En la actualidad, las ferias y congresos especializados se consolidan como espacios de intercambio, visibilidad y posicionamiento de marcas, y adquieren protagonismo en un contexto global donde el turismo es uno de los sectores más competitivos. Pero más allá de la logística y la infraestructura, su trascendencia se determina por la gestión estratégica de un factor intangible: las relaciones públicas (RR. PP.).
Cuando nos referimos a ferias y congresos especializados, una gestión de visibilidad no se limita a diseñar un stand atractivo, se trata de estructurar un relato que inspire confianza, genere conversaciones y sea memorable. Es en ese punto donde las relaciones públicas actúan como el hilo conductor que convierte la participación de un evento en una narrativa con impacto y permanencia.
En tiempos modernos las ferias son escenarios de diplomacia pública. La imagen proyectada trasciende la promoción turística para convertirse en un reflejo de estabilidad, seguridad jurídica e innovación. Una estrategia de relaciones públicas bien estructurada garantiza que esa percepción se construya de manera coherente y planificada, además de abrir puertas a inversionistas, turoperadores, organismos multilaterales y líderes de opinión.
Sin lugar a duda, gestionar con inteligencia cada encuentro permite convertir una reunión en una alianza, y una entrevista en una oportunidad de inversión, lo que recuerda el rol vital de este campo en referencia a la gestión de la reputación y prevención de crisis. En un entorno globalizado, donde cualquier error puede amplificarse con rapidez, contar con protocolos de comunicación de crisis es esencial para anticipar escenarios y dar respuestas oportunas, como una vía de proteger la reputación de destinos y marcas. El éxito de las acciones de relaciones públicas en estos entornos requiere visión estratégica y disciplina operativa.
Las relaciones públicas no son un complemento, sino el eje que permite transformar presencia en influencia, contactos en alianzas y eventos en oportunidades de crecimiento sostenido, y quienes entienden que la reputación se construye antes, durante y después de cada evento tienen la ventaja de liderar no solo
el presente, sino también el presente y el futuro.
La reputación es el capital del turismo
El turismo mundial cerró 2024 con más de 1.300 millones de llegadas internacionales, según ONU Turismo, y en ese escenario global República Dominicana figura como líder indiscutible del Caribe, con más de 11 millones de visitantes el año pasado y una proyección de crecimiento sostenido para 2025.
Estos números son el resultado de inversión, planificación y, sobre todo, de una gestión de comunicación inteligente en los principales foros internacionales. FITUR (Madrid), ITB (Berlín) y ANATO (Bogotá), entre otros, no son simples espacios de promoción, sino tableros de negociación donde la narrativa de un país define su atractivo para aerolíneas, inversionistas y turoperadores globales.

IMPACTO DE LAS RELACIONES PÚBLICAS
En ferias internacionales, las relaciones públicas no pueden percibirse como un gasto operativo, sino como palanca de rentabilidad. Su impacto puede medirse en tres grandes dimensiones:
Visibilidad de alto valor: la cobertura mediática lograda en ferias como FITUR supera en retorno de inversión a campañas publicitarias tradicionales. En 2024 República Dominicana registró presencia en más de 300 publicaciones internacionales durante la feria madrileña, lo que reforzó su reputación como destino seguro y diverso.
Gestión de confianza para inversionistas: un discurso coherente, voceros entrenados y encuentros bien gestionados convierten citas en acuerdos. Solo en FITUR 2025 el país cerró contratos de inversión turística por más de 6,750 millones de dólares.
Resiliencia reputacional: la comunicación estratégica no solo proyecta fortalezas, sino que blinda ante crisis. Tras la campaña de desinformación que afectó al destino en 2019, la diplomacia turística dominicana demostró que la reputación es un activo que se defiende con relaciones públicas sólidas.
Y es que la diferenciación se construye desde la narrativa. Para República Dominicana esa narrativa ha evolucionado de «destino vacacional» a hub turístico y de inversión en el Caribe, con un portafolio que incluye turismo inmobiliario, deportivo, de salud y gastronómico. Las relaciones públicas han sido clave para posicionar esa visión. A través de mensajes estratégicos y experiencias memorables, como gastronomía en vivo, showcases culturales y networking de alto nivel, el país atrae visitantes, pero también capital, conectividad aérea y credibilidad internacional.
República Dominicana lo ha demostrado: la estrategia comunicacional adecuada asegura liderazgo regional y proyecta al país como un jugador global en el sector turístico. Como expresó recientemente el ministro de Turismo, David Collado: «Cada feria internacional es una oportunidad para demostrar que República Dominicana no solo es el mejor destino del Caribe, sino también un país confiable para la inversión y la innovación en turismo».
Y, ciertamente, la clave está en cómo nos comunicamos con el mundo, porque en turismo, como en los negocios, la percepción lo es todo; una frase refleja que, en comunicación, la realidad no solo se construye por hechos, sino por cómo los perciben los públicos. La percepción determina la reputación, la confianza y la influencia que una organización o persona puede ejercer, y la fortaleza de las RR. PP. es convertir percepciones en activos estratégicos.
