En un mundo tan dinámico y competitivo como el actual, el interiorista hotelero adquiere una envergadura tal, que su trabajo está ligado también al éxito del establecimiento hotelero. Este profesional debe estar lo suficientemente cualificado para poder asumir un proyecto de esta dimensión. Además, su perfil debe ser completo y a la vez especializado, pues va a llevar a cabo una función más compleja o, cuanto menos, diferente a la desempeñada en otro tipo de edificación.

El interiorista debe conocer bien la perspectiva del huésped, el punto de vista del hotelero, la manera de operar un hotel, el área de mantenimiento y hasta el área de la ama de llaves. Es de vital importancia para obtener el éxito deseado que conozca bien la propiedad, sepa cuáles son sus inquietudes y puntos de vista, lo que quiere conseguir y transmitir, y a que público mayoritario se quiere dirigir. Es necesario que sea consciente de los gustos del huésped en potencia para poder elaborar un entorno favorable. Es imprescindible que conozca el producto hotelero en ejecución antes de proyectar, así como la inversión planeada para poder ajustarse a ella.

En cuanto al funcionamiento del hotel, el área de mantenimiento ocupa un lugar primordial, a veces olvidado por ciertos profesionales, que puede llevar a grandes gastos posteriores si no se tiene presente a la hora de proyectar. El interiorista ha de estar sensibilizado con esta área y saber qué elementos son más complicados de mantener para asegurar su óptimo estado futuro: saber qué materiales se deterioran con mayor facilidad y cuáles son apropiados para cada área. Estas características pueden variar según el destino y las condiciones de humedad y temperatura, entre otras circunstancias.

Versatilidad

Es necesario que el interiorista conozca los horarios y las actividades planeadas para el público al que se dirige y que tenga la capacidad de adaptación, pues muchas veces el producto se adapta a las necesidades que surgen y se matiza una vez comenzado el rodaje del propio hotel. Ha de tener, por tanto, mucha versatilidad.

Dentro del propio mundo hotelero, los distintos tipos de hoteles requieren que el interiorismo se adapte al público. Las necesidades espaciales y los servicios prestados por un hotel urbano son diferentes a los de uno vacacional y a los de uno rural. Por ejemplo, en un hotel urbano, la habitación ha de contar con una importante zona destinada al trabajo, donde la luz y la comodidad son aspectos fundamentales.

La estancia en un hotel urbano es normalmente más corta que en un hotel vacacional o rural. Tengamos en cuenta que el huésped estará fuera del hotel la mayor parte del tiempo. Ello determina que sea menor el espacio asignado al lugar donde guardar las pertenencias, con menos metros cuadrados construidos. Sin embargo, el huésped necesitará más tecnología para poder trabajar. Por el contrario, la estancia en un hotel vacacional o rural será mayor y el huésped precisará mayores y más cómodos espacios.

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Interiorismo y ubicación

Es vital hacer un interiorismo relacionado con la ubicación del hotel. En cada parte del mundo los clientes son diferentes, las necesidades no son las mismas y el ambiente ha de ser único y especial en cada destino. El huésped ha de sentirse dentro de un gran resort ubicado en un determinado país y poder así disfrutar de un destino concreto, con su propio carácter e idiosincrasia. Igualmente dentro de una misma zona turística cada hotel debe ser único, con su propia personalidad para que se pueda hablar del hotel por sí mismo y no como parte de un destino sin determinar.

Durante la fase de proyecto, el interiorista debe acercarse a los profesionales encargados de la arquitectura, la decoración y las instalaciones. El interiorista hotelero ha de ser altamente cualificado y con nociones de instalaciones y arquitectura. Es imprescindible entender ambos proyectos y sincronizar estos tres aspectos. Los interiores abarcan desde el diseño de falsos techos e iluminación (altamente condicionados por las instalaciones, la alturas entre forjados de arquitectura etc.), la distribución y creación de los espacios (condicionados por la operación del hotel y su concepto, circulaciones), diseño de revestimientos y el diseño elaborado en exclusiva para cada una de las áreas del hotel (creación de bufets, mobiliario de madera, mostradores, “front desks”… y un largo etcétera).

En esta fase de proyecto es muy importante escuchar también al operador, pues nos orienta sobre diversos aspectos de cada bufet en particular, así como el equipamiento necesario para los bufets en cada proyecto, el concepto de los mismos, el tipo de especialidad de los restaurantes, entre otros.

Interior hoteles5El interiorista debe saber en qué áreas del hotel conviene invertir más y en cuáles en menor proporción. Durante la fase de compras, el interiorista ha de estar pendiente de cuidar que el diseño y la calidad de los elementos sea la adecuada y que el presupuesto no se sobrepase. En muchas ocasiones tenemos que dar varias alternativas al producto escogido debido a diversos condicionantes de tiempos de entrega, materiales o suplidores que incumplen.

Proyectos vivos

Durante la fase de obra es muy importante cuidar que la ejecución se realice según lo proyectado. No obstante, a veces el interiorista se ve obligado a modificar el proyecto ya que surgen cambios de instalaciones o arquitectura empujados por circunstancias de la propia obra y, por ende, debe tener capacidad de improvisación. En definitiva, nos vemos obligados a buscar nuevas soluciones de manera inmediata. Los inconvenientes que surgen en un proyecto de grandes dimensiones, instalaciones y elementos arquitectónicos que han sido retocados nos obligan, por ejemplo, a cambiar el proyecto de falsos techos o, como decimos, surgen nuevas necesidades. Se trata de un proyecto vivo.

En la etapa final de la obra entra el equipo de operación, que requiere en muchas ocasiones la presencia del interiorista. Por ejemplo, la ubicación y el correcto y claro diseño de la señalética son esenciales para la adecuada circulación. Por último, llega el attrezzo, el pequeño detalle. Se trata de la guinda del pastel. Con todo lo indicado tratamos de conseguir un ambiente agradable, armónico, acogedor, donde el huésped se sienta como en casa y que encuentre lo que busca, pero que a la vez se sienta en un lugar especial y con elementos que le recuerden el país donde se encuentra. Sobre todo, el interiorista debe sorprender.  

Después de acabar un hotel, el buen interiorista debe reflexionar sobre cómo se ha llevado la obra e interesarse a posteriori de su estado, a fin de que el siguiente hotel salga, si cabe, aún mejor. Quisiera agradecer al Grupo Martinón por tantos años trabajando a su lado, en los que me he sentido a gusto, y donde he podido ver este mundo hotelero desde todas las perspectivas, como he detallado a lo largo de estos párrafos.

ElenaMolinaPor Elena Molina
Interior designer
www.elenamolinainteriores.com
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