Imagine que usted abre su diario favorito y encuentra este título desplegado a seis columnas. Lo primero que haríamos es dar gracias a Dios porque ninguna ONG internacional nos acusaría de discriminación.
De inmediato invocar el principio de RECIPROCIDAD DIPLOMÁTICA, cerrar también la frontera de este lado, suprimir los mercados binacionales y aplazar indefinidamente la firma del supuesto acuerdo de libre comercio sugerido.
Luego, convocar la Comisión Mixta Bilateral Dominico-Haitiana para examinar la situación surgida de manera sorpresiva 48 horas después de que los dos mandatarios se reunieron “en la misma frontera” y en encuentro amistoso convinieron arborizarla.
Entiendo que en estos precisos momentos, la cancillería, como auxiliar del presidente en política exterior, debió entregar al Consejo de Ministros haitianos que emitió la resolución, un documento contundente elaborado con los puntos fundamentales de la reciprocidad diplomática, haciendo hincapié que esa decisión unilateral y sorpresiva es vejatoria y ofensiva a nuestro presidente y por ende al pueblo dominicano que él representa.
Los romanos solían representar a la diosa Ocasión como una doncella desnuda con alas en la espalda y en los pies, colocada sobre una rueda en movimiento, para indicar la volatilidad de las ocasiones. De frente, la diosa muestra una abundante cabellera, pero por detrás es calva, indicando de este modo la facilidad con que uno puede tomar las ocasiones cuando las tiene frente y lo difícil que es tratar de retomarlas cuando se pierde la ocasión.
Este corte de pelo de la Ocasión lo encontramos también en el Quijote cuando dice que Sancho “tomaba la ocasión por la melena en esto de regalarse cuando se le ofrecía.
Ah, y como el consejo de ministros haitianos olvidó proteger la salud de sus compatriotas indocumentados que viven en este país, fijar un punto de la frontera para que vayan a recibirlos antes que se contaminen con la gripe aviar.
Por Rita Cabrer
Editora en Jefe
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