A pesar de recibir unos 600.000 visitantes extranjeros al año, los indicios son que la ciudad de Santo Domingo estará aún más demandada por nuevos turistas y “cruceristas” en el corto y mediano plazos. El acortamiento del tiempo de viaje desde Bávaro-Punta Cana que ha hecho posible la Autovía del Este y el creciente flujo de cruceros serán las razones de esa nueva situación. Pero esos turistas harán visitas solamente de seis u ocho horas a la ciudad y, por tanto, no pernoctarán en hoteles. De ahí que frente al aumento del inventario de habitaciones que se avizora, la gran hotelería capitalina tendrá que hacer malabares para mantenerse a flote.
La situación actual no es desesperante para un inventario actual de unas 5.000 habitaciones en el Gran Santo Domingo. La ocupación hotelera de la ciudad siempre ha sido mucho más baja que la que impera en los polos costeros. Las estadísticas de ASONAHORES reportan que la tasa de ocupación lograda por los hoteles capitalinos oscila entre el 55 y el 65%, lo cual contrasta con el estimado para los resorts que oscila entre el 70 y el 85%. La clientela de la ciudad es más de gente de negocios que vacacional y, al no tener playas, no puede competir con los resorts en ese último mercado. El pasado año la ocupación promedio registrada subió al máximo de 65%, sin duda un resultado muy auspicioso.
Los hoteles capitalinos más exitosos son los de la Ciudad Colonial y Gascue. Estos registran tasas de ocupación por encima del promedio y sus tarifas, aunque menores a las de los hoteles grandes, se ajustan bien al menor tamaño de las propiedades. Pero las tarifas de los hoteles grandes no son el motivo de su peor desempeño. En la ciudad hay por lo menos dos hoteles grandes (es decir, de más de 100 habitaciones) y uno pequeño donde la tarifa de una habitación estándar se cotiza en
US$ 250 o más, en dependencia de la temporada. En el malecón las tarifas oscilan entre los US$ 80 y los US$ 200. El recién reinaugurado Hotel Jaragua cobra las más elevadas. Pero de todos modos, el problema de la rentabilidad está en los niveles de la ocupación.
El problema que confrontarán los hoteles grandes será el de la sobreoferta que se avecina. En los tres últimos años se han abierto unas 400 habitaciones (Hilton Suites, J.W. Marriott, Casas del XVI, Hotel Billini, más otros pequeños hoteles en Gascue y en otros sitios), pero este año se ha añadido el Hotel Jaragua con 300 habitaciones. Actualmente hay solo dos grandes hoteles en construcción con un total de 363 habitaciones que estarán disponibles en el mercado en los próximos dos años. Esta nueva oferta estará compuesta por el Real Intercontinental Santo Domingo de la Avenida Winston Churchill (al lado de Acrópolis), con 243 habitaciones y el Homewoods Suites by Hilton de 120 habitaciones, el cual estará cercano a Blue Mall. De cualquier modo, J.W. Marriott ha anunciado que adicionara 120 habitaciones y la Asociación de Hoteles de la ciudad (AHSD) calcula que en los próximos tres años se añadirá un total de 800 habitaciones.
Lo anterior sugiere que para mantener la rentabilidad de las inversiones hoteleras en la ciudad capital habrá que buscarle mercado al inventario de habitaciones sobrantes. Muy difícilmente se pueda aumentar la demanda de habitaciones con una simple campaña promocional que este dirigida a la clientela imperante. Tampoco se puede depender de la contribución que
hagan los cruceros que usen al puerto de Santo Domingo como “puerto madre”. Si bien ellos pudieran contribuir con nuevos clientes, la estadía será de una sola noche y la temporada de cruceros es de solo cuatro meses al año. De manera que hay que buscar nuevos segmentos.
El segmento que “se cae de la mata” es el de reuniones y convenciones. Este podría suplir tantos nuevos huéspedes que convierta la plaza de Santo Domingo en un lugar donde sea difícil encontrar habitaciones disponibles. El problema para poder explotar ese segmento, sin embargo, es que la ciudad no dispone de un Centro de Convenciones que ofrezca las facilidades necesarias para este tipo de eventos. Ya en el vecindario hay una gran competencia en ese sentido. Tanto San Juan, La Habana, Ciudad de Panamá y San José de Costa Rica han desarrollado sus facilidades y están actualmente compitiendo para atraer eventos del mercado internacional.
Actualmente la AHSD está haciendo esfuerzos por atraer el mercado MICE (Meetings, Incentives, Conferences and Exhibitions, por sus siglas en inglés) a las instalaciones existentes. Por lo menos cuatro hoteles tienen una capacidad suficiente para atraer grupos de convencionistas de mediano tamaño (Dominican Fiesta 1.200, El Embajador 1.000, Barceló Santo Domingo 1.200, Embassy Suites 700 y Radisson 500). Pero las grandes convenciones que mueven entre 3.000 y 5.000 personas no pueden acomodarse con estas limitadas facilidades. Una convención que pase de 2.000 participantes sería un gran reto logístico, aun cuando se usen auditorios de edificios no hoteleros.
En nuestro país se han hecho por lo menos cinco estudios sobre el centro de convenciones, pero eso no ha desembocado en nada. La controversia ha girado en torno a la mejor ubicación para plantar los edificios correspondientes. Se ha hablado mucho que la antigua Feria Ganadera sería el lugar ideal, pero el Gobierno ya la tiene concesionada al Patronato de Ganaderos. El último estudio serio sobre el tema, contratado por el MITUR a ITB Consulting de Berlín y pagado por el sector privado, evaluó más de 20 opciones de ubicación. Mientras, el MITUR elaboró una Guía de grupos e incentivos 2011/12 para el país entero, pero con escaso impacto en Santo Domingo.
El resultado fue que la mejor ubicación sería el espacio que actualmente ocupa el Hospital Infantil Robert Reid por su accesibilidad y porque queda cerca de la oferta hotelera que estaría en capacidad de ofrecer el alojamiento necesario (malecón). Ese estudio, sin embargo, se hizo en 2008 y con los nuevos hoteles que han abierto desde entonces, la situación podría ser diferente ahora. Pero la ubicación no es el “cuello de botella” principal para que se desarrollen estas facilidades. El gran problema es que las mismas son inversiones que, en casi todo el mundo, no son rentables. La mayoría de los más de 1.500 centros que existen son entidades de patrocinio público o mixto.
En tiempos recientes, el MITUR ha hecho anuncios que apuntan en la dirección de un papel estatal clave para materializar el proyecto. Se ha dicho que ha estado buscando sitios alternativos, algunos de los cuales se rumoró que estarían en la Avenida España o en la Autopista Las Américas; pero aun cuando se supone que otro nuevo estudio fue entregado el mes pasado, las perspectivas que el Gobierno haga la inversión no son buenas. El gran proyecto de Sans Souci supone, según las últimas informaciones, el desarrollo de un centro frente a Molinos Dominicanos; pero el retraso, ocasionado ahora porque el Gobierno no muda las instalaciones militares existentes, podría causar la eliminación de ese componente del proyecto.
Mientras se espera el primer picazo para el centro de convenciones urge crear el Buró de Convenciones y Congresos que comience a trabajar este segmento de mercado, porque estos eventos se comprometen con cinco o seis años de antelación y deben ser cabildeados de manera muy profesional por una entidad entendida en la materia. El Buró requiere de un personal muy bien pagado que, por los requisitos de las destrezas y conocimientos que exige, no se podría encontrar en el país. Habría que estar preparados para pagar un salario de nivel internacional a la persona responsable y comenzar a mercadear la ciudad con lo que hay.
Si el MITUR quiere prevenir una hecatombe en la rentabilidad de la hotelería capitalina tiene que ocuparse ahora de la creación del Buró. Los hoteles deben participar activamente en esto e inclusive aportar soluciones para el compartimiento de los costos. Pero esta tarea ya no se puede soslayar si queremos que Santo Domingo continúe siendo la Primada de América.
Por Juan Lladó
Periodista / Consultor turístico
j.llado@claro.net.do