Localizado en la costa sureste de República Dominicana, el destino La Romana–Bayahíbe se ha consolidado como uno de los más completos y encantadores del Caribe. Su diversidad de atractivos, que incluye playas de arena blanca, aguas color turquesa, una rica herencia cultural y una amplia oferta hotelera, lo convierte en una joya para viajeros que buscan descanso, aventura o conexión con la naturaleza.

Este polo abarca tres provincias clave de la región este: San Pedro de Macorís, La Romana y La Altagracia. Su historia turística se remonta a inicios del siglo XX, cuando la South Puerto Rico Sugar Company se estableció en La Romana en 1912. Según el libro Memoria histórica de La Romana contemporánea, de Freddy Félix Isaac, esta empresa construyó viviendas en piedra y mampostería para sus más altos ejecutivos y un muelle de carga en la desembocadura del río, lo que atrajo visitantes de todo el país.

Con el tiempo, la compañía desarrolló un club social costero, donde celebraban actividades como el famoso «Baile de la Caña», lo cual marcó el comienzo del turismo de eventos en la zona. En 1967, Gulf & Western la adquirió y transformó el club en el Hotel Romana, que ofrecía recorridos en locomotora, paseos a caballo, y visitas a playa Minitas y río Chavón.

El impulso definitivo llegó en los años 70 con la construcción del campo de golf Teeth of the Dog y el nacimiento del hotel Casa de Campo, inaugurado en 1975. Un año más tarde  una montaña de piedra fue dinamitada para construir una carretera. 

Charles Bluhdorn, presidente de la compañía, decidió aprovechar esas piedras para construir Altos de Chavón, una villa de estilo mediterráneo del siglo XVI, que se convertiría en uno de los principales escenarios de bodas y eventos del país, cita el libro.

El impacto de Casa de Campo —con su marina privada, sus campos de golf y el centro cultural Altos de Chavón— fue reconocido como un hito por Ana García-Sotoca, directora ejecutiva del Clúster Turístico La Romana-Bayahíbe (CTRB), pues atrajo a un público internacional de alto nivel y representó un antes y un después en el turismo de lujo en República Dominicana.

Ana contó que el pueblo costero de Bayahíbe era, en un principio, una comunidad de pescadores y comenzó a integrarse al turismo en 1977 luego de la construcción de la carretera hacia el hotel Dominicus. La llegada del hotel Viva Dominicus Beach by Wyndham consolidó en la zona, a finales de los 80, el modelo de hoteles todo incluido.

Hoy Bayahíbe combina naturaleza, cultura comunitaria y hospitalidad. En sus playas certificadas con Bandera Azul, como Dominicus, Bayahíbe y otras, se practican actividades acuáticas como buceo y snorkel.

Entre sus tesoros naturales figuran el Parque Nacional Cotubanamá, que alberga la famosa Isla Saona, uno de los lugares más visitados del país por su biodiversidad marina, sus playas vírgenes y su pueblo ecológico Mano Juan. También destaca la Isla Catalina, ideal para buceo, y el sendero ecoturístico Padre Nuestro, con visitas a la Cueva de Chicho y su manantial subterráneo, citó la directora ejecutiva del CTRB.

En la zona costera entre San Pedro de Macorís y La Romana se encuentra la impresionante Cueva de las Maravillas, una formación subterránea con más de 500 pictografías taínas, accesible para personas con discapacidad.

El turismo en La Romana también incluye opciones de compras. Desde los años 90 el sector de Villa Panty, en el distrito municipal de la Caleta, se volvió popular por la venta, a bajo costo, de ropa interior de calidad. Caleta vive hoy un auge económico con la apertura del hotel Hilton Garden Inn y de nuevos proyectos inmobiliarios. Su playa pública, con restaurantes y bares en el malecón, es una de las más concurridas por locales y visitantes.

Un punto destacado del destino es Playa Nueva Romana, una exclusiva comunidad residencial del Grupo Piñero, donde se encuentra el hotel Bahía Príncipe La Romana. Es el único complejo de la zona con un campo de golf afiliado a la PGA of America, perfecto para golfistas e inversionistas que buscan lujo y tranquilidad.

El turismo de cruceros también forma parte vital del desarrollo. La terminal de cruceros de La Romana, ubicada a solo cinco minutos del aeropuerto, recibe hasta dos cruceros por día en temporada alta. Numerosos visitantes realizan excursiones a Saona o Catalina, o hacen recorridos por el centro de la ciudad.

En la actualidad el destino cuenta con unas 5,800 habitaciones en 15 resorts de 4 y 5 estrellas, así como hoteles boutique y pequeños hospedajes. Los principales países emisores de turistas son Estados Unidos, Argentina, Italia, Francia y Alemania, información ofrecida por Ana García-Sotoca.

En San Rafael del Yuma, parte del circuito histórico, se encuentran la Fortaleza de Juan Ponce de León y atractivos como la cueva de Berna, el hoyo Zumbador y el muelle pesquero de Boca de Yuma, desde donde parten excursiones hacia las islas.

Organizaciones como la Fundación Dominicana de Estudios Marinos (FUNDEMAR), con sede en Bayahíbe, trabajan por la conservación del medioambiente marino y ofrecen experiencias educativas y visitas a viveros de corales.

La Romana–Bayahíbe es mucho más que sol y playa; es un destino donde convergen cultura, historia, naturaleza, lujo y comunidad, elementos que contribuyen a crear una experiencia difícil de inolvidable para sus visitantes. Ya sea explorando sus pueblos pesqueros, sumergiéndose en sus aguas cristalinas o disfrutando de un resort de clase mundial, este rincón del Caribe posee algo especial para cada viajero.

Paula Reyes
paulareyes0886@gmail.com