Somos como comemos y comemos como somos. La manera en cómo nos alimentamos muchas veces es reflejo de la vida que llevamos. Si nuestro día a día es muy estresante, vamos “apagando fuegos” y no tenemos tiempo para nosotros mismos, eso se ve reflejado en nuestra alimentación. Cuidar de nuestra alimentación es un indicador de que nos cuidamos a nosotros mismos.
Las dietas no funcionan por sí solas, sino que son las personas las que las hacen funcionar. De ahí el título del libro que hemos escrito en colaboración Jaime Giménez y yo, “Coaching nutricional. Haz que tu dieta funcione”. El título dice “Haz” porque eres tú el que hace que la dieta sea efectiva. Por muy bien trabajada que esté la planificación nutricional, si la persona no la lleva a cabo, no sirve de nada.
¿Qué es el coaching nutricional?
El coaching nutricional es un tipo de coaching específico para conseguir objetivos relacionados con la alimentación. En el ámbito de la salud se está usando como nuevo enfoque para complementar la labor de asesoramiento técnico nutricional que realizan los dietistas-nutricionistas u otros profesionales de la salud que se dedican al asesoramiento nutricional.
Consiste en un acompañamiento al paciente para que aumente su motivación y su confianza para cambiar sus hábitos alimentarios. En ocasiones no basta con saber qué debemos comer, sino que además tenemos que llevar a cabo ese cambio. Y eso es lo que más cuesta. El coaching nutricional es un proceso a través del cual la persona identifica y vence sus obstáculos, crea el entorno adecuado y adopta la actitud y la determinación necesarias para conseguir el cambio en su alimentación, y mejorar así otros aspectos de su persona y su estilo de vida.
Uno de los principales obstáculos que tiene que superar una persona que quiere comer saludablemente es el entorno obesogénico en el que vivimos una parte del planeta. Estamos rodeados de comida superflua, vacía de nutrientes y alta en calorías, azúcares y grasas trans, y son continuos los mensajes que recibimos incitándonos a comer estos alimentos. Hay que tener una fuerte convicción y eso es lo que trabajamos en las sesiones de coaching. La idea de que a pesar de todo ese entorno, y de esos mensajes que nos lo ponen difícil, yo elijo comer sano porque esa opción es la que quiero para mí, no me la han impuesto, sino que la he escogido yo.
Trabajamos la diferencia entre placer y felicidad. Es cierto que comerme un “donut” de chocolate me va a aportar placer inmediato, pero es un placer efímero que se convierte en malestar cuando te das cuenta de que no deberías habértelo comido. Cuando ese patrón de comportamiento se repite continuamente, empiezo a perder confianza en mí mismo, se suceden los mensajes negativos hacia uno y tiene como consecuencia una pérdida de autoestima. ¿Podemos considerar esto felicidad? Seguramente no.
Para conectar con el bienestar a largo plazo y ser más capaces de diferenciarlo del placer efímero, en las sesiones de coaching trabajamos el “para qué” de comer saludablemente. ¿Qué beneficios obtendrá la persona cuando baje de peso y lo pueda mantener en el tiempo? Visualizamos esa situación para que pueda sentirlo en ese momento como si ya lo hubiera conseguido, aunque en realidad no esté ocurriendo. Es importante que la persona sea capaz de verse a sí misma en el estado deseado, comiendo saludablemente, con el cuerpo soñado, y manteniendo una relación placentera con la comida.
El Monstruo de la gula®
A veces la fuerza de voluntad no es suficiente, la motivación se cae y acude la gula. ¿Cómo controlar la ansiedad? Nosotros trabajamos este aspecto con una herramienta que hemos bautizado con el nombre de El Monstruo de la gula®. Por medio de ella identificamos cuándo el monstruo se despierta y se hace grande y cuándo lo tenemos controlado. La cuestión es que a menudo comemos para calmar una emoción o un estado de ánimo, ya sea estrés, tristeza, aburrimiento… En ese momento en realidad no tenemos hambre, pero recurrimos a la comida porque sabemos que el hacerlo nos va a proporcionar un momento de placer efímero. Es efímero porque después de pegarnos el atracón, la emoción que lo ha originado no ha desaparecido y además le hemos sumado la de sentirnos culpables.
Una de las estrategias que siguen nuestros pacientes es entrenarse en la práctica de la alimentación consciente. Si estás más presente, y no funcionando en piloto automático, tienes más capacidad para conectar con tus señales del cuerpo y diferenciar si lo que necesitas es comer o en realidad necesitas calmar una emoción. Si lo que necesitas es lo segundo, es más inteligente que salgas de casa a darte una vuelta o que llames a una amiga y no que abras el armario de la cocina y acabes con la tableta de chocolate. Por supuesto otro elemento que va a ayudar mucho a gestionar el problema de la comida emocional es la actividad física.
Modificar un mal hábito
Para modificar un mal hábito que tenemos arraigado lo primero es comprender por qué es tan fuerte la inercia que nos lleva a esa conducta que desearíamos abandonar. En algún momento de nuestra vida nuestro cerebro convirtió esa acción en una conducta automática. El cerebro convierte ciertas acciones en automáticas porque se rige por una máxima: conseguir el mayor rendimiento con el mínimo esfuerzo.
El hábito se puede dividir en una secuencia de tres partes: la señal, la conducta y la recompensa. El hábito empieza con algún tipo de señal que dispara la conducta: entro en el coche y pongo la radio, llego a casa por la tarde y me como un trozo de queso… Como se ve en los ejemplos anteriores, en respuesta a la señal (entrar en el coche, llegar a casa), hay una rutina que le sigue (poner la radio, comer queso), que es la que se convierte en hábito. Con el tiempo integramos esa acción y la ejecutamos sin pensar, lo hacemos de manera automática. El tercer elemento importante del hábito a tener en cuenta es la recompensa. Este hábito nos proporciona algún tipo de recompensa que lo refuerza.
Lo que trabajamos en las sesiones de coaching nutricional es tomar conciencia y reconocer los malos hábitos que tiene el cliente e identificar cuál es la señal que lo dispara y cuál es la recompensa que obtiene. Así podemos combatir el hábito por dos frentes: modificando la señal, puesto que si no hay señal no se desencadena la conducta; o identificando una nueva conducta que me haga obtener la misma recompensa.
La era del food shopper
Ya no solo hablamos de personal shopper para estar a la moda, también ha llegado el concepto de personal food shopper. Este nuevo perfil surge a raíz de la necesidad de las personas de optimizar su tiempo y sus decisiones de compra a la hora de llenar la cesta. En ocasiones este es uno de los obstáculos que presentan nuestros clientes, y desde Nutritional Coaching les ofrecemos este acompañamiento para que aprendan a escoger los productos más adecuados y en los establecimientos convenientes. En nuestro equipo, el personal food shoper es una persona graduada en nutrición y experta en coaching nutricional.