Estaba muy pequeño cuando mi padre murió, pero dentro de todos los recuerdos que tengo secuestrados en mi mente, nunca se me ha olvidado la poesía con que ganó un premio de literatura latinoamericana para jóvenes hace casi 50 años. Lógico, también la tengo grabada digitalmente y quise compartirla con ustedes a propósito de temas tan actuales relacionados con inmigrantes, fronteras y nacionalidades.
Nueva York: ciudad de nadie por donde la gente pasea envuelta en un torbellino de prisas y de distancias.
Nueva York: ciudad de nadie, del que llega o el que pasa. Apeadero del mundo, crees tú, yanqui, que es el tránsito de la esperanza.
Arriba: un alfiletero de nubes atravesadas por mil puñales de plata. Abajo: un ir y venir de hormigas precipitadas.
En cada boca un “adiós” y en los ojos un “mañana”, mientras el “hoy” agoniza entre tus torres tan altas.
Nueva York: lo que te sobra de cuerpo es lo que te falta de alma.
Ciudad de nadie. Ciudad sin raíces y sin raza, donde todo es extranjero hasta el sol de la mañana.
Es extranjero el burgués con su vientre y con su calva, con su nariz aguileña y con su acero en las entrañas.
Es extranjero el taxista que habla inglés, pero “lo parla” como “parla il suo padre”, o como la “sua mamma”.
Es extranjero el “monsieur” del restorán. Y la dama que da todo lo que tiene porque nunca tiene nada.
Colmo del extranjerismo: es extranjera la Estatua de la Libertad, que un día la trajeron desde Francia.
Y un yanqui me pregunta con burla, desprecio y rabia (ese desprecio al latino) por qué no estoy en mi Patria.
Te lo voy a responder y con muy pocas palabras.
No estoy allá, porque en mi país no hay libertad: ni de estatuas; eso sí, cuando las hubo no las trajeron de Francia, fue un blasón conquistado con mil gloriosas batallas.
Tú, hijo o nieto de extranjero, me desprecias y me insultas pretendiendo que me vaya.
¡Pobre de ti si se fuera todo el que no es de tu Patria! Se iría la libertad, se marchitaría la estatua y hasta la cohetería de que tanto haces gala; con los sabios alemanes partiría hacia Alemania.
Tú, yanqui, ¿sin el azúcar dominicana…, tu café brasileño… o el petróleo venezolano…, sin los dólares judíos…, tus obreros puertorriqueños y comerciantes cubanos…, sin tu whiskey escocés, los vinos de España, tu cristal de Bohemia o tu mármol de Carrara, sin tus trajes de tela inglesa o tus quesos de Holanda, sin tus perfumes franceses o tu calzado de Italia?
Ay de ti, si se marcharan, Nueva York, parecerías una ciudad bombardeada.
En la portada de la primera edición de 2017 traemos a nuestro amigo Enrique De Marchena Kaluche. Estrechos lazos de amistad basados en la admiración y el respeto nos unen a la familia De Marchena. Un placer poder contar en nuestras páginas con esta entrevista en la que Enrique hace un repaso a su sólida trayectoria y su permanente vinculación con el sector turismo.
Otros temas del número 196 que también serán de beneplácito para nuestros lectores son los destinos: San José de Las Matas, un exuberante punto de la geografía nacional perfecto para el ecoturismo, y Punta del Este, la vibrante joya del Atlántico sur, el principal balneario de Uruguay.
Los beneficios del fitness motivacional y de la reflexología podal, el papel SHEEDO que germina, la solidaridad de los cruceristas del Fathom con Puerto Plata, las inversiones hoteleras en el segmento MICE, la revolución de los phablets, las tendencias en los relojes masculinos de lujo y el sushi de Haruki Takata conforman parte del contenido de una edición pensada para el disfrute de ustedes.
La cita es en ITB Berlín. Allá estaremos.