República Dominicana se encuentra caminando hacia un proceso de sensibilización y toma de conciencia ante el turismo accesible, una categoría de turismo que será determinante para que el país pueda captar este potencial nicho, pero es necesario avanzar en la creación y ejecución de políticas públicas y el respeto de los derechos de esas personas, incluido el de vacacionar.
Como actividad humana el turismo cuenta con dos rasgos diferenciadores importantes que son, primero, el componente servicio que encierra una oferta amplia y diversa para satisfacer una necesidad y provocar una experiencia; y segundo, el elemento social, que se refiere a un sistema creado por el desplazamiento de las personas hacia distintos destinos con fines diversos.
Partiendo del segundo componente, el turismo es visto como uno de los fenómenos sociales más trascendentes en el que se interrelacionan una serie de procesos y aspectos de índole económica, cultural y, por supuesto, social, en el que la participación e inclusión de los individuos juegan un papel fundamental, sobre todo en esta era en la que se avanza hacia modelos de gestión que sean sostenibles y responsables.
Como actividad social e integradora exige la creación de entornos y productos que lejos de provocar exclusión o algún tipo de discriminación ofrezcan facilidades efectivas de accesibilidad, especialmente para las personas con discapacidad, es decir, para aquellos individuos que tienen alguna deficiencia física, mental o sensorial, y se suman a este grupo las personas con muletas temporales, los de tercera edad, los de estatura muy grande o muy pequeña y también los de contextura obesa.
Turismo inclusivo
Entonces es ahí donde se habla de turismo accesible, como lo llama la Organización Mundial del Turismo (OMT) o turismo inclusivo, como otras organizaciones, específicamente europeas, lo denominan. De acuerdo con la OMT, el turismo accesible implica un proceso de colaboración entre los interesados para permitir a las personas con necesidades especiales de acceso (en distintas dimensiones, entre ellas las de movilidad, visión, audición y cognición) funcionar independientemente, con igualdad y dignidad, gracias a una oferta de productos, servicios y entornos de turismo diseñados de manera universal.
Pero lejos de las diferencias conceptuales que existan, el abordaje principal de esta categoría de turismo radica en el derecho y la igualdad de oportunidades que otorga a los discapacitados de poder acceder, disfrutar y compartir un mismo producto o servicio turístico que una persona que goce de todas sus facultades.
Esto quiere decir que no deberá haber estructuras creadas solo para personas con discapacidad sino bajo el concepto de accesibilidad y diseño universal independientemente de las capacidades de los individuos, evitando así la exclusión. La noción de diseño universal, un tanto desconocido en el escenario local, se describe como la creación de entornos, programas y servicios que puedan ser utilizados por todas las personas sin necesidad de una construcción especializada, lo cual promueve un cambio hacia el diseño enfocado en los usuarios y con el propósito también de satisfacer los requerimientos de los discapacitados.
Un dato a tomar en cuenta y que aporta la OMT sobre el tema es que cerca del 15% de la población mundial tiene una discapacidad física, mental o sensorial (más de mil millones de personas) y sus derechos entran en el ámbito de los derechos humanos, en especial después del 13 de diciembre de 2006, cuando se celebró la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y se aprobó un Protocolo Facultativo para tales fines.
Este evento cambió radicalmente el enfoque que se tenía sobre los discapacitados y a partir de ahí se estableció que todas estas personas debían gozar de los derechos humanos y libertades fundamentales, y el turismo, como es indiscutible, quedaba incluido.
Experiencia dominicana
República Dominicana, destino con una industria turística sólida y que se diversifica cada vez más, tiene alrededor de 700.000 personas discapacitadas, según se informó en el primer Congreso de Turismo Accesible celebrado en el país a finales de mayo pasado, una iniciativa positiva que nos puso en alerta para comenzar a eliminar las barreras urbanísticas y de infraestructura que tenemos.
Si logramos este hecho, podríamos convertirnos en un destino de importante preferencia para un nicho potencial que en cifras es el 70% de los discapacitados de Estados Unidos y Europa (nuestros principales mercados emisores) que hacen turismo, cuya capacidad de gastos es superior a los 15 millones de dólares.
Aunque a pasos muy lentos, es digno resaltar que el país se encuentra en un proceso de sensibilización y toma de conciencia que ha provocado que en varios hoteles, resorts, restaurantes, plazas comerciales y centros diversos se incorporen paulatinamente las facilidades que demanda el segmento de los discapacitados o hándicap, como se conoce en inglés.
Hoy las limitaciones de acceso y de uso en algunas de estas instalaciones han ido disminuyendo y desde su arquitectura hasta los servicios que brindan han ido transformándose, con miras a que sean menos hostiles y más amigables, como son los parqueos especiales, las rampas, sillas de rueda, barandillas y algunos códigos
de comunicación.
Algunos ejemplos importantes que ilustran un poco este tímido avance es la adecuación accesible de la Cueva de las Maravillas en San Pedro de Macorís, y de las Cuevas del Pomier en San Cristóbal, así como la inauguración del primer “sendero accesible de interpretación ecológica”, una ruta desarrollada en el Jardín Botánico Nacional que estimula los sentidos hábiles de los discapacitados por medio del sistema Braille. También la llegada al país de los scooters, pequeñas motocicletas eléctricas de tres o cuatro ruedas, fáciles de conducir, diseñadas para facilitar el desplazamiento de las personas con determinadas condiciones físicas y dificultades de movimiento.
Y otra, que aunque solo quedó en el intento, fue tratar de incorporar el sistema Signo Guía en varios museos de la Ciudad Colonial, para que las personas con discapacidad auditiva pudieran conocer un poco nuestra historia y cultura, un proyecto que esperamos pueda concretarse en un futuro cercano.
En resumen, al margen de todas estas iniciativas, hay que seguir avanzando en la puesta en marcha de muchas otras más, que deberán generarse a partir de la ejecución y creación de políticas públicas que establezca el Estado dominicano; lo mismo que el sector privado, encabezado por el renglón de la hotelería, tomando en consideración el derecho de vacacionar que tienen los discapacitados, lo cual convertirá a República Dominicana en un destino apto para captar el turismo accesible.
De igual modo, urge continuar madurando en la sensibilización ciudadana que mueva al respeto fiel de los derechos que tienen los discapacitados no solo a disfrutar de la actividad turística sino a participar, sin ningún tipo de restricción, en la dinámica cotidiana de la vida.
Por Karina López
Periodista y relacionista
Vicepresidente de ADOMPRETUR
karinalopezv@gmail.com / @karinalopezv