Algunos países son famosos por sus ritmos y expresiones artísticas. Sus bailes nacionales han trascendido las fronteras y se han convertido en marca país. República Dominicana no está ajena y ostenta al merengue como uno de sus patrimonios intangibles. Seguro te vienen a la mente esos bailes que realzan el carisma de los destinos. ¿Qué te parecen estos?
Flamenco
Hoy el flamenco se fusiona con rock, blues, jazz y bossa nova. Su popularidad es tan grande, que Japón posee más escuelas de este arte que toda España. Esta expresión artística nació del mestizaje cultural de cristianos, judíos, musulmanes y gitanos en la región de Andalucía. En el flamenco convergen la danza y la música, interpretada a través de la guitarra, las palmas, las castañuelas y el cante. Para algunos de sus intérpretes es un estilo de vida, una filosofía y una de las muestras de identidad más ricas y complejas de la cultura española.
Samba
¿A quién no se le van los pies cuando escucha la contagiosa samba? De origen angolano –los esclavos de las tribus bantúes la trajeron a América–, ha trascendido las fronteras de Brasil para alzarse como uno de los géneros musicales latinoamericanos más reconocidos. Samba canción, samba de breque, samba de rueda, samba enredo, samba rock…, son varios los tipos en que se clasifica, y aun hoy continúa reinventándose. Nada mejor que llegarse por el sambódromo durante los célebres carnavales de Río de Janeiro para gozar este ritmo.
Merengue
Todavía hoy se discuten sus orígenes. Entre las versiones más aceptadas está la del folclorista Fradique Lizardo, quien dijo que este ritmo se desprende de una música cubana denominada Upa –una de sus partes se llamaba merengue–, que llegó a Puerto Rico y de ahí pasó a Quisqueya a mediados del siglo XIX. Es la música típica que más se difunde en el país, y aunque su forma tradicional haya cambiado, es considerado por muchos como el baile nacional dominicano, una manifestación indiscutible de la identidad.
Tango
Argentina y Uruguay se disputan el origen del tango. La rivalidad ha sido tanta, que hasta hace poco los dos países afirmaban ser la patria de Carlos Gardel, la figura cimera del tango, cuya partida de nacimiento reveló que nació en Toulouse, Francia, y llegó a Argentina en brazos de su madre a los dos años. No importa si vas a Buenos Aires o Montevideo, el tango te tomará por asalto en cualquier plaza, en la estación del metro, o donde menos lo imagines. Es una nostálgica pasión que se lleva en la sangre.
Mazurca
Se concibió como un baile de salón de la corte real y la nobleza polaca, y luego la clase popular la hizo suya. Incluso, “La mazurca de Dabrowski” es el himno nacional. De todas las danzas polacas, la mazurca es la que mayor destreza de ejecución exige, lo que la convierte en un alarde de agilidad y temperamento por parte del bailarín. Se dice que llegó a España a mediados del siglo XIX, y de ahí al Nuevo Mundo, donde pasó a formar parte de las danzas folclóricas de algunos países latinoamericanos.
Mambo
De Cuba para el mundo. La vecina isla ha dado grandes ritmos, entre ellos el mambo, cadencia que trajo del Congo la etnia bantú en tiempos de la Colonia. Dámaso Pérez Prado, autor de “Qué rico el mambo” y “Mambo núm. 5”, fue quien le dio proyección internacional –primero en México y luego en Estados Unidos– no sin antes realizar los desarrollos orquestales al introducir elementos de jazz y acelerarlo aún más para que fuera más largo y bailable. De los ritmos tropicales, es de los más rápidos.