“Hoy somos testigos de la aparición de un nuevo dominio donde el gas natural se está convirtiendo en el primer combustible de la economía mundial.
Su uso está actualmente en alza en todos los sectores económicos y, no es para menos, el gas quema de forma más limpia que el petróleo o el carbón por lo que este verde beneficio ambiental ha promovido su usanza”.
Estas fueron las palabras de Michael Economices, editor en jefe del diario científico Ciencia e ingeniería del gas natural (Natural Gas Science and Engineering) que fue puesto en circulación hace dos años en Ámsterdam, Holanda y cuyo contenido se enfoca, evidentemente, en los usos, los avances y las aplicaciones de este combustible que se expande, así, como gas, por todas partes.
El gas natural es fundamentalmente metano; en más de un 95% en la mayoría de los casos. Otros gases que se extraen de él, como el propano, el butano, el dióxido de carbono (CO2), son separados del gas natural para hacer su combustión más limpia y efectiva. Aunque no renovable, se estima que las reservas de este tipo de gas en el mundo son abundantes y que están ampliamente distribuidas por el planeta, de hecho, estas reservas se han multiplicado por dos en el transcurso de los últimos veinte años para alcanzar en el 2000, los 150,19 trillones de metros cúbicos. Lo fenomenal al respecto es que sus dimensiones continúan progresando a pesar de que las estimaciones predicen que sólo quedan de unos sesenta a setenta años si se mantiene la producción actual, que en nuestros días no es poca cosa; la cuarta parte del consumo de energía en el mundo es de gas natural.
Y todos conocemos lo que es un gas, por supuesto. Pensarlo puede remontarnos a las clases de Física y Química y sus correspondientes laboratorios. Como sabemos bien, son distintos a los líquidos y a los sólidos pues no tienen forma determinada. Su principal composición son moléculas no unidas que se encuentran alejadas unas de las otras y con poca fuerza de atracción, haciendo que no tenga forma definida. Esta estructura provoca que se expanda para ocupar todo el volumen del recipiente que lo contiene. Muy distinto a un objeto sólido, para un gas, las fuerzas gravitatorias y de atracción entre partículas resultan realmente insignificantes.
Esto hace que sea dificultoso el proceso de transportarlo a largas distancias, donde es imposible llevarlo mediante gasoductos, por ejemplo. Para ello, el gas natural se lo convierte a una forma licuada para así almacenarlo como si se tratase de un líquido y reducir así su volumen de manera notable y significativa. Así llega a territorio dominicano. Buques de gas licuado son recibidos por la empresa AES Dominicana en la Terminal Andrés de Boca Chica, el único puerto de recepción de gas natural líquido en el país. De hecho, de acuerdo con datos de la empresa, en la actualidad, la necesidad interna de gas se suple con un barco que llega cada 45 días con 160.000 m3. Vehículos, casas y, principalmente, el sector eléctrico, son algunas de las divisiones que cada vez más lo utilizan como una forma de generar energía.
Ciertamente, el lanzamiento de diarios científicos cuyo tema único y central es la ingeniería y el desarrollo de este gas, indica la importancia que ha ido adquiriendo en el mundo. Así, nuevas tecnologías para remover el CO2 del gas natural, están abaratando el proceso; más aún, investigaciones recientes realizadas por científicos de la Academia Nacional de Ciencias (NAS) en Estados Unidos, han descubierto que es posible aumentar el suministro de gas natural utilizando hidratos de metanos, sólidos que están compuestos de agua y metano y que aparecen con frecuencia en los márgenes continentales del planeta.
En definitiva, los gobiernos del mundo se han dado cuenta de que es mejor usar el gas natural. Canadá, por ejemplo, aumentó los fondos de ayuda para que las personas adquieran sus sistemas de conversión y usen gas natural en vez de gasolina en sus vehículos y otros países están siguiendo los mismos pasos. No sólo es más barato sino que es mucho mejor para el medio ambiente; no hay forma de perder con una asociación de tan limpia y efectiva envergadura.
Un buen amigo del planeta Pero es en el medio ambiente que este gas se comporta como todo un caballero. La base de esta relación verde y de mínimo impacto se debe precisamente a la conformación del gas, esa proporción alta que existe entre los átomos de hidrógeno (H) y carbono (C). Además, algo que todos podemos entender bien, cuando hay un “derrame” de gas natural, lo que ocurre es que se esparce por el aire, no contamina la tierra ni el agua, disipándose con mínimas molestias al planeta. También reduce la contaminación cuando es usado en los vehículos, hasta en un 70%. De hecho, tanto en la generación de electricidad como en la vehicular, el uso del gas natural reduce significativamente las emisiones de nitrógenos y azufres y también esas de dióxido de carbono que tanto hemos aprendido a odiar.