La vinculación de la música con el turismo en República Dominicana es indudable. Desde hace décadas los ritmos populares como el merengue han servido de puerto para la actividad turística.
¿Se podría hablar en nuestro país de una estrategia en torno al turismo y la música? Si consideramos la presencia del merengue en la industria turística, sí se puede. Al ser declarado Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la UNESCO, se entiende que debería iniciarse una nueva etapa. Al respecto, la Asociación Dominicana de Prensa Turística (ADOMPRETUR) saludó esta distinción cuando afirmó en nota de prensa que “el ritmo musical criollo sea revalorizado y proyectado como marca país en el portafolio turístico dominicano”.
La música y la cultura popular no solo forman parte de los bienes patrimoniales de algunos países y de su industria turística. Referentes como España y el flamenco o Brasil con sus carnavales demuestran una sólida estrategia basada en circuitos de un turismo cultural por el que reciben miles de visitantes por año. Si bien en nuestro país contamos con antecedentes como los carnavales y el “Festival del Merengue”, en los últimos años han surgido nuevas demandas, y con ellas otros tipos de públicos, quienes requieren ofertas turísticas a partir de festivales de música alternativa, ecoturismo, deportes extremos y vida saludable.
Merengue y turismo
El merengue es ritmo y nación dominicana, y también un eje importante en el sector turístico. Según fuentes históricas, desde la década de los 60 este ritmo nacional fue foco de importantes eventos culturales auspiciados por la entonces Dirección de Turismo, hoy Ministerio.
La organización del “Festival del Merengue” estaba basada en un concepto de feria cultural a la usanza de otros países de Iberoamérica, que consistía en la muestra de lo vernáculo a través de la gastronomía, fiestas típicas, bailes y músicas populares y otras actividades, por lo general al aire libre. El merengue, la bachata, el perico ripiao y algunos ritmos folclóricos han sido los principales frentes musicales ante la demanda turística; no obstante, en los últimos años se están relacionando otros mercados a la oferta.
El turismo de festivales tiene un público determinado. En la zona norte, específicamente Puerto Plata, Sosúa y Cabarete, se evidencia una orientación hacia el jazz, world music y reggae. La zona este, sobre todo Bávaro y Punta Cana, mueve a un turismo nacional en busca de ofertas musicales de electrónica, reggaetón y pop; mientras que en Santo Domingo existe una oferta más variada, aunque la Ciudad Colonial se centra en eventos de rock, fusión y ritmos caribeños.
Turismo de festivales
Se concibe como turismo de festivales a la actividad de viajar a lugares para disfrutar de eventos musicales, ya sean conciertos o actuaciones en vivo. En nuestro país se ha notado un crecimiento en los últimos años en esta modalidad. Así lo considera “Chuchi” García, Artist Liaison y coordinadora de producción de festivales musicales.
“Existe en los grandes eventos que se desarrollan en la zona de Punta Cana, donde hay más movimiento turístico, principalmente eventos de música más comercial, pop o electrónica, que cuentan con el apoyo de grandes marcas. “Desalia” es un ejemplo de ello, ya tiene ocho años realizándose y atrae un público en su mayoría extranjero. El festival “Electric Paradise” va camino de ser el nuevo evento dominicano líder de su tipo, con su mezcla de música comercial electrónica y en vivo, con algunos artistas indie”, puntualiza García.
Según ella, localmente estos festivales mueven grupos de personas del interior a la capital y viceversa, en dependencia del evento. “Hay mucha oferta de festivales y excelentes artistas, pero para tener nombres grandes y buenos en cartelera que hagan a una persona comprar un boleto aéreo y pasarse varios días en un hotel, hay que tener buen presupuesto de promoción, haber crecido entre el público local y tener mayor inclinación por la música independiente”. García considera a Punta Cana como la locación ideal para el montaje de este tipo de eventos. “Nuestros festivales tienen potencial, pero están en pañales aún, al igual que la amplitud de la escena. Démosle tiempo”, refiere. Las oportunidades están dadas para que así sea.