Ahora que se busca captar 10 millones de turistas conviene preguntarse quiénes serán los inversionistas que arriesgarán sus capitales para expandir la oferta turística. La experiencia ha demostrado que los inversionistas dominicanos han abandonado el sector y que, con más del 90% de la planta hotelera de propiedad extranjera, la tendencia parece ser a que continúen dándole la espalda. Es entonces pertinente analizar el motivo de ese desinterés y si tal situación podría revertirse.

El tema debe abordarse primero con una pincelada histórica. Si de hoteles se trata, habría que comenzar por recordar que durante la “Era de Trujillo” todos los grandes hoteles, tanto de Santo Domingo como del interior, fueron construidos por el Estado. En ese entonces no se pretendía traer turistas extranjeros y en la capital solo se recibían viajeros de negocios. El giro lo dio Balaguer cuando construyó, con la quimera del turismo extranjero en mente, dos hoteles en Samaná (Cayacoa y Cayo Levantado) en los años setenta. En esa década lo acompañó el estadounidense Charles Bludhorn con la construcción de los hoteles Casa de Campo y Santo Domingo.

Ya en los ochenta despegaron los hoteles Jack Tar Village en Playa Dorada y en la Costa Este Club Med y Barceló Beach. Jack Tar, sin embargo, fue una inversión del Banco Central, aunque la franquicia era de Texas y el intermediario un dominicano (Anselmo Paulino). Esta exitosa inversión fue precedida por una inversión del Estado en el Hotel Montemar y seguida por la de Payo Ginebra en el Puerto Plata Beach Resort, (luego en el Este se construyó el estatal Hotel Naranjo en Higüey.) Sobra decir que el Estado construyó las obras de infraestructura (aeropuerto y carreteras) y gestó los complejos de Playa Dorada y del fallido Playa Grande.

Fue precisamente en la Costa Norte donde primero fluyeron las inversiones turísticas de los dominicanos. En Sosúa sobresalen Carlucho Bermúdez, Gustavo Tavares y Luis López (aunque luego vinieron otros), mientras en Puerto Plata saltaron a la palestra Juan Carlos Morales, Leo Pimentel, Isidro García, Germán Silverio, Frank Castillo y Leandro Guzmán, Juan Bernal, Marino Ginebra y “Chichi” Selman. En el caso de Juan Dolio y Boca Chica sobresalen Donald Reid Cabral, Edmond Elías, los Vicini y Haza & Pellerano. Mientras en Santo Domingo incursionaron con inversiones hoteleras los Porcella, David Lama, Fred Goico y el mismo Juan Bernal.

Uno de los más importantes inversores dominicanos en materia de hotelería lo fue el Grupo BHD. Este llegó a poseer cinco hoteles en enclaves de playa, incluidos el Hotel Hamaca en Boca Chica, el Canoa en Bayahíbe y el Marién en Costa Dorada. En el sur profundo se dio una importante inversión en el Hotel Riviera (hoy Larimar) y Julio Schiffino incursionó en el extinto Bahoruco Beach Resort. Lo que queda de este último lo vendió el Banreservas recientemente.

Entre los pioneros turísticos más destacados sobresale Frank Rainieri, el sempiterno presidente del Grupo Puntacana. Su papel estelar en el desarrollo del turismo en Punta Cana es reconocido como crucial en el despegue de ese polo. Sin embargo, la propiedad del Grupo durante sus primeras décadas fue mayormente extranjera y la misma aun hoy conserva una importante participación. Otro caso a destacar es el de los Abinader, quienes construyeron dos hoteles grandes para turistas extranjeros, uno en la Costa Norte y otro en Bávaro.

Hoy día quedan pocos de los pioneros en el negocio turístico. La mayoría ha vendido sus hoteles porque no han podido hacerlos rentables. Amhsa Marina, Hodelpa y los hoteles de los Abinader y Johnny Bernal componen los remanentes de la gran oleada de inversión nativa en el turismo. Las dos cadenas dominicanas principales, Amhsa Marina y Hodelpa, todavía conservan algunas propiedades, pero su tendencia reciente ha sido hacia la venta (la última realizada con el Grand Paradise de Bávaro). Por lo general, los compradores han sido las grandes cadenas hoteleras multinacionales que hoy dominan el mercado.

¿Por qué hoy día la industria turística nacional es de propiedad mayoritariamente extranjera? ¿Por qué los grandes capitales dominicanos no invierten en turismo? Las razones pueden ser varias y varios los enfoques de los diferentes analistas. Aquí se descarta la hipótesis que los dominicanos incursionaron solo para evadir impuestos o para conseguir financiamiento privilegiado. Sea cual fuere la razón, la inversión dominicana en turismo es relativamente mínima y está disminuyendo en vezde aumentar.

Lo que ha pasado es que el mercado ha sacado los empresarios dominicanos. La poderosa competencia de las cadenas hoteleras multinacionales los han desplazado o absorbido. Ellas tienen capacidades de know-how, capitales, financiamiento de relativo bajo costo, tecnología y mercadeo que no pueden ser enfrentadas con éxito por los dominicanos. Aun si los grupos económicos poderosos (p. ej. Rizek, Vicini, Corripio, Bonetti) se dispusieran a incursionar de manera seria en la actividad turística, no podrían competir de inmediato con esas capacidades. Y nunca ha existido una voluntad como para aliarse con esas cadenas extranjeras a través de participación accionaria en sus empresas matrices.

Esas cadenas no solo son grandes y multinacionales sino que, además, están verticalmente integradas. Las más grandes no solo poseen hoteles sino que también tienen líneas aéreas y de cruceros, turoperadores, agencias de viajes y otros negocios conexos. Globalia, por ejemplo, es propietaria de los hoteles Be Live y dueña de Air Europa y de Viajes Halcón. Iberostar y Riú, Por otro lado, tienen a los dos más grandes turoperadores europeos (TUI y Thomas Cook) en su accionariado. En el mercado norteamericano, por su lado, el más grande turoperador, Apple Vacations, es propietario de AM Resorts que ya tiene ocho hoteles en el país.

Las posibilidades de que los inversionistas dominicanos regresen al sector turístico lucen pocas. Si bien los dueños del gran capital en el país optan por aliarse con multinacionales y desaparecen como entes independientes —y la tendencia es creciente en el sector industrial —no parece haber inclinación a crear alianzas en el mercado turístico internacional. Aun cuando la tecnología de las comunicaciones y la información hace posible competir en el mercado mundial vía web, los conglomerados globalizados tienen una ventaja comparativa. De ahí que se puede inferir que los 10 millones de turistas extranjeros tendrán que ser logrados con más inversión extranjera.

Juan LladoPor Juan Lladó
Periodista / Consultor turístico
j.llado@claro.net.do