Los cambios actuales están produciendo tendencias de gran impacto en un futuro mundo digital, gracias al surgimiento de la cuarta revolución industrial, la cual empuja un cambio a servicios totalmente digitales, una abundancia y ubicuidad de nuevas tecnologías que sirven tanto como facilitadores como disruptores de nuestras vidas.
Aunque la Revolución Industrial se produjo hace unos 200 años, es un período en el tiempo que dejó un impacto profundo en cómo vivían las personas y la forma en que operaban los negocios. Esto catalizó un proceso que implica un cambio constante: inició con las máquinas a vapor (steam) y la energía hidráulica (primera revolución o revolución industrial); luego continuó con la producción masiva, las líneas de montaje y la electricidad (segunda revolución o revolución tecnológica); el cambio de la tecnología electrónica mecánica y analógica a la electrónica digital, con la adopción y la proliferación de computadoras digitales y el mantenimiento de registros digitales que continúa hasta nuestros días (tercera revolución, revolución digital o era de la información).
Desde 2011 el término “cuarta revolución” empezó a utilizarse. En 2013 algunos catedráticos comenzaron a establecer teorías, pero toma fuerza -y popularidad- en el año 2015 cuando el profesor Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial publica un libro titulado La cuarta revolución industrial, en el que describe las diferencias con las tres anteriores, que más bien se caracterizaron por los avances tecnológicos. Dicha revolución implica una serie de nuevas tecnologías que están fusionando los mundos físico, digital y biológico, afectando a todas las disciplinas, economías e industrias, e incluso ideas desafiantes sobre lo que significa ser humano.
Una revolución exponencial invisible que puede aplastarte
Como su evolución es exponencial, es evidente que sus efectos son disruptivos, es decir, lo nuevo sustituirá por completo a lo actual al dejarlo obsoleto. La clave de la transformación digital en la cuarta revolución industrial no tiene que ver con la tecnología per se, sino con la manera en que nos vamos poniendo de acuerdo para aplicar dicha tecnología, para entonces realizar los cambios sociales, económicos y hasta políticos necesarios.
La transformación digital es invisible, intangible y difícil de entender para el “ciudadano de a pie”; el cambio durante la primera revolución industrial fue tangible y evidente: la electricidad podía encender una bombilla y desde entonces sus aplicaciones han sido múltiples. Cada día más las piezas que componen nuestro entorno se van digitalizando, el síntoma común de este milenio es la resistencia al cambio. Cuando observamos el ámbito de las empresas, la situación se acentúa; algunos negocios son amenazados por empresas virtuales, continúan siendo empresas físicas que no pueden competir y fuerzan a su personal hacia un cambio que no gestaron ni planificaron con antelación.
Por ejemplo, durante el Foro Económico Mundial del año pasado, se comentó que las máquinas inteligentes pronto serán capaces de reemplazar todo tipo de trabajadores, desde contadores hasta conductores de entrega y agentes de bienes raíces. Según una estimación publicada en The Guardian, el 47% de los empleos en Estados Unidos está en riesgo por la automatización.
Hay que abandonar el pensamiento tradicional
Para avanzar se necesita que los líderes empresariales trabajen activamente para expandir su pensamiento fuera -y muy lejos- de lo que se ha hecho, para incluir ideas y sistemas que nunca se han considerado. No depende solo del CTO o del CIO, los líderes empresariales deben comenzar a cuestionar todo, desde el replanteamiento de sus estrategias y modelos de negocio hasta descubrir las inversiones adecuadas en capacitación y las inversiones potencialmente disruptivas en I+D. Visualice la transformación digital como una cadena de sucesos correcta dentro de las organizaciones que proporciona la agilidad necesaria para responder al constante cambio tecnológico global.
Un cambio transversal
El enfoque hacia la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, en inglés) pretende preparar a los individuos más que crear elefantes blancos tecnológicos que acentúan aun más la brecha digital. El conocimiento en STEM es una brecha que debemos abordar lo antes posible. Si pensamos en un modelo físico aún, tenemos que entender que en los países del primer mundo la reducción de los empleos gracias a la automatización de la fuerza laboral -a través de robots- es una amenaza latente. Para avanzar en términos de la transformación digital debemos entender que la tecnología es transversal. Rellenar las empresas, ayuntamientos y países con gadgets y herramientas no es la solución. No se puede impresionar al mundo con elementos transversales…, no se engañe.
“Los ecosistemas digitales serán muy diferentes en la próxima década”, según el Dr. Hyunmi Yang, Chief Strategy Officer de la GSMA. “El papel de las telefónicas será aún más importante para este resultado. Todos en la industria tecnológica deben seguir abrazando sus instintos cooperativos y competitivos a la vez”, afirma. Es evidente que la evolución no espera a nadie: debemos ser lo suficientemente audaces como para aprovechar nuevas oportunidades, y lo suficientemente flexibles como para cambiar con frecuencia. Este es el corazón de la transformación hacia el negocio digital.
Arturo López Valerio
Emprendedor Tecnológico
Fundador de múltiples empresas digitales