Para hablar de filatelia –coleccionismo y estudio de sellos de correos por afición–, es preciso remitirnos al origen del sello, que tuvo lugar en el Reino Unido. El primer sello del mundo se emitió el 1 de mayo de 1840 y se hizo válido para uso postal cinco días después, por iniciativa del profesor Sir Rowland Hill para reformar el complejo sistema postal en el que el destinatario era quien pagaba por recibir la carta.
A esa estampilla se le llamó popularmente “Penique negro” (Black penny), debido a su color y al valor que tenía. Llevaba la efigie de la Reina Victoria y para su diseño se convocó a un concurso al que se presentaron 2.700 propuestas. Al final se decidió usar un diseño basado en un medallón con la efigie de la monarca. La primera tirada fue de 60.000 ejemplares, pero al año siguiente se emitieron 68 millones, y se calcula que en la actualidad se conserva un millón y medio. Al ser el primer sello, figura en la lista de las estampillas más icónicas, y en subastas llega a alcanzar las decenas de miles de libras, un valor que va en aumento.
La palabra filatelia proviene del francés philatélie, y surgió usando los vocablos griegos philo- “filo-“ (amigo, amante en español) y atéleia “exención de impuestos”, por ser el sello indicador de que el envío debía hacerse sin otro cobro. La creó en 1864 el francés George Herpin para sustituir al término timbromanía que se empleaba por esos años en Francia. La Real Academia Española decidió incluirla en su diccionario de la lengua en 1922.
La filatelia dominicana
En 2015 el Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM) conmemoró el 150 aniversario de la primera impresión de sellos dominicanos, que tuvo lugar el 18 de octubre de 1865. Se imprimieron en la imprenta de los Hnos. García y constituyen el origen de nuestro sistema postal actual. Esos primeros sellos, junto con otros emitidos entre 1865 y 1876, son los llamados “sellos clásicos” dominicanos. La Sociedad Filatélica Dominicana Inc. (SFD) nació el 18 de abril de 1955, gracias a las gestiones de dos de los más grandes filatelistas que ha tenido el país, el doctor Luis F. Thomén y el ingeniero Enrique Alfau. Hasta ahora esta es la única sociedad en el territorio nacional, y no existen clubes en la actualidad.
Según Atala Lluberes, encargada del Departamento de Filatelia del INPOSDOM, la filatelia dominicana, como sucede en muchas otras partes del mundo, ha sufrido cierta disminución debido a que con el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, las cartas y la correspondencia epistolar en general ya no son de uso masivo. Sin embargo, la Sociedad Filatélica y el INPOSDOM promueven visitas a la sede para conocer la Sala Filatélica Juan Pablo Duarte, y realizan peñas y subastas filatélicas en su local de la Zona Colonial, donde cada domingo se reúnen decenas de miembros. Actualmente no se están realizando competiciones, una situación que Atala atribuye sobre todo a la falta de marcos y fondos para su consecución.
No es difícil intuir que los sellos son claros promotores del turismo dominicano. “La presentación en sus viñetas de imágenes de playas, zonas turísticas, aeropuertos, monumentos, arquitectura, reliquias, ruinas de nuestro pasado colonial, parques, museos, nuestra flora y fauna, todo refleja la estrecha relación que existe entre el sello postal y la promoción del país como destino turístico. De hecho, contamos con presencia de filatelia en diversos polos para que el turista pueda adquirir sellos dominicanos. Además, hemos destinado series completas con el nombre de Series Turísticas, que promueven las bellezas dominicanas”, puntualiza Atala.
Filatelista de pura cepa
La filatelia es un puente para la difusión y promoción de lo mejor de las culturas de las naciones que emiten sellos postales, incluido el turismo; es un vehículo de paz, estudio y amistad. Este es el criterio de Lucía Sanz Araújo, filatelista y periodista cubana, quien ha dedicado gran parte de su vida al coleccionismo profesional y a la documentación e investigación filatélica tanto en libros como en artículos periodísticos.
Sus libros más recientes son “Angola através de sus sellos de correos” (2012) y “Pasaporte a la fantasía. La literatura infantojuvenil en los sellos de correos” (2015). En 1999, por acuerdo del XII Congreso de la Federación Filatélica Cubana, se le nombra Miembro de Honor de esa institución, para convertirse en la única periodista en ostentar tal reconocimiento. En 2011, en ocasión de celebrarse el 50 aniversario de la revista “Pionero”, la cual dirige desde 2005, se realizó por una propuesta que ella misma hizo, un sello de correos, así como una tarjeta telefónica, ambos de gran aceptación. Sus dibujos, una pareja de estudiantes de secundaria básica, proceden de dos de las historietas de la revista, que publica la Casa Editora Abril.
Su fascinación por los sellos fue como amor a primera vista. “Un día, por pura casualidad, al visitar el Ten Cent de El Vedado, en mi barrio, descubrí en las vidrieras varias emisiones de sellos de Cuba que me atrajeron como un imán. Tomé parte del dinero que tenía para merendar y así compré mi primera emisión, la cual aún conservo. Era la de flora internacional, de julio de 1965, pues adoro las plantas. Entonces yo tenía 10 años. A partir de ese momento comenzó mi amor por la filatelia, un amor, interés, estudio y una devoción que han continuado durante 51 años”, nos cuenta Lucía en exclusiva para nuestra revista.
“En la filatelia como en la vida nada humano me resulta ajeno. Uno con el tiempo va decantando sus preferencias, cambia, prefiere un tema u otro. Hoy me gustan mucho los temas de flora, medio ambiente, modas, energía, obras de arte, personajes (José Martí, Máximo Gómez, Antonio Maceo). En los últimos tres o cuatro años me he inclinado por aquellas piezas novedosas por la incorporación de nuevas tecnologías y la utilización de diversos soportes, es decir, piezas con códigos QR, realidad aumentada, con olor, sabor, texturas, tintas especiales, hologramas, confeccionadas sobre madrea, tejidos…”, añade Lucía.
Mentiría si dijera cuántos sellos, sobres de primer día, cancelaciones especiales, tarjetas, y todo tipo de material postal o filatélico posee, pues nunca los ha contado. “Más allá del número me interesa lo que cada pieza cuenta o nos incita a buscar, ahí está para mí el encanto de la filatelia”. Y no todo es adquirir o intercambiar con otros colegas, en no pocas ocasiones Lucía ha regalado piezas a quienes se inician o a amistades que se han interesado en algún sello en especial. “Diría que soy una coleccionista un tanto atípica, adoro los sellos pero no sufro si no tengo alguno en mi colección, ni lo persigo a cal y canto; de hecho, no tengo todas las piezas emitidas por Cuba, me faltan muchas de la etapa republicana. Me contento con verlas y sobre todo escribir sobre ellas, investigar sobre ellas en el Museo Postal Cubano”.
Posee en su colección sellos dominicanos, aunque no todos los que quisiera y requiere para sus trabajos. “Necesito corresponsales de ese país para poder divulgar con mayor frecuencia el acontecer dominicano en diversas publicaciones, y aprovecho la oportunidad para que si alguien se anima me colabore, por intercambio, con piezas relacionadas con Martí, Máximo Gómez y flora dominicana. He visto con gran satisfacción el incremento de la calidad de sus sellos, un ejemplo de cuánto puede hacerse cuando existe verdadera voluntad por parte de las autoridades de mejorar, divulgar y difundir al mundo la realidad y las riquezas de una nación muy cercana a Cuba y que espero poder conocer en algún momento”.
Lucía visita con asiduidad el sitio web de INPOSDOM y en varias ocasiones ha realizado consultas específicas. “Siempre me han respondido con suma amabilidad. Ojalá en alguna oportunidad, pidamos a Dios que no sea muy lejana, se hiciese una emisión conjunta entre nuestros países, entre los que existen vasos comunicantes muy estrechos y de larga data”, expresa esta entusiasta coleccionista y admiradora de República Dominicana.