Desde la edad de nueve años Hugo Pérez Ovalles comprendió el sentido del trabajo digno y duro. Empezó en un taller de ebanistería, donde recibía un peso a la semana, y cuando llegaba el sábado, el día de su remuneración, se sentía el niño más feliz del mundo. De su infancia en su natal Moca recuerda con cariño la alegría y camaradería de la gente del barrio.
Gracias a sus ansias de superación, se destacó en los estudios y pudo acceder al programa de Crédito Educativo a la Excelencia Académica, con lo que se convirtió en el primero de su familia en entrar a la universidad. En 1995, con apenas 21 años, se graduó con honores en Ingeniería Civil de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago de los Caballeros.
Su sed de aprendizaje, eficaz desempeño y desbordante pasión por el ejercicio de la construcción y los negocios lo llevaron a ocupar distintas posiciones, desde ingeniero residente de obra hasta gerente de Proyectos. Luego de trabajar en varias propuestas hoteleras y estudiar los modelos de negocios existentes, vislumbra un nuevo nicho en la gestión y dirección de proyectos turísticos, que lo lleva, en el 2004, a introducirse de forma independiente y asumir el desarrollo de los pequeños proyectos de hoteles que las grandes empresas descartaban. Al ver el potencial del modelo de clúster turístico, decide arriesgarse y fundar, ese mismo año, Therrestra, empresa dedicada al diseño, la construcción y supervisión de este tipo de proyectos.
¿Qué modelos de negocios le sirvieron de base para lanzarse de forma independiente?
La oportunidad de trabajar para mí mismo llegó sola, no me lo propuse, simplemente la aproveché. Pero claro, con 10 años de experiencia sabía lo que había que hacer y lo que no debía hacer. Pienso que tomé un poco de cada lugar donde estuve, tomé lo mejor de lo aprendido en cada experiencia para armar una sólida plataforma de negocio.
Es de esos emprendedores que vienen de una familia de escasos recursos, se superan y luchan por un ideal. ¿Cuáles fueron los mayores retos a los que se enfrentó cuando decidió fundar su propia empresa?
Mi caso no es único ni especial, hay miles de historias como la mía y con las cuales me identifico. Mi mayor problema al iniciar los trabajos fue la parte económica. Lo único material que tenía en ese momento era una camioneta. Fui al banco y me prestaron 350.000 pesos con ella en garantía. Con ese dinero y mi vehículo fui a Bávaro a trabajar. Ese monto era todo mi capital y todos mis recursos financieros.
¿Por qué Therrestra? ¿Veía alguna garantía de que era un nicho en el que podía abrirse paso y crecer?
Therrestra viene de terrestre, porque todos somos terrestres. No sabía si funcionaria, no había certeza de eso, pero de algo estaba seguro: había mucho trabajo, yo quería trabajar y estaba dispuesto a intentarlo.
¿En qué se diferencia Therrestra del resto de compañías de su área? ¿Cuál es su punto fuerte?
Hay tantas constructoras… En esencia todas hacemos lo mismo, pero desde el inicio hemos hecho eso mismo pero muy rápido. Nuestros tiempos de entrega son muy cortos. Ahí radica nuestro punto fuerte.
En 2016 la compañía logró el hito de tener a su cargo el 50% de la construcción hotelera en Jamaica, 11 años después de haber incursionado en la vecina isla. ¿Cómo continúa el proceso de expansión en el Caribe?
Estamos registrados como empresa en Jamaica, Aruba y San Martín. Estamos cotizando en Dominica y Antigua y Barbuda. Entendemos que hay mucho potencial hotelero por explotar en todo el Caribe.
¿Hacia dónde cree que marcha la industria de la construcción en el área de la hospitalidad en República Dominicana? ¿Cree que la meta del gobierno de alcanzar 10 millones de turistas anuales para 2022 es un buen incentivo para que se dinamice el sector y se creen más habitaciones?
Entiendo que la construcción marcha muy bien, los dominicanos estamos sólidamente posicionados en la construcción hotelera y esto sigue. Todos nadando en la misma dirección podemos lograr que la meta del gobierno, de los 10 millones de turistas al año, sea posible. No tengo la menor duda que esto pueda lograrse; para eso estamos trabajando.
Muchas iniciativas emprendedoras acaban desapareciendo en un corto plazo o tienen que reinventarse para sobrevivir. ¿Qué haría falta para que esa tasa de fracaso disminuyese?
Hay una canción que dice: “Lo que un día fue, no será”. Esa es la cruda verdad, lo que te funciona hoy, no es lo que funciona mañana, y por naturaleza somos renuentes a los cambios. Pero se ha demostrado que sin cambios la tendencia es dejar de existir. Debemos dejar que sea al mercado el que nos diga qué producto hacer. Debemos escuchar y dejar de pensar que el mundo gira alrededor de nosotros mismos.
Es muy joven todavía y con 44 años tiene un largo camino que recorrer en esta vida. ¿Tiene otras ideas de negocios que le gustaría poner en práctica?
Claro que tengo otras ideas de negocios, y ya las estamos poniendo en práctica, despacito…, pero vamos de camino.
A pesar de esa juventud, su extraordinaria trayectoria lo pone en una posición de poder dar consejos a los que quieren emprender y ejecutar sus iniciativas. ¿Qué palabras les puede dedicar a ellos?
No existe una palabra mágica ni una acción específica para el éxito. Intervienen demasiadas variables para que el éxito ocurra. Si tuviese que usar una solo palabra, sería “actitud”. El conocimiento se adquiere, la experiencia se adquiere…, pero con la actitud se nace.
Cuando Hugo Pérez Ovalles no está pensando en Therrestra –o cuando la temporada de turno de Billions se terminó–, ¿cómo emplea su tiempo de ocio?
¡Uf!, me encantan las aventuras, paracaídas y parapente asistidos, rafting, senderismo de montaña, me gusta esquiar, viajar… Me cansé de ver el mundo a través de libros, revistas, películas… Simplemente quiero verlo con mis propios ojos.
Un lugar de República Dominicana al que siempre le gusta volver y recomendaría a un extranjero que viene a conocer el país…
La ciénaga de Manabao es mi escape, mi retiro, mi paz. Allí no funcionan los teléfonos, los ríos son limpios y fríos; hay casas de montaña, o se puede dormir en un “sleeping bag” en una casa de campaña; hay colmado, cervecita fría, y mucha, mucha gente buena en ese lugar.