La singular isla mediterránea de la fiesta eterna también cuenta con lugares para huir del bullicio y vivir la vida con un enfoque artesano, pero indudablemente es uno de los centros neurálgicos de la vida nocturna mundial.

“People from Ibiza… it’s a wonderland”. Así rezaba el estribillo de uno de los hits veraniegos más populares en las pistas de baile europeas hace veinte años. Otras dos décadas atrás, cuando la más popular de las islas Baleares empezaba a convertirse en el templo hedonista que ahora es, Ibiza ya calificaba para ser considerada una maravilla. Eso sí, muy diferente. Un pedacito privilegiado de tierra y sol en el oeste mediterráneo, enclave preferido de bohemios y soñadores, escondrijo secreto de las clases acomodadas españolas y lejos, muy lejos de la primacía turística actual en el panorama español: Marbella y el desembarco de las fortunas árabes se llevaba entonces la palma de las exclusivas y el movimiento de la “jet set” internacional.

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Poco a poco, gracias a un puñado de emprendedores, Ibiza fue sacando partido a su potencial… y no ha parado de crecer. El verano pertenece a la elegante Pitiusa mayor (llamada así por la palabra griega “pitys”, que significa pino, muy abundante en la isla), destino favorito de las estrellas del deporte y el “show business”, santuario de la música electrónica y, paradójicamente, enclave zen para los que se confiesan devotos de la conexión espiritual entre hombre y tierra, si se aleja uno lo suficiente del centro de la bulla. La cercana Formentera (la Pitiusa menor) es uno de los reductos favoritos de quienes buscan el lado tranquilo de la aventura en estas islas. 

No todo lo que tiene que ver con Ibiza es una locura, pero la hay… y las autoridades locales concentran sus esfuerzos en poner coto al caos, canalizarlo y delimitarlo para que Ibiza sea atractiva a ojos de cualquier visitante. El aeropuerto registró 6,4 millones de usuarios en 2015, con un total de 66.000 operaciones de vuelo: se llega directamente desde la mayoría de las principales ciudades europeas. Desde España también hay ferries (Valencia, Barcelona, Alicante). La ocupación hotelera en los cuatro meses de verano rozó el 90%, y en mayo (mes de especial incidencia viajera desde los países del norte de Europa) ya se llegó al 70%. Ingleses, holandeses, alemanes e italianos tienen a Ibiza en el punto de mira de modo permanente.

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Además de la fiesta

En apenas 600 km2 de superficie, la isla aloja algunos de los macroclubes más importantes del continente… pero también calas de pura poesía visual, como la hippie Benirrás o la de Comte, con sus espectaculares atardeceres. Tampoco hay que perderse la cala D’Hort, con el islote de Es Vedrá al frente. El casco antiguo, en la zona de Dalt Vila, es de paseo obligado. El área de San Antonio es noche, fiesta y neones, aunque en su playa también se puede acudir al famoso Café del Mar, insignia mundial del chill out y la música para relajarse; la parte de Santa Eulalia, por contra, es la elegida por los que prefieren un ambiente familiar, y Santa Gertrudis es el refugio predilecto de los lugareños para una experiencia genuina de ambiente mediterráneo. El buceo y los paseos en velero son asimismo actividades muy populares para los visitantes. Entre las visitas más entretenidas se puede citar a las cuevas de Sant Marçá, o la mentada visita a la isla de Formentera.

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Para las experiencias de “celebrities”, los enclaves principales están bien delimitados por la gastronomía y los espectáculos. El carísimo Sublimation de Paco Roncero es un restaurante que se consagra al deleite de los cinco sentidos, mientras que en Cipriani puedes encontrarte cualquier día a Leo DiCaprio, Irina Shayk u Orlando Bloom. El chiringuito Sa Trinxa, el Malibu o el Blue Marlin tienen la concentración más alta de “famoseo” en la isla, con el atuendo de blanco nuclear como “dress code” habitual. ¿Y las tiendas? Franquicias aparte, allí tienen personalidad propia, con atractivos magnéticos para quienes hacen del shopping un deporte de aventura: Bisc Village, por ejemplo, es un “imperdible”: ahora anuncia que la tendencia de este verano son los pompones de todos los tamaños, ya sea como complementos o adornos: los veremos por doquier. ¡La moda porrista se impondrá en los próximos meses!

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Los clubes

Hay cientos, pero si nos ponemos a elegir los más célebres, la lista de los doce ganadores es más o menos unánime. Empecemos por un clásico duradero que se reinventa sin cesar, con fiestas diarias todo el verano: Amnesia puede tener en su cabina en la misma semana a Paul Van Dyk, Marco Carola, Fatboy Slim, Sven Väth, Stacey Pullen o la mismísima Paris Hilton. DC-10 sigue en ascenso permanente, al igual que Eden y Es Paradis. Heart está pidiendo paso entre los grandes, donde ya está Ocean (destino habitual de las fiestas londinenses de Ministry of Sound) y, por supuesto, Pachá; el pionero, que en una semana normal puede contar con David Guetta, Luciano o Martin Solveig. La impresionante discoteca Privilege (siete alturas en un acantilado: no hay nada igual en el mundo) es otro stop obligado para el fiestero: allí, por cierto, actuó hace unos años la dominicana Audrey Campos junto al grupo DAB, que lidera el batería de Héroes del Silencio Pedro Andreu. Sankeys (Lawler, Adamski) es otro “must”, y la increíble Space tiene en su cartel de este verano a Carl Cox, John Digweed, Dave Clarke o De la Swing. Hard Rock Ibiza (el primero que abrió la cadena en Europa) no se queda atrás. Por último, y asumiendo que hay más nombres que quedan bajo la alfombra, Ushuaïa también tendrá a Guetta en cabina en las próximas semanas… junto a Steve Aoki o Martin Garrix.

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Ibiza, en resumen, es un carnaval multicolor donde tiene cabida cualquier tipo de turista. La velocidad se elige al llegar, lo mismo que el tono de blancura en la ropa, de crema a níveo. Lo demás es goce…

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