Los eventos, entendidos como reuniones cuya convocatoria varía desde un número moderado de participantes hasta públicos masivos de un megaevento, constituyen un fenómeno de especial relevancia económica y estratégica. 

A lo largo de la historia, el hombre siempre ha establecido vínculos con sus pares en pos de objetivos o intereses comunes. Los eventos, el encuentro, la conversación, la asamblea, el banquete constituyeron desde tiempos remotos espacios de convergencia, de ejercicio de la convivencia, de acuerdos y de experiencias compartidas. Los eventos surgen como un reclamo de la sociedad que necesita reunirse por razones de asociarse en un determinado entorno geográfico.

Su desarrollo implica el desplazamiento de personas hacia una sede durante un lapso limitado y, por consiguiente, demanda una estructura material y de servicios que comparte, de modo parcial, con la actividad turística convencional.

Las particularidades del negocio de los eventos se encuentran inmersas en un contexto de procesos que podrían denominarse marco turístico. El turismo, un fenómeno socioeconómico con mayor auge en los tiempos modernos, actúa como universo en el cual los eventos se han transformado en una de las modalidades turísticas más relevantes y de mayor crecimiento.

Es así como en el ámbito del turismo se multiplican las ofertas destinadas a segmentos con intereses heterogéneos y surgen distintas modalidades o tipologías turísticas (turismo de aventura, ecoturismo, turismo rural, de salud, termal, cultural, religioso, etc.). En esta diversificación creciente emerge el turismo de eventos y el turismo de negocios como modalidades específicas que señalan un perfil de visitantes y necesidades específicas.

Los objetivos y las modalidades de los eventos han variado al ritmo de los tiempos, pero en las últimas décadas el imperativo de encontrarse ha crecido, alimentado por la profusa circulación informativa, la accesibilidad a los medios de transporte, el valor del conocimiento, la estrategia de mercadeo y las políticas turísticas.

En manos de profesionales

La complejidad de las prácticas incorporadas en la realización de estos eventos, el impulso de la globalización, los desarrollos tecnológicos y el crecimiento de las inversiones en infraestructuras especializadas exigen un alto nivel de idoneidad en los organizadores, profesionales que deben combinar la constante y sólida formación con una comprobada experiencia. 

Surge entonces la necesidad, cada vez más imperiosa, de que expertos realicen la organización, puesta en marcha y coordinación de manera profesional, para que los eventos alcancen con éxito su finalidad: ofrecer el espacio adecuado para la actividad, ya sea social, deportiva, de negocios, educativa… Y, a su vez, brinden la posibilidad de practicar, desarrollar y disfrutar de otras actividades complementarias, determinadas por intereses y motivaciones personales.

En el mundo de los eventos se presenta una red de relaciones entre los distintos componentes del sistema: proveedores, expositores, participantes, entidades, patrocinadores, etc. Cada uno presta un servicio u ofrece un producto dentro de la cadena de valor que se desarrolla para la realización de un evento. Y como eslabón de esa cadena se encuentra al organizador profesional de evento (OPE).

El papel del OPE es fundamental, pues asume la responsabilidad de la planificación, coordinación y ejecución del evento, para garantizar que se cumplan los objetivos establecidos y se brinde una experiencia satisfactoria a los participantes.

El OPE debe ser una persona altamente capacitada, con amplios conocimientos en la gestión de eventos y en la resolución de problemas, así como en la coordinación y dirección de equipos. Debe ser creativo y capaz de pensar fuera de la caja, para poder ofrecer soluciones innovadoras a los desafíos que surgen en la organización de eventos.

Además, es importante que el OPE tenga una buena comunicación y negociación con los proveedores, expositores, patrocinadores y participantes, para garantizar que todos los intereses estén alineados y que se logre un resultado satisfactorio para las partes involucradas; se convierte en una ficha indispensable para el continuo crecimiento del segmento.

El segmento MICE (Meetings, Incentives, Conferences and Events, por su significado en inglés) es un sector en crecimiento en República Dominicana y juega un papel crucial en el desarrollo turístico. El país ofrece una amplia gama de opciones para eventos, desde modernos centros de convenciones hasta resorts de playa privados. Además, su ubicación estratégica en el Caribe, su clima cálido y soleado y su vibrante cultura lo convierten en un destino atractivo para reuniones y convenciones.

El turismo MICE también contribuye significativamente a la economía local, al generar empleo y atraer inversiones; ofrece oportunidades para la comunidad local, ya que los participantes pueden explorar la isla y aprender sobre nuestra cultura.

En resumen, el segmento MICE es una parte esencial del sector turístico dominicano y su importancia continúa creciendo a medida que más empresas descubren las ventajas de realizar eventos en este destino de la mano de comprobados profesionales.

Por Juan José Maríñez Campillo
CEO Wego, SRL. 
Eventos y Comunicación.