Recibí esta plegaria sin ninguna indicación que me permita reconocer la autoría de la misma, sin embargo, la fuente inspiradora de este maravilloso mensaje es tan profunda y actual, que no resisto la tentación de compartirla con ustedes.
“Padre Nuestro que estas en los cielos, en la Tierra y en todo el universo. Santificado sea tu nombre, aún cuando el dolor y la desilusión hieran nuestro corazón. Bendito seas. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy para renovar nuestras fuerzas físicas y también nuestro espíritu. Perdona nuestras ofensas, pero enséñanos antes merecer tu perdón, perdonando a aquellos que causan nuestros dolores, oprimen nuestros corazones y destruyen nuestras ilusiones. Que podamos perdonarlos no con los labios, sino con el corazón y aparta de nuestro camino todo sentimiento contrario a la caridad.
Que este Padre Nuestro sea dadivoso con todos aquellos que sufren. Que una parte de este Padre Nuestro vaya hasta las cárceles donde algunos sufren merecidamente, pero otros sufren por error judicial. Que vaya hasta los hospitales donde muchos lloran y sufren sin el consuelo de una palabra amiga, de medicamentos, de atención profesional. Que vaya a todos aquellos que en este momento pasan las puertas de la vida terrenal a la espiritual, para que los guíes y le des Tú Perdón.
Que este Padre Nuestro vaya hasta los orfanatos donde pobres e infelices criaturas fueron abandonadas, dándole apoyo y fe. Ten piedad de las mujeres que dan a luz solas, una nueva vida, de los huérfanos y las viudas. De aquellos que no tienen un pedazo de pan.
Que este Padre Nuestro vaya hasta los dirigentes de las naciones para que eviten la guerra y cultiven la paz. Protege Padre Nuestro a todos los viajeros que lleguen a nuestra tierra y permite que al final de sus vacaciones regresen alegres y sanos donde su familia. ¡
Que disfruten una Feliz Navidad colmada de bendiciones y que la paz y la armonía esté siempre entre nosotros!”