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Conocer los detalles de los procesos antiguos y modernos utilizados para la creación de un excelente ron es posible gracias al Centro Histórico Ron Barceló (CHRB), primero en su género en el país.

Inaugurado en julio de 2012, el centro ha sido concebido con el objetivo de crear una experiencia única para que sus visitantes conozcan una parte de nuestra cultura. Recorrer cinco siglos de historia de la caña de azúcar y luego probar un sabroso trago de ron forman parte de la experiencia que el turista, ya sea dominicano o extranjero, encontrará en el CHRB, un museo inmerso en los procesos de fabricación y añejamiento de uno de los más célebres rones del mundo, el Ron Barceló.

Ubicado en las instalaciones de la Licorería número 50, en la carretera hacia el municipio de Quisqueya de la provincia San Pedro de Macorís, el centro exhibe piezas antiguas que revelan cómo eran los procesos empleados para extraer el jugo de la caña de azúcar y realizar la fermentación, procesos que hoy Ron Barceló lleva a cabo de manera industrializada. Durante el tour los visitantes pueden conocer la bodega de añejamiento donde se encuentran las reservas de Ron Barceló con el mayor tiempo de envejecimiento. Además, se ofrecen detalles de los procesos de elaboración y envasado, así como del taller de barricas. Dos bares, uno antiguo y otro moderno, con muebles originales de cada época, invitan a compartir una copa de algunos de los famosos rones que Barceló convierte en delirio.

Piezas con historia
No todo es ron en el CHRB. También se exhiben piezas de alto contenido histórico, como arados primitivos, botijas, trapiches originales, canoas para recolectar el jugo de la caña, y otras piezas vinculadas directamente a la producción del ron, como alambiques antiguos, ollas de meladura, toneles, barricas, rieles del viejo ferrocarril del central azucarero donde se producía el alcohol para la fábrica de rones. Llama la atención el viejo Chevrolet donde Julián Barceló repartía sus rones en 1930.

Entre las piezas exhibidas sobresale el «ancla», que procede del Atlántico y fue encontrada en la parte norte del país. Pertenece a la época colonial, entre los años 1600 y 1650, y fue rescatada de uno de los galeones españoles que surcaron nuestros mares. Es un símbolo del arribo de Cristóbal Colón y de la llegada de la caña de azúcar al Nuevo Mundo, traída en el segundo viaje del Almirante en 1493. El «arado», de aproximadamente 72 años de antigüedad, está hecho en hierro. Se requería de la fuerza animal para moverla.

La lista incluye las «vasijas del batey», que se utilizaron para fermentar los jugos, proceso que se lograba al mezclar el jugo con la saliva. Otras de las piezas son el «hacha taína», utilizada por nuestros indígenas en sus actividades domésticas; y el «alambique», que proviene de la palabra árabe Al-inbiq, utilizado para destilar jugos dulces, y está provisto de una caldera y un conducto en forma de espiral para enfriar, llamado también cuello de ganso. El alambique mantiene desde la antigüedad el mismo principio: en caldera se calienta el jugo a elevadas temperaturas a punto de ebullición, y destila su vapor, el cual asciende por el cuello y se condensa en la cuba con un serpentín que sirve de enfriador.

El edificio que alberga al CHRB es una construcción en forma de barrica y con patio interior. Es encomiable la minuciosa labor realizada por José Alberto García, presidente del Consejo de Administración de la empresa e hijo de César García, uno de los fundadores de Ron Barceló, que por años se dedicó al rescate y la colección de piezas autóctonas, con el objetivo de que algún día fueran exhibidas a los amantes de esta industria.
El centro también dispone de área de estacionamiento para autobuses, área de recepción, tienda de suvenires y gran variedad de presentaciones y rones de edición limitada. Está abierto de lunes a viernes de 8:00 a 5:00 de la tarde, con citas previamente coordinadas para tours a través de la página www.ronbarcelo.com

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