¿Cuál es el valor nominal de un voto electoral? Por definición se conoce que es el asignado a un bien o a un título proporcionado por un emisor debe estar expuesto de manera explícita en el texto del mismo. Basado en esa premisa, no esperen que sea yo quien le asigne ese dígito a lo planteado en la pregunta.

Hace unos días conversábamos sobre el tema y compartí la interrogante de cuánto vale un voto. Inmediatamente afinaron el bolígrafo y la calculadora para la olímpica tarea de poder cuantificarlo. Digo olímpica porque sin dudas ese valor no se logra solo con dividir lo presupuestado en la Junta Central Electoral (JCE) entre los votantes que sufragan. El asunto va más allá, pues el voto tiene un costo intangible, muy difícil de computar.

Como adulto mayor he vivido muchos procesos electorales. Cuando yo nací la mujer dominicana no tenía el derecho al voto. Sufragué por vez primera en 1950 y eso es tema para otro editorial. Desde entonces tengo la inquietud de conocer intrínsecamente cuánto vale el voto.

Entiendo que en este momento es responsabilidad de las autoridades electorales desglosar en una plantilla Excel las partidas que indiquen cómo se invierte el dinero cada cuatrienio, para instaurar la plataforma que nos permite ejercer el sufragio.

Hago un llamado a las asociaciones profesionales y sociedades civiles que conforman economistas, contadores, sociólogos, psicólogos y religiosos para articular esfuerzos sinérgicos que brinden luz a las generaciones activas y futuras sobre el tema.

En octubre de 2017 la prensa nacional se hizo eco del debate “Más allá de las primarias y retos electorales”, actividad organizada por Foro Ciudadano en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UASD.

En ese debate dirigentes sociales y legisladores revelaron que en nuestro país cada voto cuesta 29 dólares. Al poner esa cifra en el contexto regional, vemos que en República Dominicana, el costo del voto es de tres a seis veces más costoso que en la mayoría de las naciones del área, cuyo valor oscila entre 5 y 10 dólares.

Fernando Henríquez, uno de los participantes en el debate, señaló que “acorde con el proyecto de Ley de Presupuesto, en los próximos cuatro años se podrían invertir más de RD$15 mil millones en el sistema electoral y en el financiamiento de partidos”, según la nota publicada en el periódico Hoy de fecha 20 de octubre de 2017.

En octubre del año pasado el Diario Libre se refirió al tema y dijo que para el año preelectoral 2019, o sea, para este año, los partidos políticos recibirán una partida del Estado de RD$1,506 millones, casi el doble de lo recibido en igual período para la contienda de 2016. El periódico nos recuerda que en 2015 las organizaciones políticas tuvieron una asignación de RD$805 millones, “cifra que fue incrementada a RD$1,610 millones el posterior año 2016 de las elecciones”, refiere la nota.

De ahí que en la segunda semana de febrero, 2019, al promulgar e la Ley que ha de regir el proceso electoral del 2020, el tema del costo de la democracia está sobre el tapete y destapó la caja de Pandora.

A propósito del Mito de la Caja de Pandora, me  permito hacer un paréntesis para recordar con admiración y respeto  a mi querida profesora de literatura, doña Carmita Henríquez de Castro, quien asignaba como tarea un tema que debíamos discutir y exponer en la próxima clase de lectura comprensiva. Recuerdo que en el tercero del bachillerato me asignaron la presentación de la Caja de Pandora. Me complace compartir con mis lectores la disertación que me valió una calificación de 98 puntos:  Cuenta la leyenda que Zeus, Dios del Olimpo, había  derrotado a los titanes que a su vez, se convirtieron en los dioses del cielo y la tierra entre los que figuraba Prometeo.

Aun cuando Prometeo  “había aceptado” el triunfo de los dioses, siempre que podía enfrentaba a Zeus y lo encolerizaba, al punto que cuando Prometeo, considerado el padre y protector de la humanidad, les reveló a los humanos secreto del fuego,  Zeus como castigo los privó de esta fuente de energía.

Pero el astuto Prometeo robó nuevamente el fuego y se lo devolvió a los humanos. En venganza, Zeus ordenó esculpir la estatua de Pandora, como una hermosa doncella a quien Atenea vistió con el chitón griego, Afrodita la dotó de encantos amorosos y Hermes, el mensajero de los dioses le dio la palabra.

Zeus envió a la deslumbrante doncella con la encomienda de entregar a los humanos a través del hermano de Prometeo, una caja cuyo contenido ella desconocía.  Epimeteo, quien quedó subyugado ante la belleza de Pandora la cortejo y ella a cambio le ofreció su caja como un regalo que él recibió agradecido a pesar de que Prometeo le había advertido que nunca aceptara regalos que vinieran del Olimpo.

Sin poder contener la curiosidad, la pareja abrió la Caja de Pandora y por la tierra se esparció la malignidad que contenía: dolores, tristeza, maldad, enfermedad, vejez,…y muchos males desconocidos hasta entonces. Cundió el pánico y Pandora cerró la caja, pero en el fondo quedó atrapada la esperanza.

El mito de la caja de Pandora nos muestra las consecuencias que derivan de infringir los mandatos de la Ley y la deslealtad a lo convenido por lo conveniente. El hecho de dejar intacta la esperanza, que hasta nuestros días es lo último que se pierde, indica que siempre se puede derrotar la adversidad. De ahí que todos a una debemos trabajar en buena lid y poner al servicio de la democracia lo aprendido para llevar a feliz término el certamen electoral que tenemos por delante.

Bendiciones para  todos