Al revisar ediciones anteriores de nuestra revista BOHÍO, que este año celebra su 55 aniversario de publicación ininterrumpida, hemos disfrutado de nuevo releer los mensajes de felicitación que entrañables amigos y colaboradores –muchos de ellos ya no están en este plano– nos dedicaron a través de estas cinco décadas.
La nostalgia se mezcla con la alegría, de tener el privilegio de continuar siendo una voz enérgica en la promoción y el posicionamiento de nuestro país como destino turístico por tantos años y contar con la lealtad y el apoyo de un sector que nos ha acompañado en tan maravillosa trayectoria.
Entre esos mensajes llama a la atención el que nos dedicó en 1982 mi gran amigo Ángel Miolán (†), «padre del turismo dominicano», quien luego de felicitarnos a don Luis Augusto Caminero Jiménez (†) y a mí por «la ardua y exitosa labor» que desempeñábamos, nos escribió en su tono jocoso: «Recuerdo cuando me gritaban por las calles: “¿Y los turistas dónde están? En la cabeza de Miolán”. El tiempo ha demostrado que no estaban en mi cabeza porque el turismo ha pasado a ser el primer renglón de la economía de nuestro país».
De igual manera, Bohío ha logrado permanecer a través del tiempo trabajando por la difusión y promoción del turismo con su presencia en los eventos más trascendentales del calendario turístico nacional e internacional.
Guardo en la memoria la génesis de la revista Bohío y de Ediciones Cabrer, que tantas satisfacciones nos han dado desde que comenzamos a hacer pininos en el turismo, en un ya lejano 1957, cuando el arquitecto Javier Barrioso devolvió el esplendor de antaño al Palacio Virreinal, residencia de don Diego Colón y doña María de Toledo y su corte.
No olvido que los primeros visitantes al Alcázar de Colón llegaban de la mano de Ellis Pérez –exsecretario de Turismo y vicepresidente fundador de Adompretur– por el puerto de San Diego, en el crucero Evangeline, y como don Luis era uno de los cicerones de la visita guiada, yo me colaba para escuchar el interesante recorrido. Don Luis, como caballero que era, no aceptaba propinas, de ahí que se le ocurrió escribir un libro que respondiera a las inquietudes de los viajeros sobre nuestro pasado colonial. Él se los obsequiaba y ellos decidían cómo remunerarle la acción.
En pleno año 65 nos reunimos con el Dr. Ramón Brea Messina, quien por aquella época estaba al frente de la cartera de Turismo, y le presentamos la maqueta de Bohío en el hotel Hamaca. Su rostro era un poema: «¿Cómo piensan ustedes que van a venir turistas a un país en plena revolución?». Lo que no se detuvo a analizar Brea Messina es que las personas viajan por diferentes motivos, entre ellos para constatar lo que dicen los libros, las revistas, las noticias… Le respondimos que el resto se lo dejábamos a las playas, a nuestras bellezas naturales y a la hospitalidad del pueblo dominicano.
Y nos arriesgamos. Recurrimos a los servicios tipográficos de don Virgilio Montalvo, y el 22 de diciembre de 1966, con la colaboración de toda la familia para encuadernarla, vencimos la odisea que significó armar esa primera edición. El resto es historia.
Gracias por acompañarnos en estos 55 años. Gracias por seguir confiando en nosotros. ¡Bohío somos todos!
¡Abundantes bendiciones y un próspero año 2022!