Solo la idea de crear una Zona de Tolerancia para la Prostitución,  me hace pensar en la falta que nos hace un organismo “Orwelliano”, que mire por encima de la visera y nos señale a tiempo los errores para no llegar adonde hemos llegado.

Si estamos trabajando tratando de crear una MARCA PAIS que selle la imagen del destino República Dominicana de manera positiva, pienso que someter al congreso un proyecto de ley que permita las Zonas Rosas, es una dicotomía que marcha en contra de los esfuerzos que en ese sentido se realizan.

Tolerar no es curar, al contrario. Todos los países que tienen zonas de tolerancia, llevan el estigma en su marca país o ciudad. Lugares como Ámsterdam o Las Vegas son más conocidos por sus Zonas Rosas que por Rembrandt o por el show de David Copperfield.

Las autoridades competentes están en la obligación de mantener la Zona Colonial y el entorno de los desarrollos turísticos  saneados, porque si bien es cierto que como actividad humana el ocio despierta la libido, no es menos cierto que cada día aumentan los grupos familiares que nos visitan.

Esto no se logra con zonas de tolerancias, se logra fomentando la creación de micro-empleos expresos para estás mujeres explotadas y aportando a la educación para las próximas generaciones.

Lo que pasa es que cuesta más trabajo actuar, que el bla bla bla, a menos que haya un matiz pecuniario en todo esto, pues no me sorprendería que al oficio más antiguo de la humanidad, también se le cree una carga impositiva.

El próximo mes de agosto, la Ciudad de Santo Domingo soplará velas del pastel aniversario de su fundación y bajo este mismo marco lanzará su nueva Marca Ciudad.

Por favor, no permitan que el “suspiro” de la torta sea ROSADO.