Enrique de Marchena Kaluche, socio-presidente de la firma DMK Abogados – Central Law y experto consultor en el sector turístico dominicano, siempre tuvo claro el camino que tomaría. En su familia tenía como referentes a dos pilares, su abuelo y su padre, de quienes aprendió que la carrera de Derecho, cuando se estudia con pasión y conciencia, “te permite en gran medida el conocimiento de un buen número de ciencias del saber y la oportunidad de realizar tus ideales de justicia”
En esa decisión fue fundamental la herencia de su abuelo paterno, Enrique de Marchena Dujarric, quien sirvió al país por más de 50 años como educador (fue ministro de Educación y profesor de larga data) y diplomático (se desempeñó como embajador y ministro de Relaciones Exteriores), por si fuera poco, también dejó un hermoso legado como compositor de música clásica. A propósito del 25 aniversario de la firma DMK Abogados, conversamos con De Marchena Kaluche para conocer más de los inicios y la trayectoria de este destacado profesional, quien se graduó de Derecho en la UNPHU y ese mismo año comenzó a ejercer en la prestigiosa firma Kaplan, Russin, Vechi & Heredia Bonetti.
El doctor Luis Heredia Bonetti, su gran mentor y padre profesional –como él mismo lo considera–, lo invitó para que aplicara como paralegal. “Hace poco el Lic. Francisco Álvarez, cariñosamente “Pancho”, decía: “Enrique fue el tercer paralegal que tuvo este país”. Hube de hacer una suerte de tesis de grado sobre la “Ley de Residentes y rentistas de Costa Rica”, décadas antes que se hablara de ese tema y se promulgara la ley que hoy tenemos. Eso habla de lo que era Luis Heredia Bonetti, un adelantado en todo el sentido de la palabra. También me permitió que diera mis segundos pasos en turismo, ya que mi primer trabajo formal había sido como reportero del Santo Domingo News, el único periódico en inglés en el país, de la mano de esa gran figura que fue Danilo Vicioso”.
¿Qué le llevó a escoger el turismo como su área de especialidad?
Eso se lo debo a tres personas: a mi padre, Enrique de Marchena y de Marchena, pionero del turismo en República Dominicana. Antes de ser hotelero y presidente del primer proyecto de turismo residencial en la costa norte, Costámbar, ya lo veía junto a don Luis Augusto Caminero y doña Rita Cabrer trabajando en el semanario Dominican Holiday; si no me equivoco, para promover nuestro país. A Danilo Vicioso, con quien trabajé un año, pero me dejó su impronta, su amor al país y sus bellezas. Al Dr. Luis Heredia Bonetti, un gran visionario, que entendió que el turismo era uno de los sectores que más potencial tenía en nuestra economía.
¿Cuál fue la influencia de su padre en su inclinación por el turismo?
Mi padre me sembró la pasión por el turismo. Yo digo y es verdad, que estuve en la primera convención de turismo en el país, en el Hotel Montemar, en Puerto Plata. Tendría 11 o 12 años y mi padre me llevó. El turismo me marcó joven.
¿En qué momento estaba su ejercicio cuando decidió independizarse y crear la firma de servicios legales?
En 1988 Luis Heredia decidió abrir una sucursal de la firma y me preguntó mi opinión (yo tenía apenas 25 años): si en Santiago o Puerto Plata. Yo que no entendí “el gancho”, le dije que Santiago era para los santiagueros, y que Puerto Plata ya tenía una pujanza económica fruto del turismo. El 24 de diciembre anunció que abríamos el 11 de enero de 1989 en Puerto Plata, y que yo era el director. Pasé tres años al frente de la oficina, con notable éxito. Con el tiempo surgieron diferencias conceptuales dentro de la firma, por lo que renuncié en febrero de 1992 y fundé lo que es hoy DMK Abogados – Central Law. Ya había cumplido 29 años de edad, tenía esposa (Wendy Pérez Gómez) y un hijo de un año (Enrique V). Mi razonamiento fue simple: los mejores tres años de mi corta carrera profesional han sido aquí en Puerto Plata, la capital del turismo del país, que me ha acogido como un hijo más, aquí me quedo. Y allí viví cinco años más antes de regresar a mi natal Santo Domingo.
¿Por qué muda su oficina a Santo Domingo?
Cuando me mudé, un distinguido colega me dijo: “Estás loco, te vas a Santo Domingo a competir y a pagar impuestos, si aquí somos reyes”. La realidad es que mi sueño era más grande. No mudé mi oficina, abrí oficina en Santo Domingo, que ahora es la sede principal de la firma. También tenemos oficinas en Punta Cana y Las Terrenas. En el camino un cliente, Lou Auletta, me hizo prometerle bajo juramento que nunca cerraría la oficina de Puerto Plata. El falleció, pero yo sigo cumpliendo con la promesa que le hice, junto a la Lic. Julia Nova, quien es la directora en esa ciudad y ya tiene 24 años con nosotros.
Además de turismo, DMK se considera una oficina de asesoría legal con una amplia gama de especialidades. ¿Cuáles son? ¿Qué casos considera más trascendentes?
La firma tiene por especialidad los proyectos integrales no solo de hotelería y turismo, sino también de minería, de infraestructura, entre otros; y asiste “desde la varilla inicial a la pintura final”. Cuando los proyectos son exitosos, sientes que has hecho algo trascendente para tu país.
La firma se encargó de la asesoría integral para la creación del primer parque temático, Ocean World. Igual ocurrió con el primer hotel exitoso y con bandera internacional en un aeropuerto. Y quizás lo que más me llena de orgullo, porque muestra quiénes somos, es la instalación de la primera industria de mediana minería en el país, en Maimón, originalmente de capital canadiense. Hoy, y como ejemplo del alcance de la firma, compartimos la representación del Estado dominicano junto a Bryan Case y al eminente abogado Dr. Pedro Martínez Fraga, en casos de arbitraje internacional.
¿Cuáles considera como principales aportes de DMK y Enrique de Marchena al crecimiento del turismo en nuestro país?
La firma ha asesorado a más de 60 proyectos en su establecimiento en el país en los últimos 15 años. En cuanto a mí, fui el segundo presidente de CHTA proveniente del Caribe hispano. Viajé a más de 15 islas del Caribe en dos años, representé a la institución en la Cámara de los Lores en el Reino Unido, Bélgica, España y Francia, entre otros países. Eso me dio la oportunidad de compartir de cerca con más de 10 jefes de Estado, dignatarios e importantes empresarios. Me enfoqué en la promoción del Caribe como destino y la importancia de la educación como ente de formación del trabajador turístico. Acerqué a los grandes hoteleros españoles al Caribe y les presenté una ponencia que analizaba el impacto conjunto de sus inversiones y de su presencia en la región. Ese encuentro, en Palma de Mallorca, influyó en el surgimiento de la Asociación Internacional de Inversores Hoteleros (Inverotel), que representa a muchos de ellos en el Caribe. En Asonahores formé la Fundación Asonahores, de corta duración pero de impacto; negocié tres reformas fiscales con el presidente Leonel Fernández, sus ministros y directores, y fui un ente que aglutinó al sector. Fueron tiempos difíciles, de desafíos constantes, pero de gran satisfacción personal.
Si habláramos de los principales logros de la industria turística dominicana y de los grandes retos de cara al futuro, ¿cuáles serían?
En el sector hemos hecho conciencia luego de más de 30 años de desarrollo y liderazgo, y de la importancia del turismo en la economía nacional. Creo que invertir en turismo es redituable para los sectores público y privado. El gasto en carreteras, como la del Coral y el Boulevard Turístico de Punta Cana, es una inversión. Retos de cara al futuro lo son la seguridad, la salubridad, el medio ambiente y el cambio climático, al igual que el caos vehicular y la falta de cumplimiento de las leyes de tránsito. Si aspiramos a un país que sea un solo “destino turístico”, el turista debe poder circular en la geografía nacional a sus anchas, y para eso debe sentirse seguro y confiado. Debemos comenzar a impartir la asignatura de Turismo en nuestras aulas y en el bachillerato. De eso vivimos y al final, como decía en mis tiempos de presidente de Asonahores, “el turismo es la empresa de todos”. Hoy la OMT nos dice que “turismo somos todos”.