Por sus múltiples facetas para todos los gustos, San Cristóbal es una provincia bendecida para el turismo. Desde su histórica ciudad cabecera hasta sus montañas y playas, esta región ofrece al viajero una diversidad de opciones a tan solo minutos de la capital dominicana.
La fundación de la ciudad de San Cristóbal se remonta al siglo XIX por obra del Padre Juan de Jesús Ayala. Está ubicada en un pequeño valle a los pies de las montañas de la Cordillera Central, entre los ríos Nigua y Nizao. El actual Parque Central era entonces una plaza de armas al estilo colonial. En esta comunidad nació el dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien se autoproclamó “Padre de la Patria Nueva”, y cuyo gobierno se extendió desde 1930 hasta 1961.
De esa relación con el dictador se construyeron en San Cristóbal importantes edificaciones, entre ellas la Catedral de Nuestra Señora de la Consolación, el Ayuntamiento, el Castillo del Cerro, la Casa de Caoba, el Mercado Modelo, el Instituto Politécnico Loyola, el Hotel San Cristóbal y el Palacio de la Gobernación Provincial. Por su aspecto prolijo y muy detallado, al centro de la ciudad se le llamó “La tacita de café” del país.
Además de la historia vinculada a Trujillo, San Cristóbal exhibe una primacía que la destaca entre otras ciudades, ya que fue “Cuna de la Constitución dominicana”, firmada en este territorio el 6 de noviembre de 1844, en el edificio que hoy alberga la sede del Palacio Municipal.
Otro sitio de interés para los amantes de la historia, y para hacer un recorrido muy personal, pues no forma parte de un museo, es la Casa de Caoba, construida en 1940 en el sector La Suiza, donde vivió el dictador; era su lugar preferido. Desafortunadamente, el sitio no ha sido conservado, pero el interés mueve a muchos a llegar hasta allí.
Entre las obras arquitectónicas de mayor renombre tenemos la Catedral de Nuestra Señora de La Consolación, antigua iglesia de San Rafael o Parroquia de San Cristóbal. Abrió sus puertas a los feligreses el 24 de octubre de 1949 y su diseñador y constructor fue el arquitecto francés Henry Gazón Bona.
La obra enmarca varios estilos: ecléctico, columnas neoclásicas, arcos de medio punto románico y estructura interna moderna. En su interior, en la nave central, se observan murales del famoso pintor y muralista español José Vela Zanetti. Como dato curioso cabe señalar que debajo del templo se encuentra la cripta de la familia Trujillo. Aquí se exhibe el sarcófago vacío y las coronas de metal que por seis meses rindieron homenaje al tirano.
En el Museo de Biología P. Julio Cicero, en el Instituto Politécnico Loyola, se puede observar una exposición permanente de flora, fauna y recursos minerales representativos de la biodiversidad de República Dominicana.
Historia de siglos pasados
En el antiguo ingenio azucarero de Boca de Nigua, del que hoy solo quedan sus ruinas, se libró una de las más memorables e importantes rebeliones de los negros esclavos contra los amos y capataces en 1796. El histórico sitio se encuentra en el municipio San Gregorio de Nigua, delimitado al este por el arroyo Agua Dulce y las secciones Ingenio Nuevo y Sainaguá; al norte por Arroyo Seco y la sección Hatillo, y al sur por el mar Caribe.
Siglos después del violento encuentro entre la cultura europea y la taína –antiguos habitantes de la isla–, 1849, Robert Schomburgk, un alemán que representaba a Inglaterra en la recién creada República Dominicana, encontró arte rupestre aborigen en las cuevas de El Pomier, en San Cristóbal. Este fue el primer descubrimiento de su tipo y reporte que se hacía para toda Norteamérica, Centroamérica, Suramérica y el Caribe insular.
La Colonia de las montañas
Cada año se observan más extranjeros en las montañas, enamorados del encanto del ecoturismo en el país y que San Cristóbal se da el lujo de ofrecer. Varias de las cuevas de esta región conservan pictografías y petroglifos dejados por la cultura taína que una vez habitó el territorio, como el caso de la Cueva de Las Coles, ubicada en el municipio de Cambita Garabito.
También en esta misma región montañosa se encuentra La Colonia de Ramfis, o simplemente La Colonia, llamada así por todos, localizada a ocho kilómetros de Cambita. El Cruce, ha sido uno de los lugares elegidos por empresarios locales y de todo el país para construir sus casas de recreo. Su ubicación a 750 metros sobre el nivel del mar y su exuberante vegetación la convierten en un espacio apetecido donde refugiarse de las temperaturas cálidas que gobiernan el clima del país. Aquí las temperaturas pueden descender hasta los 10 grados centígrados.
Además del agradable clima, también enamoran al viajero la abundante vegetación boscosa, el cultivo de flores, la amabilidad de los lugareños y el diseño hermoso de las propiedades veraniegas. Otras montañas y elevaciones cercanas también merecen un recorrido para los amantes del ecoturismo.
Entre los lugares de interés figura, además, el Rancho Ecológico El Campeche, cuya anfitriona es Xiomara Fortuna. Aquí encontrarás actividades musicales, gastronómicas y folclóricas para todas las edades.
Playas y balnearios
Si queremos sol y mar nos vamos al sur de la provincia, a la costa caribeña. Dos playas emblemáticas se localizan en la zona, Najayo y Palenque. Los abundantes almendros y cocoteros cobijan y dan buena sombra, y los pequeños restaurantes y bares ofertan deliciosas comidas criollas donde los protagonistas son los pescados y mariscos frescos, además de los típicos pasteles en hoja.
Si por el contrario, la preferencia es el agua dulce, la variedad es múltiple. Las cristalinas y frescas aguas de los ríos Mahoma, Mahomita, Mucha Agua y otros, invitan al chapuzón y al juego de dominó sobre las rocas de las orillas.
Pero el balneario de La Toma, a pocos kilómetros del centro de la ciudad, se lleva el palmarés. Cuenta la historia que en este lugar, en el año 1520 se construyó la primera represa de América por Cristóbal Colón. Se calcula que unos 8.000 m3 de agua cristalina retenida caen en pendiente y desemboca en el río Nigua.