mencionaba esos años gloriosos del cine mexicano, los mexicanos me aclaraban que ese fue un fenómeno de carácter único, que lo produjo la Segunda Guerra Mundial, y por eso los norteamericanos tuvieron una serie de limitaciones que dieron lugar a que muchos productores y directores miraran al sur y filmaran en México. Después el cine de ese país decayó y ahora está dando muestras de recuperación. Si mencionamos a México, Brasil, Argentina, incluso a Chile, potencias cinematográficas, o el caso de Cuba, que ha hecho muy buen cine, ahora nosotros estamos entrando en la etapa de poner la zapata para la nueva era del cine dominicano, que deberá continuar para definir en un momento dado una identidad nacional de cine.
¿Qué películas marcaron su infancia?
Mira, de muchacho tengo recuerdos inolvidables. Nunca olvidaré el impacto que recibí al ver “Casablanca”. En aquella época la vi dos o tres veces. Cada vez que me preguntan sobre mi película preferida, casi siempre respondo “Casablanca”. Me fascinó “El Conde de Montecristo”, con Arturo de Córdoba, obra del gran cine mexicano de los cincuenta. También recuerdo que provocara un impacto en mí la película “Los tres mosqueteros”, norteamericana, de esa misma década. Y hay una película que no es de gran garra, pero fue muy divertida, el musical “Al son del mambo”, que pretendía contar la historia de Pérez Prado y de ese nuevo ritmo que Cuba daba al mundo. Fue un desfile de musicalidad, lleno de mambo y del baile de las Dolly Sisters. La vi como ocho veces.
¿A qué cine iba?
Siendo un muchachito, recuerdo que iba al cine Max, que estaba en la entonces José Trujillo Valdez, hoy avenida Duarte. El cine estaba ubicado entre las calles Benito González y la avenida Mella. El gerente era Gilberto Rivera Torres, quien luego, al convertirse en manager de artistas, se llamaba “Girito”. Más tarde tuve la oportunidad de ser presentador de su persona.