Los Juegos Olímpicos o el Mundial de Fútbol permiten acentuar las intersecciones entre la industria turística y los megaeventos deportivos en tiempos de globalización económica. Son plataformas sugestivas para analizar mecanismos de atracción de inversiones extranjeras y conocer vías para fidelizar visitantes. La dimensión cosmopolita de estos eventos contribuye a consolidar la marca país de los estados anfitriones.

Remitirme a la globalización económica como encuadre de mi reflexión no supone obviar los efectos de la misma en la esfera de la cultura. Hablo de lo económico porque entre sus consecuencias están los progresos en la conectividad transnacional y la reducción de costos en la movilidad. Pero quiero subrayar el empleo del concepto cultura para resaltar el impacto del proceso en la construcción de nuestra propia subjetividad.

Para expresar quiénes somos, cada vez cobran más relevancia las formas de ocio y los deportes que seguimos o realizamos. En las sociedades avanzadas lo lúdico representa estatus, hipótesis que en lenguaje sociológico se formula como el sentido social del gusto (pienso en la obra de Pierre Bourdieu).

Las conexiones entre turismo, deporte, identidad personal y marca país no se circunscriben en exclusiva a grandes acontecimientos deportivos. Es un planteamiento que también funciona en la realización de competiciones con menor eco internacional pero que logran la atención de perfiles concretos de turistas deportivos.

Pesca deportiva y golf

Podemos aterrizar esta reflexión en el caso de República Dominicana y recoger algunos ejemplos de éxito que facilitan la comprensión de los lazos que unen prácticas deportivas y destinos turísticos. Haré referencia a dos tipos de eventos: los campeonatos de pesca de altura y los torneos de golf. Ambos deportes cuentan con seguidores de alto poder adquisitivo y su realización en la isla favorece un nivel de publicidad atractivo tanto para intereses privados como para la marca país.

Vivir la experiencia deportiva de los profesionales es una invitación a la que resulta difícil renunciar y su difusión en revistas especializadas o redes sociales genera interés en los aficionados.

La Romana y Punta Cana son una referencia para la pesca de altura y desde hace más de un lustro están en el top 10 del Billfish Report, un escalafón que jerarquiza los principales destinos del mundo para la captura del marlín azul y otras especies codiciadas. Competiciones como el Casa de Campo Internacional Blue Marlin Classic o el Puerto Bahía Open, han situado a nuestras costas entre las más deseadas por los pescadores deportivos extranjeros.

La pesca de altura es un deporte que revela la importancia de contar con buenas infraestructuras locales (como puertos o clubes) y de una legislación adecuada para la protección del litoral y los fondos marinos. Las condiciones de las embarcaciones es otro de los aspectos notables que garantizan buenos recuerdos, ganas de compartir la experiencia y deseos de volver.

El ranking de USA Today sobre los mejores destinos para la práctica del golf en el Caribe –realizado por expertos y deportistas no profesionales– ha incluido a tres campos dominicanos entre los seis primeros: Punta Espada, Diente de Perro y Los Corales. Y dentro de la clasificación de los cincuenta mejores campos del golf en el Caribe, diez se encuentran en República Dominicana, país con el mayor número de ellos en la lista (fuente: www.top100golfcourses.com).

Torneos como el PGA Tour –celebrado en Los Corales– nos convierten en un lugar imprescindible para los que aman el golf. Las empresas privadas nacionales y extranjeras tienen interés por ser patrocinadores en este tipo de certámenes porque garantizan que su imagen estará ligada a un evento de categoría global. Y en términos de marca país el destino se consolida como referencia de calidad para potenciales turistas en cualquier parte del mundo.

La posibilidad de realizar estos deportes en un entorno paisajístico singular y en un ambiente seguro, provoca que la homogenización de la oferta turística que arrastra el proceso de globalización e interdependencia económica no afecte en exceso a nuestro país. Y es un acierto concebir a los competidores en el Caribe como potenciales aliados si se logra hacer de la región un espacio multidestino. Todo lo señalado nos posiciona entre los espacios predilectos para este perfil de visitante.

Carolina Pérez
Periodista 
Máster en Comunicación Institucional, estrategias y manejo de cr
isis
Máster en Relaciones Internacionales