La mejor forma de conocer es perdiéndose, y más aún si se trata de Europa. Dejarse llevar por lo imprevisto es la mejor manera de sorprenderse, contemplar, recuperar la curiosidad, de descubrir recovecos que no figuran en las guías oficiales. La mejor manera de conocer y perderse por Berlín, Zúrich o Ámsterdam es rentando una bicicleta. Praga, Viena o Luxemburgo son ciudades pequeñas y las puede caminar en un día; en cambio, Roma o Bruselas son muy grandes y lo más conveniente será combinar los recorridos con el transporte público.

Berlín, el futuro hecho realidad

Visitar Berlín no es volver el pasado como muchos creerían, es visitar el futuro. Una ciudad sumamente ordenada, sustentable, inteligente y con gente muy amable que ha sabido fortalecerse y aprender de su historia. No son las ruinas de su Muro ni el Monumento al Holocausto Judío lo que más representa a Berlín, sino su armonía y el adelanto tecnológico y cultural. Rentar una bicicleta será la mejor forma de imitar el modo de vida del berlinés y de descubrir en pocas horas sus principales atractivos y sus espacios no tan conocidos.

CONSEJO: En muchos de sus bares y sitios para comer es posible que solo acepten pago en efectivo.

Ámsterdam, turismo sin censura

La bicicleta es también la mejor opción para recorrer las calles de Ámsterdam, pero a diferencia de Berlín, aquí todo es más caótico y con un atractivo muy especial: una red de canales semicirculares. Sus calles huelen a cannabis, hay coffee shops por todas partes, y por la noche es común ver tanto a grandes como a chicos recorrer el Barrio Rojo en el que las trabajadoras sexuales son un atractivo turístico más.

CONSEJO: Preste mucha atención al cruzar las calles, respete los semáforos y mire hacia todos lados, porque las bicicletas vienen y van todo el tiempo desde todas direcciones.

Roma, comer y hacer historia

Roma puede ser igual de caótica que Ámsterdam, pero sin bicicletas, y con una riqueza patrimonial a cada paso. En ella se respira historia, se pisa historia, se hace historia…, pero sobre todo, se come para hacer historia. Se podría decir que una visita al Coliseo Romano o al Vaticano son la mejor opción, pero no, la gastronomía es la principal riqueza de esta capital europea: pasta a la carbonara, pizza Margarita y de los mejores helados del mundo.

CONSEJO: Valore no alojarse cerca de la estación central de trenes; es un sector bastante descuidado y con muchos vendedores ambulantes.

Zúrich, ciudad impecable

Esta ciudad no necesita de canales para brillar, los ríos Limmat y Sihl que la atraviesan con sus aguas cristalinas y cisnes danzantes, la vuelven magnética. Y al igual que Ámsterdam sus calles también desprenden sus olores, pero a queso fundido. En Zúrich todo funciona con la exactitud de un reloj y hay mucho control policial por cámaras, por lo que será muy importante que como turista sepamos comportarnos. Aquí se encuentra la sede más grande de Google en Europa continental; si consigue una invitación personal, no dude en hacer el recorrido.

CONSEJO: Es de las ciudades más caras de Europa y la moneda utilizada no es el euro, sino el franco suizo. Si cuenta con poco presupuesto, le conviene comprar en un destino previo lo que va a necesitar.

Luxemburgo, laberinto feudal

Luxemburgo ha sido la sorpresa en este viaje. Una pequeña ciudad de cuento, con recovecos medievales y naturaleza ondulante que la atraviesan de principio a fin. Recorrerla es subir y bajar todo el tiempo, es cruzar puentes, acueductos y descubrir miradores. Luxemburgo se pierde en el mapa y no cuenta con las mayores promociones a escala turística, pero vale la pena tomarse un par de días para conocerla, contemplarla y tomar las mejores fotografías.

CONSEJO: No cuenta con sistema de Uber y caminar hasta el hotel cargando equipaje puede ser agotador.

Viena es música o no es nada

Viena puede quedar perdida entre las demás ciudades si solo se la va a recorrer para tomar una foto de sus atractivos patrimoniales. Viena es Mozart, es ópera, es ballet… Viena adquiere sentido si se ha comprado un boleto para asistir al teatro. Sus parques, monumentos y edificios históricos son más que dignos, pero el cuerpo nos quedará con sabor a poco si no nos hemos dejado llevar por el acorde de un violín o el compás de una coreografía clásica.

CONSEJO: Por las calles del centro encontrará fuentes y bebederos de agua potable; no se pierda de probar el agua fresca y cristalina de los manantiales del Danubio.

Praga, ideal para compras

Praga es castillos y puentes, pero también es una de las ciudades más baratas de Europa, tanto para comer como para hacerse con nuevas piezas de ropa. Es ideal para tomar excelentes fotografías, pero sobre todo para dejarse llevar por el turismo de compras. Un día para recorrer su casco histórico y otro para visitar sus centros comerciales son más que suficientes para disfrutar de la ciudad.

CONSEJO: Si se aleja del centro podrá sentirse algo inseguro, verá mucha gente viviendo en las calles y caos vehicular. Praga, al igual que Suiza, tampoco utiliza el euro.

Bruselas, ciudad para perderse o ciudad perdida

Bruselas fue creada sobre un pantano y esa es la sensación que puede tener el viajero cuando se encuentra en ella: que se está caminando sobre arenas movedizas. No importa que use un plano impreso o consulte un mapa en el celular, en esta ciudad no existirá opción más que perderse. Bruselas es caos por donde sea que se la mire y quizás sus atractivos turísticos no merezcan la pena el riesgo. Al igual que en Praga, será mejor que tome sus precauciones.

CONSEJO: Muchas personas adoran Bruselas, pero es más conveniente que usted haga su propio recorrido y viva sus propias experiencias antes de formarse un criterio sobre la ciudad.

Miguel Ledhesma
Director General de la Organización Mundial de Periodismo Turístico