La octava edición de SDQ Gastronómico y Restaurant Week propone un recorrido que excede la lógica del festín temporal: se perfila como instrumento de política cultural, plataforma de mercado y mecanismo de fortalecimiento productivo. La convocatoria reúne más de 180 restaurantes en Santo Domingo, Santiago y Punta Cana–Bávaro, con menús estandarizados en dos tramos de precio y una propuesta clara: situar al producto dominicano en el centro de la experiencia culinaria y transformar esa visibilidad en beneficios para la cadena de valor.
Equilibrio entre tradición y renovación
La selección de participantes sigue reglas explícitas. Lissette Olivares, vicepresidenta ejecutiva de la Asociación Dominicana de Restaurantes (Aderes), señala que la selección se realiza «bajo criterios claros de calidad, trayectoria y propuesta gastronómica». La organización exige formalidad y el cumplimiento de normas; la conforman miembros de Aderes, la Unión de Ganaderos y Agricultores de Santo Domingo (UGASA), la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (Asonahores) y la Asociación de Hoteles de Santo Domingo (AHSD). Las propuestas emergentes que no ostentan afiliación gremial pasan por un proceso de evaluación que les permite integrarse al circuito con estándares profesionales.

Los precios fijos —RD$1,395 y RD$1,795, más impuestos— facilitan el acceso a audiencias heterogéneas sin sacrificar calidad. La oferta abarca restaurantes casuales y de alta cocina; así, el público puede optar por distintas experiencias según su presupuesto. El apoyo de patrocinadores, con beneficios como el 20 % de cashback de American Express, amplía la posibilidad de consumo. La intención oficial no se limita a atraer paladares: persigue consolidar una ruta gastronómica con impacto económico directo en productores locales y en pequeñas empresas del sector.
Calidad y legado formativo
El evento integra un esquema de control técnico a cargo de la Academia Dominicana de Gastronomía. La evaluación incorpora visitas de un mystery shopper y una rúbrica que pondera calidad de ingredientes, ejecución culinaria, creatividad, servicio y percepción del cliente. Olivares explica que «ni los restaurantes ni los organizadores conocen la identidad ni el momento de la visita», lo que refuerza la imparcialidad del proceso. Los informes resultantes facilitan retroalimentación práctica dirigida a elevar estándares y a consolidar una cultura de mejora continua.
La dimensión formativa ocupa un lugar central. El programa ofrece talleres sobre servicio, gestión operativa y marketing experiencial, orientados a transferir herramientas aplicables al día a día de los establecimientos. La medición de esa transferencia se apoya en encuestas de satisfacción que abordan calidad, presentación y experiencia general; los resultados determinan reconocimientos y sirven como diagnóstico sectorial. Este planteamiento convierte a Restaurant Week en más que un escaparate: lo erige en un laboratorio de profesionalización.
Sostenibilidad, trazabilidad y proyección turística
La apuesta por la identidad local se traduce en una exigencia concreta: «Solicitamos que al menos uno de los tiempos del menú destaque ingredientes dominicanos», afirma Olivares. Las propuestas deben documentar la procedencia de insumos y justificar su integración en términos de sabor y coherencia gastronómica. El comité curatorial orienta a chefs y equipos para que el uso de productos nacionales represente un aporte real a la propuesta, no una mera ocurrencia.
La plataforma digital funciona como eje organizador. La Web-App y la wallet permiten registrar votos, acceder a menús y almacenar el pasaporte virtual de quienes participan en el circuito. La seguridad de datos constituye prioridad: sistemas cifrados y procesamiento de transacciones mediante entidades certificadas reducen riesgos para usuarios y establecimientos.
Los indicadores que medirá la organización incluyen cobertura geográfica, flujo de comensales, impacto económico directo y compras a proveedores locales, además de alcance mediático y descargas de la aplicación. Con esos insumos, se aspira a reforzar la presencia del destino en circuitos turísticos internacionales y a consolidar la gastronomía como componente estratégico del turismo nacional.








Una lectura estratégica del destino
Restaurant Week 2025 articula objetivos múltiples: ampliar la base de consumidores, fortalecer vínculos entre hoteles y operadores en destinos como Punta Cana–Bávaro, y generar ocupación sostenida para proveedores locales. La planificación temporal —Santiago del 1 al 7 de septiembre, Punta Cana–Bávaro del 8 al 14, y Santo Domingo del 15 al 21— facilita que el evento funcione como corredor que atrae demanda turística durante tres semanas consecutivas.
La propuesta exhibe tres virtudes que la posicionan como iniciativa de largo alcance: curaduría profesional, control técnico con vocación de mejora y una plataforma que vincula promoción con resultados medibles en la cadena productiva. La voz de la organización, representada en las explicaciones de Olivares, confirma una estrategia que busca reconocimiento internacional sin perder contacto con la sostenibilidad y la formación local: «Estamos enfocados en la implementación del Plan Estratégico de Turismo Gastronómico Sostenible». Esta afirmación sintetiza la ambición de convertir un evento en política pública sectorial.
La nueva directiva de Aderes

La Asociación Dominicana de Restaurantes (Aderes) designó, en agosto, a Giancarlo Bonarelli como presidente para el periodo 2025–2027. Ariel Tavárez y Antonio Francisco González asumirán las vicepresidencias; Filipo Ciccone ocupará la tesorería y Juvenal Piña la secretaría.
La Junta Directiva incluye a Heriberto Purcel, Joaquín Salazar, Vanessa Gaviria, Vicente Soto y Darío Núñez. Omar Cepeda Darauche, Augusto Sánchez y Rafael Cabrera integran el Consejo Consultivo. Alejandro Abreu y Luis Ros forman el Consejo de Asesores. Lissette Olivares ejercerá como vicepresidenta ejecutiva.
Ramón Morales Tarancón
Redactor